El intercambio cierra el último capítulo de la guerra que sacudió al Líbano en el verano del 2006
17 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Israel y la milicia chií Hezbolá cerraron ayer el último capítulo de la guerra que sacudió al Líbano en el verano del 2006 con el intercambio de presos y cadáveres acordado hace meses bajo mediación alemana.
En un día de intensa actividad en la frontera, Hezbolá entregó primero al Comité Internacional de la Cruz Roja dos ataúdes con los cadáveres de los soldados israelíes Ehud Goldwasser y Eldad Regev, cuya captura por milicianos de la Resistencia Islámica en una escaramuza fronteriza desencadenó como respuesta una brutal ofensiva bélica israelí hace dos años. Una vez identificados sus restos, el Estado judío transfirió al Líbano a cinco presos libaneses, entre ellos Samir Kuntar, el terrorista árabe que más tiempo llevaba encarcelado en Israel. Hezbolá recibió igualmente los cuerpos de 197 combatientes libaneses y palestinos.
Recibimiento de honor
La identificación de los cadáveres israelíes se prolongó durante horas debido a su mal estado, lo que retrasó hasta la tarde la liberación de Kuntar y los otros cuatro presos, que habían recibido en la víspera la amnistía del presidente israelí, Simon Peres. A su llegada al Líbano, los prisioneros tuvieron un recibimiento de honor, con alfombra roja incluida. «Estoy feliz de estar de nuevo en casa», dijo Kuntar ante miles de simpatizantes reunidos en el paso de Naqura, en la zona libanesa. Los cinco hombres fueron recibidos con música militar por una formación de honor.
Había clérigos chiíes, funcionarios del partido, hombres y mujeres de uniforme, que se colocaron en posición de firmes cuando llegó el vehículo decorado con flores y banderas en el que viajaban los restos de los de árabes abatidos en los últimos 30 años de enfrentamientos con Israel. El hecho de que fuese un día triste para los israelíes, que en el intercambio solo recibieron cadáveres y sarcófagos, fue un motivo añadido de alegría para muchas personas a este lado de la frontera. La televisión de Hezbolá se refirió al canje como un «gran triunfo sobre Israel».
Al otro lado de la frontera, sin embargo, los israelíes se recogían para intentar dominar el dolor y contener su odio.
Por la tarde, dos generales del Ejército israelí confirmaron a las familias que los cuerpos entregados eran los de los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev. «Es el momento más duro que hemos vivido en dos años y ahora queremos estar solos en familia para llorar y sostenernos mutuamente», declaró el suegro de Goldwasser.
La televisión de Hezbolá había difundido previamente las imágenes de los dos ataúdes negros con sus restos y los de Regev. En cuanto se vieron las imágenes en directo, en Nahariya, a pocos kilómetros de la frontera, la familia Goldwasser estalló en gritos y llantos. Hezbolá había mantenido hasta el último momento el suspense sobre el destino de los dos soldados.
Duelo y repulsa
«Fue muy duro ver un ataúd puesto en el suelo, y luego otro. Fue horrible. Pedí que apagaran el televisor porque no quería verlo más», afirmó el padre de Eldad Regev. «Siempre esperamos que Eldad y Udi [Ehud] volverían a casa vivos», añadió. Alrededor de las casas de las familias, amigos, vecinos e incluso desconocidos habían encendido numerosas velas.
En Israel, el sentimiento de duelo se mezcla con el de repulsa al ver a Kantar tratado como un héroe después de haber matado a un policía, a un civil israelí y a su hija de casi cuatro años, en 1979. El portavoz del Gobierno israelí, Mark Regev, criticó las celebraciones en el Líbano. «Samir Kuntar es un brutal asesino de niños y cualquiera que lo celebra como un héroe pisa los valores fundamentales de la decencia humana», dijo.