El presidente afronta en el Congreso investigaciones sobre las escuchas a periodistas, la persecución de los conservadores por el fisco y el ataque al consulado en Bengasi
16 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Lo que parecía que iba a ser un segundo mandato relativamente cómodo para el presidente Barack Obama se ha convertido en los últimos días en un infierno. El escándalo sobre las escuchas telefónicas a periodistas de la agencia de noticias estadounidense AP es el último, pero no el único. También están la persecución de los conservadores por parte del fisco y las incoherencias de los informes sobre el ataque al consulado Bengasi. Tres casos que ponen en duda la labor de la Administración Obama y que investiga el Congreso.
Una prueba de cómo están las cosas la dio el interrogatorio al que fue sometido ayer el titular del Departamento de Justicia y fiscal general, Eric Holder, por el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, en el que se repasaron los tres escándalos.
«Simplemente, no estaba dentro del caso», dijo cuando un legislador le preguntó sobre su implicación en los pinchazos a AP. «No conozco las razones por las que la citación se hizo como se hizo», añadió. Repitió, como ya dijo el martes en rueda de prensa, que él mismo se recusó de la investigación porque había sido interrogado por el FBI previamente en relación con el caso.
Los pinchazos fueron ordenadas por su departamento, según sus palabras, sin su conocimiento, para tratar de descubrir qué persona del Gobierno había filtrado a la agencia la investigación de la CIA sobre un complot de Al Qaida en Yemen para atentar contra un avión.
Antes de que se realizaran las escuchas, el FBI interrogó a más de trescientas personas, pero no lograron descubrir quién había dado la información. Por eso, Holder, según explicó, ordenó al fiscal del distrito de Columbia que dirigiera una investigación para localizar al informador. Ese fiscal ordenó entonces que se pincharan los teléfonos fijos y móviles de, al menos, seis periodistas de la agencia AP entre abril y mayo del 2012.
El espionaje ha puesto en pie de guerra a los medios de comunicación y a los periodistas, ya que consideran que se ha violado la primera enmienda de la Constitución de EE.UU. que protege la libertad de prensa. También políticos, incluso algunos demócratas, han mostrado su preocupación.
Denuncias que ponen a Obama en la situación más complicada de su presidencia. Porque aunque ayer fue Holder el que contestó a las preguntas de los legisladores, todas las miradas se dirigen a la Casa Blanca.
Ley de protección
Los demócratas anunciaron ayer que, a petición de la Casa Blanca, van a revivir la llamada ley de libre circulación de la información, cuyo objetivo es impedir que un periodista tenga que revelar sus fuentes, y que sea aprobada por el Congreso.
Parece un esfuerzo de Barack Obama por recuperar las buenas relaciones con la prensa, unas relaciones que han resultado muy dañadas, quizá irremediablemente, tras el escándalo de la agencia AP.