La muerte de Ted Kennedy pone fin a una dinastia política envuelta en el glamur y la tragedia.
26 ago 2009 . Actualizado a las 11:03 h.El senador Edward Kennedy, bastión de la dinastía política que dominó la política de los años 60, y que se vio envuelta de glamur y desgracia en la misma medida, falleció hoy a los 77 años, víctima de un cáncer cerebral.
El fallecimiento del «león del Senado» y adalid de causas tan diversas como la reforma sanitaria, el salario mínimo o la inmigración, deja un hueco en el Congreso de EEUU que será muy difícil llenar.
No es sólo que el Senado se quede, por primera vez en décadas, sin un representante de lo más parecido a una familia real con que cuenta Estados Unidos.
Desaparece un político de otra era -de cuando el concepto de servicio al público era un deber y no una excusa-, un maestro en la negociación entre bambalinas que sacó adelante muchas causas que parecían perdidas y el mentor de toda una generación de políticos.
Hacía ya tiempo que el senador por Massachusetts había rebajado mucho su actividad.
Desde que en mayo de 2008 le detectaron un tumor cerebral incurable, que le tuvo hospitalizado, las comparecencias de Kennedy en el Senado, su segundo hogar a lo largo de medio siglo, se hicieron más y más infrecuentes.
Kennedy no sólo fue una figura clave para lograr que Obama fuera nombrado candidato presidencial del partido demócrata y, posteriormente, elegido presidente de EEUU.
También fue un estrecho colaborador del presidente estadounidense en una causa por la que ambos sentían pasión, la reforma del sistema sanitario de tal modo que los cerca de treinta millones de personas que en Estados Unidos carecen de cobertura médica pudieran recibirla sin costes estratosféricos.
A la ausencia de Kennedy en el Senado, y su capacidad para llevar a un aparte a la persona adecuada y convencerla en un momento clave, se atribuyen parte de las dificultades que está padeciendo la Casa Blanca en lograr que la reforma sanitaria salga adelante.
Kennedy, sin embargo, no sólo fue líder en lo que respecta al sistema de salud. Para el partido demócrata ocupaba el puesto de referente moral.
Con sus discursos en favor de la justicia social, la educación para todos y la integración de los inmigrantes era el icono del ala más liberal del partido, una etiqueta que llevaba muy a gala incluso en momentos en los que describirse como liberal -después de los atentados del 11-S, por ejemplo- era casi de mal gusto.
Y sin embargo, su evolución a símbolo moral demócrata partió de unos comienzos improbables.
En julio de 1969, el entonces joven senador regresaba de una fiesta junto a su secretaria, Mary Jo Kopechne, y su vehículo se precipitó a un canal en la isla de Chappaquiddick, en Massachusetts.
Él pudo salir pero su acompañante no y murió asfixiada.
Kennedy abandonó el lugar y no dio parte a la Policía hasta el día siguiente, en un episodio que aún hoy está rodeado de misterio y cuya sombra le ha acompañado desde entonces.
En parte por los ecos de aquel suceso se atribuye el fracaso de su candidatura a la presidencia de EEUU en 1980, cuando fue derrotado en unas apretadas primarias demócratas frente al presidente Jimmy Carter.
En 1972 y en 1976 había desestimado esa posibilidad, al aludir a «preocupaciones familiares».
Nacido el 22 de febrero de 1932 en Boston, fue el más joven de los nueve hijos de Joseph Kennedy y su esposa Rose Fitzgerald y el último superviviente de los hermanos varones, después de que fueran asesinados sus hermanos John, presidente de EEUU, en 1963, y Robert, en 1968, durante la campaña presidencial.
Abogado de carrera, se graduó en la Universidad de Harvard y sirvió en el Ejército entre 1951 y 1953.
Fue senador desde 1962, cuando ocupó la vacante que dejó su hermano John al llegar a la Casa Blanca un año antes. Nunca la dejaría. La última de sus reelecciones tuvo lugar en 2006 y su mandato hubiera expirado en 2013.
Antes de su muerte presidía el comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones en la Cámara Alta, donde trabajó para sacar adelante una ley, el año pasado, que aumentaba el salario mínimo.
En 2007 fue uno de los patrocinadores del fallido intento de una reforma del sistema migratorio.
Ha dejado su huella en cientos de leyes relacionadas con el sistema de salud, los derechos civiles, la educación, los servicios sociales y otros asuntos.
Divorciado tras 24 años de matrimonio en 1982 de su primera esposa, Joan, con quien tuvo tres hijos -Kara, Edward y Patrick-, estaba casado desde 1992 con Victoria Reggie, con quien tuvo otros dos hijos, Curran y Caroline Raclin.