«Papá, vuelve a casa, todavía necesito un papá», escribió la hija del piloto. El mensaje se difundió rápidamente por las redes sociales. Los familiares de los viajeros pasaron la noche en los aeropuertos de Surabaya y de Singapur, los puntos de partida y de llegada, con la esperanza de obtener noticias en medio de un creciente desasosiego.
«Mi hermano llevaba tres años viviendo en Indonesia», declaró a AFP Renée, la hermana del copiloto de origen francés. «Era un profesional «excelente», añadió. A bordo del aparato, viajaban 155 indonesios, tres surcoreanos, el copiloto francés, un británico, un malasio y un singapurense. En total, siete miembros de la tripulación y 155 pasajeros, entre ellos 16 niños y un bebé.
Una de las familiares, que esperan noticias, Vicky, todavía mantiene la esperanza de encontrar a sus dos hermanos, a pesar de las «inapropiadas» declaraciones del responsable de la búsqueda sobre la posibilidad de que el avión esté en el fondo del mar. A juicio de Vicky, esto quiere decir que los pasajeros están muertos.
Una familia de diez indonesios pone el contrapunto en estos momentos de desazón. Pensaban viajar a Singapur para celebrar el Año Nuevo y tenían billetes para las 7.30, pero AirAsia les adelantó el vuelo al de las 5.30. Sin embargo, no recibieron la carta ni las llamadas informativas. «Naturalmente, nos enfadamos», afirma la matriarca al referir el momento en que les comunicaron que habían perdido el avión. «Mientras imprimían los nuevos pasajes, nos enteramos del accidente, así que anulamos inmediatamente nuestro vuelo», agregó.
Indonesia, un archipiélago de 17.000 islas muy dependiente del transporte aéreo, tiene uno de los peores balances en Asia en materia de seguridad aérea.
AirAsia Indonesia es una filial de AirAsia que explota comercialmente el avión desaparecido. El Airbus A320-200 había sido revisado el 16 de noviembre, indicó AirAsia, una compañía que no había tenido ningún accidente mortal hasta la fecha.