El anti-Merkel de la Alemania socialdemócrata

juan oliver ESTRASBURGO / ENVIADO ESPECIAL

INTERNACIONAL

Martin Schulz, el nuevo presidente del Parlamento Europeo, es alemán y nació a mediados de los cincuenta.

18 ene 2012 . Actualizado a las 06:55 h.

El nuevo presidente del Parlamento Europeo es alemán y nació a mediados de los cincuenta (tiene 56 años), pero probablemente eso es lo único que lo une a Angela Merkel (57 años). Y no solo por sus familias políticas (él es socialdemócrata y ella democristiana), sino porque todas sus circunstancias vitales parecen contrapuestas.

La canciller se crió en los años más grises del Berlín este, mientras que Schulz nació en Eschweiler, una zona rural de Aquisgrán, en la Alemania del otro lado del Muro. Si ella hizo carrera de ciencias y se doctoró en Físicas, él se decantó por las letras y se hizo librero y editor. Y si Merkel sorprendió en los noventa con un portentoso y veloz salto a la política tras la caída del Muro, situándose de la noche a la mañana como ministra de Köhl, Schulz, que se afilió muy joven a la SPD, se mantuvo siempre en segunda fila y solo obtuvo cierta relevancia tras muchos años como concejal y luego alcalde de Würselen, un pueblo de 40.000 habitantes cercano a su localidad natal.

Eurodiputado desde 1994, era hasta ahora portavoz de la Alianza Progresista de los Socialistas y Demócratas de Europa (S&D), puesto desde el que se ha ganado una merecida fama de parlamentario agresivo y polémico, capaz de disfrutar con el enfrentamiento directo con tipos como Berlusconi y Jean Marie Le Pen (sostuvo con ellos dos de los rifirrafes dialécticos más recordados en la Eurocámara), con un estilo muy alejado de la mano de hierro en guante de seda que Merkel pasea desde hace años por Europa.

Es precisamente ahí, en los asuntos europeos relacionados con la crisis de deuda, donde han mostrado sus divergencias con más énfasis. Frente a la austeridad y el respeto a la letra pequeña de los tratados que defiende Merkel, Schulz apuesta por los estímulos dirigidos al crecimiento y al empleo, sin importarle que haya que saltarse las normas para que el BCE socorra a los países asediados por el vendaval financiero. Si Merkel no se cansa de convocar cumbres una tras otra, él no se sonroja al criticar ese calendario de reuniones que no han impedido que Europa se asome a la recesión.

Ayer repitió esa tesis en la Eurocámara, que le dio la Presidencia con 387 votos de populares y socialistas. Habían pactado que sería él quien sustituiría a mitad de la legislatura al conservador polaco Jerzy Buzeck, pero en público, y antes de la votación, Schulz decía que no las tenía todas consigo, consciente de que su peculiar carácter le había granjeado enemistades a ambos lados del hemiciclo.