La disputa por el gas ruso que enfrenta desde hace días a Moscú y Kiev se agravó ayer aún más con la decisión rusa de cortar totalmente el suministro a Europa occidental a través de los conductos ucranianos. La medida de fuerza adoptada por el primer ministro ruso, Vladimir Putin, fue justificada con el argumento de que Ucrania habría cerrado el paso del tránsito del gas ruso hacia la UE, una acusación que Kiev rechazó de inmediato. El presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, negó que su país esté robando el gas destinado a Europa y aseguró que la población se abastece exclusivamente con gas extraído de sus propios yacimientos.
Después de que ya el martes amplias zonas de Europa central y oriental sufrieran recortes del suministro, ayer se produjo un corte total en países como Austria, Italia, Serbia, Hungría, Bulgaria, Grecia, República Checa y Rumanía. Los países que todavía no han decretado planes de emergencia los preparan de inmediato a la vista de la ola de frío que recorre el continente. Las situaciones más graves se están viviendo en Bulgaria, que depende prácticamente de Rusia: los productores de fertilizantes han detenido su producción y los panaderos anunciaron aumentos en los precios de hasta el 5%. Para disminuir los gastos en electricidad, las autoridades disminuirán la iluminación de las calles en Sofía. En Serbia miles de personas sufrieron recortes en los servicios de calefacción y se lanzaron a las tiendas de electrodomésticos en busca de estufas mientras que Eslovaquia ha empezado a reducir su actividad industrial. En Sarajevo, la capital de Bosnia, donde la mayoría de las casas tienen calefacción por gas, la falta de esta última les recordaba la guerra de 1992-95 y las autoridades expresaron su temor a que algunas personas puedan morir de frío.
Ante la situación creada, la Unión Europea decidió endurecer el tono. El primer ministro checo, Mirek Topolanek, cuyo país preside este semestre la Unión, advirtió de que habría una intervención más firme de la comunidad si no se restauraba el suministro antes de hoy, aunque no especificó a qué tipo de reacción se refería. En paralelo, la canciller alemana, Angela Merkel, iniciaba conversaciones a dos bandas con el presidente de Ucrania y el primer ministro ruso. Según informó este último, Merkel le propuso enviar observadores a Rusia y Ucrania para restablecer el bombeo.
Putin, que ayer compareció con ex canciller alemán, Gerhard Schröder, presidente del consejo de administración de la compañía Nord Stream, que está construyendo precisamente un gasoducto alternativo al de Ucrania, aceptó la propuesta no sin antes subrayar que este país denegaba el acceso de observadores hasta ahora. Según indicó, la llegada de observadores a Ucrania es para Rusia una condición sin la cual Gazprom no restablecerá el suministro.
La propuesta también fue aceptada por Ucrania, según informó en Praga el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Los detalles concretos se acordarán hoy en Bruselas en reuniones que el comisario europeo de Energía, Andris Piebalgs, y la presidencia checa de la UE mantendrán con responsables del consorcio gasístico ruso Gazprom y de la empresa ucraniana Naftogaz.
En esas reuniones se fijarán las condiciones técnicas y el establecimiento de la comisión de control que ha de verificar que es verdad lo que dicen unos y otros, y que se situará en ocho puntos de contacto, explicó por su parte el primer ministro checo, Mirek Topolanek.