El conflicto en Oriente Medio está mostrando una Unión Europea dividida por antiguas rivalidades.
El Reino Unido y Francia, ambos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, criticaron con dureza la ofensiva contra la franja de Gaza. Sin embargo, pareció encontrar una interpretación muy diferente en países como Alemania y la República Checa, que preside el bloque, que ven proporcionada la respuesta israelí y creen que el principal culpable de la crisis es Hamás.
Las diferencias están generando tensiones internas, y eso explica que ayer hubiera dos delegaciones comunitarias de alto rango mediando en la región, una encabezada por el ministro de Exteriores checo, Karel Schwarzenberg, y la otra por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que el 1 de enero entregó a la República Checa la presidencia de la UE.
Un portavoz del Ejecutivo comunitario negó ayer cualquier competencia entre las dos delegaciones, pero aclaró que «la misión de la UE [la de Schwarzenberg] es el centro de la acción». Añadió que es de agradecer que cualquier otro político (como Sarkozy) viaje a la región para reforzar las exigencias de la UE: tregua inmediata y acceso de ayuda humanitaria.
Otras fuentes en Bruselas sostienen que Sarkozy se aprovecha de las debilidades diplomáticas de la República Checa. Antes de su viaje a la región, Schwarzenberg condenó solo a Hamás y mostró gran comprensión con los ataques israelíes. El enfado de los árabes no se había aplacado aún ayer cuando Schwarzenberg llegó a Egipto para hablar con el presidente Mubarak.
Por su parte, Sarkozy se entrevistó con su homólogo palestino, Mahmud Abás, antes de ir a Israel para reunirse con el primer ministro, Ehud Olmert.
«Diré al presidente [israelí], Simon Peres, y a Olmert, con toda franqueza, que la violencia debe cesar», aseguró Sarkozy junto a Abás. El jefe de Estado francés reiteró el deseo europeo de «un alto el fuego lo antes posible» y acusó de nuevo a Hamás de haber actuado de «forma irresponsable e imperdonable» al no renovar la tregua expirada el 19 de diciembre con Israel.
El grupo respondió acusándolo de «total parcialidad» a favor de Israel.
Abás excluyó aprovechar la situación para retomar el poder en la franja.
No a los observadores
Pese a los expectativas de Sarkozy, la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, ya rechazó todo cese de la ofensiva y la presencia de observadores internacionales en la franja. Afirmó que Israel necesita más tiempo para completar la operación y que no desea que esta finalice de un modo que legitime a Hamás, lo que deja fuera la posibilidad de firmar una tregua. «No hacemos tratos con los terroristas, luchamos contra ellos», insistió.
George W. Bush aseguró comprender el deseo de Israel de defenderse y estimó que todo alto el fuego debe conllevar condiciones que impidan a Hamás disparar cohetes. Su jefe más influyente en Gaza, Mahmud al Zahar, prometió la victoria y el grupo envió ayer una delegación a El Cairo para discutir sobre cómo acabar con la guerra y con el bloqueo israelí.
Ese alto el fuego también fue solicitado por el presidente ruso, Dmitri Medvédev.
El ministro de Información libanés, Tarek Mitri, aseguró que su país no quiere volver a entrar en guerra con Israel y que Hezbolá está de acuerdo.
Por su parte, Irán usará medidas políticas y económicas contra Israel y los países que lo apoyan para lograr un final de los ataques, en alusión al corte de suministro de petróleo a las naciones que respaldan a Israel.