Las acciones tienen lugar dos días después del doble atentado en el metro de Moscú. Medvédev y Putin creen que los responsables de ambas acciones son los mismos.
31 mar 2010 . Actualizado a las 19:21 h.Un nuevo baño de sangre con al menos 12 muertos ha desatado en Rusia el temor a una nueva ola de ataques terroristas. Apenas dos días después de que dos atentados suicidas dejaran casi 40 muertos en el metro de Moscú, se han explotado otros dos terroristas en la república de Daguestán, en el conflictivo Cáucaso Norte.
Los analistas creen que, con esta nueva serie de ataques, los insurgentes islamistas quieren dejar atrás sus recientes derrotas y hacer una demostración de fuerza en su lucha por la instauración de un Estado islámico independiente. El presidente ruso, Dmitri Medvedev, y el primer ministro, Vladimir Putin, consideraron que detrás del doble ataque en la ciudad de Kisliar se encuentran los mismos autores intelectuales de los de Moscú el lunes.
«El objetivo de los terroristas es sembrar el miedo y el terror en la población. No admitiremos eso», prometió Medvedev. Para Putin, «sacar de las alcantarillas (a los terroristas) y traerlos a la luz del día es una cuestión de honor de los órganos de defensa de la ley». La dupla del poder en Moscú prometió combatir el terrorismo con una mezcla de fuerza y profundización de las políticas sociales.
Después de numerosos atentados, sin embargo, los rusos dudan de que la política de dureza implementada hasta ahora logre sus objetivos. Muchos temen una espiral de violencia, ataques y contraataques. Sobre todo en la capital, destacan los psicólogos, el miedo a nuevos atentados se expande entre sus más de diez millones de habitantes.
Hasta el momento no se sabe con certeza quién está detrás de los cuatro atentados suicidas de esta semana. Doki Umarov, líder terrorista en Chechenia, rechazó su implicación en un mensaje de video y atribuyó los ataques al mismo Putin y al servicio de Inteligencia FSB.
Muchos se preguntan también por qué el país vuelve a verse sacudido por el terrorismo después de años de calma relativa y, sobre todo, por qué el FSB llegó a la pista caucásica horas antes de los atentados del lunes. A nadie se le escapa que estos atentados se producen siempre en tiempos de crisis y con un fuerte ánimo de protesta en la población, como ocurre ahora.
En la república de Chechenia, entre tanto, se alzaron voces contra un juicio prematuro de los hechos. El controvertido presidente de la región, Ramsan Kadyrov, lleva tiempo luchando por mejorar la imagen chechena después de años de guerra, para lo cual ha impulsado, entre otras cosas, la reconstrucción de la capital, Grozny.
El nuevo enviado especial del Kremlin para el Cáucaso Norte, Alexander Jloponin, advirtió que en ese empeño también habrá que redoblar la lucha contra la pobreza y el desempleo, caldo de cultivo de tendencias radicales. Su objetivo es integrar la zona en el resto de la Federación Rusa por medio de una nueva política económica.
Las especulaciones no han hecho más que empezar. El jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, quiso ver también posibles vínculos con Georgia, con la que Rusia mantuvo una guerra en agosto del 2008. De un modo u otro, lo que está claro es que Rusia tendrá que atajar el problema del terrorismo cuanto antes, también por los Juegos Olímpicos de Invierno que acogerá en el 2014. Su sede, la ciudad de Sochi, está junto al mar Negro en el Cáucaso Norte.