Grecia culpa a los grandes partidos

Leoncio González REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Los sondeos auguran el retroceso de Nueva Democracia y PASOK, un Parlamento con hasta diez partidos y un mayor peso de los radicales

29 abr 2012 . Actualizado a las 07:06 h.

Las últimas encuestas publicadas en Grecia pronostican que el domingo que viene ganará las elecciones Nueva Democracia, el partido conservador que encabeza Antonis Samaras, pero también adelantan que no tendrá mucho que celebrar. Pese a que no dejó de reclamar un mandato fuerte desde que empezó la campaña, si al final se impone será por los pelos. Esto significa que no podrá gobernar como no pacte con los socialistas del PASOK, sus compañeros de viaje en el Ejecutivo de Papademos y los únicos con que comparte la política de sacrificios, aunque bien podría ocurrir que tampoco este acuerdo sirva de gran cosa.

Dueños y señores hasta no hace mucho del país, que se repartían por turnos, PASOK y Nueva Democracia son ahora dos sombras de lo que fueron y podrían no depender de sí mismos. Sumados sus resultados, nunca bajaron del 77 % de los votos desde 1981 y en la última visita a las urnas se repartieron 250 de los 300 escaños en disputa. Tras el respaldo que brindaron a los recortes impuestos a cambio de los rescates, tendrán dificultades dentro de siete días para reunir el 40 % de los sufragios entre los dos. Solo llegarán a las 151 actas que son necesarias para pasar la investidura si tienen suerte.

Podríamos asistir, por tanto, a uno de los acontecimientos más novedosos de la política griega desde la caída de la Junta Militar hace 38 años: la agonía del bipartidismo. Los comicios sancionarán una recomposición del mapa electoral que se ha ido fraguando tras el golpe tecnocrático que cubrió el vacío dejado por la marcha de Papandreu y que se distingue por la aparición de nuevos partidos desgajados de los dos grandes, en desacuerdo con el apoyo que estos prestaron a las exigencias de austeridad. Si los institutos de opinión no se equivocan, el Parlamento pasará de las cinco formaciones actuales a tener entre ocho y diez.

Radicalización

El problema es que no se trata de una fragmentación sin más. En concordancia con el aumento de la adrenalina que inflama las calles con protestas cada vez más violentas, se ha puesto en marcha una espiral de radicalización de la política que ilustra muy bien lo que sucede con Laos, el partido de ultraderecha equiparable al Frente Nacional de Marine Le Pen o al Partido de la Libertad de Geert Wilders. En lo que parece una penitencia por su colaboración con los primeros ajustes, se está viendo desbordado por la irrupción de un grupúsculo de filiación neonazi todavía más extremista, Chrysi Avgi, al que se responsabiliza de las cada vez más frecuentes agresiones contra inmigrantes y que tiene posibilidades de obtener representación, pese a que las posturas que defiende no pueden ser más descabelladas.

El fenómeno no se detiene aquí: afecta a todo el espectro ideológico y está dejando despoblado el centro. A la izquierda del PASOK, por ejemplo, pueden subir como la espuma el Partido Comunista, que en Grecia aún se mantiene fiel a los principios del estalinismo, y SYRIZA, una versión helénica de nuestra Izquierda Unida en la que tienen cabida trotskistas y maoístas. Pero es que al otro lado, por la derecha de Nueva Democracia, van a irrumpir los denominados Independientes Griegos, conocidos por la retórica incendiaria de su líder contra lo que considera una ocupación extranjera de su país.

Parece inverosímil que estas formaciones puedan ponerse de acuerdo para gobernar si  los números se lo permiten, dada su enemistad ideológica, pero lo que no puede descartarse del todo es que sumen una mayoría matemática opuesta a los recortes con la capacidad de entorpecer la formación de un Gabinete entre Nueva Democracia y el PASOK o de sabotear sus medidas tan pronto eche a andar.

Sin fe en Europa

Después de cuatro años de recesión, el país está abruptamente dividido entre los que aún ven algún beneficio en la política de rigor y quienes ya no quieren otra salida que deshacer los acuerdos con Bruselas y desertar de la eurozona. Se ha desatado una ciclogénesis populista que está desmantelando la fe de los griegos en Europa. La sensación de que Grecia está siendo penalizada de forma abusiva para enviar un mensaje de advertencia a otros países de la Unión se propaga incluso entre los más moderados.

Si todo eso se tradujese dentro de una semana en un castigo excesivo a los dos únicos partidos dispuestos a seguir pechando con los rescates, la inestabilidad en la cuna de la democracia sería inevitable pero la onda expansiva retumbaría con un eco ensordecedor por todo el continente.

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