Un triunfo de Syriza, la favorita, supondría el rechazo de la austeridad de la troika
25 ene 2015 . Actualizado a las 10:31 h.Grecia contiene el poco aliento que le queda. Casi diez millones de votantes acudirán a las urnas para elegir Parlamento. De paso juzgarán a la Unión Europea.
Tras seis años de crisis y recortes, miles de millones de deudas y de rescates después, todas las encuestas le otorgan la victoria a Syriza, lo que supondría una bofetada a las políticas de austeridad exigidas por la troika a cambio de los rescates. Nueva Democracia, la opción de la continuidad, la de mantener el diálogo con Europa en los mismos términos, apunta al segundo puesto. To Potami, un partido que no tiene un año de vida, se perfila como la fuerza clave para una coalición de Gobierno.
Atenas se ha entregado a la lluvia este fin de semana. Más calma tras el cierre de esta campaña exprés, pero calma tensa bajo el gris. Syriza ahora mismo es demasiado para una porción nada desdeñable de la población. «El abismo», dicen algunos. Pero si gobierna es probable que se quede corta para los que la llevaron al poder. En su discurso caben el euro y la renegociación de la deuda. Hasta muchos de los que apoyan a la coalición de izquierdas convienen en que su esperanza es tener un poco menos de lo mismo. «Ya estamos en el abismo», comentan otros.
Syriza parece tener garantizado el triunfo, que otorga 50 diputados extra en un Parlamento de 300, pero no tiene atada la mayoría absoluta. Si no la conquista, tendría que empezar a componer el rompecabezas heleno. To Potami, europeísta pero crítico con la troika, parece la opción más factible. Porque Alexis Tsipras asegura que no negociará con los partidos «que han llevado al país al desastre», léase Nueva Democracia y Pasok. No es presentable ante sus votantes. Y los comunistas aseguran que no respaldarán a Tsipras.
Si Syriza no consigue un acuerdo en tres días, ND tendría la palabra para buscar pactos durante otras tres jornadas. Y Antonis Samarás ya sabe lo que es un Ejecutivo tripartito.
Los griegos, ya cansados, no quieren ni pensar en un puzzle sin encaje que fuerce unas nuevas elecciones. En la cola ante un cajero un joven hace girar un rosario de cuentas verdes. Pero no es un rosario, es un «komboloi», un collar con el que los griegos pasan el tiempo y engañan al estrés. Crisis y elecciones. Los «komboloi» echan humo. Grecia también.