Ríos humanos tomaron las calles de Bogotá y hubo congregaciones en, al menos, otras 24 ciudades del globo
21 jul 2008 . Actualizado a las 19:30 h.«Libérenlos ya», «no más secuestros», «no más mentiras», «Colombia soy yo». Frases como estas se podían leer en las miles de camisetas blancas, algunas adornadas con los colores patrios, amarillo, azul y rojo, que los colombianos eligieron para, una vez más, pedir la liberación de los secuestrados, y no solo a las FARC, si a todos «los violentos», como se les conoce en esta tierra.
Las manifestaciones han coincidido con la conmemoración de los 198 años de la independencia de Colombia, que Uribe celebró en la ciudad de Leticia, en el Amazonas, junto a los presidentes de Perú, Alan García, y Brasil, Lula da Silva. La invitada de honor fue la cantante colombiana Shakira, quien ofreció un concierto junto a Carlos Vives, como parte de los 1.052 que se celebraron en todo el país y otros 17 alrededor del mundo.
Movilización mundial
En Estados Unidos, América Latina y Europa también hubo movilizaciones por la libertad de los secuestrados. En París, Ingrid Betancourt bailó al ritmo de Juanes y Miguel Bosé, que no tuvo reparos en gritar: «Libérenlos de una puta vez». Después de que las FARC liberaran unilateralmente a seis de sus secuestrados políticos y el Ejército consiguiera rescatar a otros quince, Colombia ya no habla de un acuerdo humanitario sino de una liberación unilateral inmediata. Ayer, siete miembros más del las FARC se rindieron ante las tropas del Ejército colombiano.
El anhelo de las miles de personas que marcharon por las calles del país es «tocar el corazón» de los secuestradores para que inicien liberaciones sin condiciones. Sin embargo, no todos son optimistas sobre el posible resultado: «Ya la cruz me pesa mucho», se lamenta Silvio Hernández, cuyo hijo, el teniente de la policía Elkin, lleva un decenio en la selva. «¿Cuántas marchas tenemos que hacer? No nos escuchan», dice con amargura. Piensa que el rescate de Ingrid fue «un milagro» y la única solución real es una negociación que cada vez parece más lejana.