El eje Berlín-Moscú se afianza con un estratégico gasoducto

Enrique Müller BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

Alemania distribuirá gas siberiano a 26 millones de hogares de la UE

09 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El acto que tuvo lugar ayer en Lubmin, una pequeña localidad alemana ubicada en la costa del mar Báltico, fue simbólico pero marcó un nuevo capítulo que tiene una importancia crucial para Rusia, Alemania y varios países europeos. Angela Merkel y Dmitri Medvédev abrieron el grifo del primer gasoducto submarino que conectará las enormes reservas de gas siberiano con Europa.

La ceremonia puso fin a la primera etapa de un megaproyecto que tiene un coste total de 7.200 millones de euros y que hará posible, cuando el proyecto llegue a su fin, la llegada de unos 55.000 millones de metros cúbicos de gas ruso cada año, una cantidad suficiente para abastecer a unos 26 millones de hogares en el continente.

«Es para mi un gran honor llevar a cabo la inauguración de un proyecto tan estratégico. Se trata del mayor proyecto de infraestructura energética de nuestro tiempo y un ejemplo de la cooperación entre Rusia y Europa, dijo la canciller. «Tenemos ante nosotros un futuro brillante y estoy convencido de que Rusia y la Unión Europea tienen por delante nuevos proyectos excelentes», dijo Medvédev, quien expresó su deseo de que la futura cooperación entre su país y la UE no se vea entorpecida por lo que llamó «barreras artificiales».

El primer tramo del gasoducto que une la localidad rusa de Vyborg con la terminal alemana en Lubmin mide 1.224 kilómetros de largo y, si el proyecto concluye con éxito, medirá en su fase terminal cerca de 3.000. Según los términos del contrato, Gazprom suministrará el gas directamente a Alemania, que será su único distribuidor en Europa.

La construcción del estratégico gasoducto fue el fruto más visible e importante de la estrecha relación que unió a Vladimir Putin y a Gerhard Schröder, dos políticos que gobernaban en sus respectivos países cuando se firmó, en septiembre del 2005, el contrato que dio vida a la sociedad Nord Stream, que quedó integrada por el gigante ruso Gazprom, las compañías alemanes Basf y Eon, la holandesa Gasunie y la francesa GDF Suez.

Los excluidos

Su construcción fue duramente criticada en su momento por Ucrania, Bielorrusia y Polonia, que quedaron excluidos del trayecto. Según estos países, la iniciativa era una apuesta del Kremlin para ejercer una nueva y poca disimulada presión política sobre sus vecinos.

Uno de los 400 invitados al acto fue el excanciller Gerhard Schröder, quien asumió el cargo de presidente del Consejo de Accionistas de Nord Stream poco después de perder las elecciones ante Merkel. También estuvieron presentes los primeros ministros de Francia, François Fillon, y de Holanda, Mark Rutte.