El candidato demócrata a la Presidencia de EE.?UU., Barack Obama, dejó ayer claro durante su visita a Israel que de llegar a la Casa Blanca seguirá trabajando en pro de la defensa del Estado judío, al tiempo que prometió ser un socio de paz constructivo para israelíes y palestinos. Obama señaló además en el sur de Israel que el mundo debe impedir que Irán obtenga el arma nuclear. «Un Irán nuclear sería una grave amenaza que el mundo debe impedir», dijo.
Dentro de su gira internacional, que hoy lo lleva a Berlín, el senador de Illinois reafirmó en Jerusalén ante el presidente Simon Peres su «compromiso con la seguridad de Israel», y expresó su esperanza de poder contribuir a «una paz duradera en la región». A diferencia de su contrincante republicano, John McCain, quien viajó a Israel en marzo, Obama visitó también los territorios palestinos, concretamente Ramallah, donde se reunió con el presidente, Mamud Abbas, en la Muqata.
No obstante, de las 30 horas que tenía previsto pasar en Israel, solo dedicó una hora a su cita con los palestinos. Después del encuentro con Abbas tampoco ofreció ninguna comparecencia conjunta ante la prensa, cosa que sí hizo con los políticos israelíes.
En Israel, cuyos políticos califican a George W. Bush como uno de los mejores amigos que ha tenido el país en la Casa Blanca, los sondeos consideran a McCain el candidato que mejor representa los intereses israelíes. De todas maneras, Obama fue recibido con cordialidad. El presidente Peres, de casi 85 años, quiso por ejemplo darle un consejo «de hombre joven a hombre joven» en el caso de que gane las elecciones: «Sea un gran presidente de EE.?UU. porque el mundo necesita una visión y un liderazgo».
Por la tarde, Obama y la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, visitaron la ciudad de Sderot, la más afectada por los lanzamientos de cohetes desde Gaza. Por la mañana se reunió con el titular de Defensa, Ehud Barak, con quien discutió la «amenaza» que representa Irán. A los israelíes les preocupa la intención expresada por el candidato demócrata de abrir negociaciones con Irán, país que consideran una «amenaza a su existencia».
Pese a que el importante voto judío en Estados Unidos suele decantarse por los candidatos demócratas, las encuestas apuntan a que Obama debe trabajar todavía para ganárselo. Según un sondeo de Gallup, un 61% de los judíos lo votarían, 13 puntos menos que el 74% que dio su papeleta a Kerry en su duelo con Bush.
En los últimos meses, una campaña había acusado a Obama de ser un antisemita oculto rodeado de asesores propalestinos. Por todo ello, era de esperar que exhibiera especiales muestras de afecto. Tras su reunión con Peres, felicitó a Israel por el 60 aniversario de su fundación y alabó la historia de una nación «nacida de las cenizas» como un «milagro».
De todas maneras, Obama también debía esforzarse para ganarse la confianza de los palestinos. Tras su encuentro con Abbas, el negociador jefe palestino Saeb Erekat calificó la reunión de muy importante. Según dijo, Obama le aseguró a Abbas que no quiere «desperdiciar ni un solo minuto», ya que el tiempo tiene un papel decisivo para alcanzar avances.