Reino Unido reconoce que hace seis años utilizó un canto rodado con un ordenador en su interior para espiar al gobierno ruso.
19 ene 2012 . Actualizado a las 22:30 h.Fue un sonado escándalo de espionaje hace ahora seis años y deterioró seriamente las relaciones entre Moscú y Londres. A primera vista parecía una simple piedra tirada en un parque, pero los servicios secretos rusos (FSB) descubrieron que era algo más que eso. El guijarro, de unos 30 centímetros de diámetro, estaba hueco y en su interior había un pequeño ordenador que podía ser operado a distancia mediante un sistema de transmisión inalámbrico.
El trozo de roca fue hallado porque los agentes rusos siempre vigilan de cerca a los diplomáticos de países occidentales y observaron que algunos de la Embajada británica frecuentaban un parque y se paraban en un sitio determinado sin razón aparente. Los sospechosos no se reunían con nadie, ni leían un libro, sino que sacaban una tableta con pantalla táctil para hacer unas anotaciones con un puntero digital, con lo que los espías rusos decidieron colocar varias cámaras ocultas alrededor del predusco.
«Lo de la piedra fue una vergüenza«, admite ahora Jonathan Powell, colaborador del exprimer ministro Tony Blair.
El informante ruso a sueldo del MI6 depositaba la información sensible en el dispositivo instalado en el canto rodado y, al poco tiempo, aparecían los británicos para recogerla en su ordenador portátil. El transmisor tenía un alcance de hasta 20 metros, lo que permitía elegir puntos diferentes durante las descargas y evitaba que el acercamiento fuera excesivo.
Gracias al dispositivo de rastreo emplazado sobre el terreno, fueron sorprendidos con las manos en la masa cuatro miembros de la legación diplomática británica: Marc Doe, Christopher Pirt, Andrew Fleming y Paul Cronton. Este último figuraba acreditado en Rusia como representante del MI6.
El domingo 22 de enero de 2006, el canal de televisión público ruso RTR emitió un programa poniendo al descubierto el hallazgo y mostrando fragmentos de las filmaciones de las cámara ocultas. En una de ellas, se veía a Doe cogiendo la piedra, ya que los rusos habían provocado interferencias y algo no funcionaba. Sin embargo, el Reino Unido dijo no tener nada que ver con el artilugio camuflado y negó que se tratase de un asunto de espionaje.
El entonces presidente Vladímir Putin ni siquiera se atrevió a expulsar a los cuatro espías británicos. Pero ayer, en la primera entrega de un documental sobre Rusia, difundido por la BBC2, Jonathan Powell, estrecho colaborador del exprimer ministro Tony Blair, reconoció que su país sí estaba implicado en la trama y hasta más arriba del corvejón. «Lo de la piedra fue de vergüenza», admitió Powell durante el reportaje, que admitió que «nos pillaron y estaba claro que ya lo sabían desde hacía tiempo, pero se lo guardaron para usarlo con fines políticos».
Y así fue. Doe se encargaba de financiar las ONGs rusas y Putin aprovechó para aprobar una ley restringiendo su funcionamiento.