La crisis de Ucrania acaparó la atención de la jornada inaugural de la 51 Conferencia de Seguridad de Múnich, en la que se pudo apreciar las diferencias que existen entre los países occidentales para hacer frente a la agresiva política de Moscú hacia los países que abandonaron la esfera de influencia de la desaparecida URSS. La ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, subrayó que Alemania cumplirá con sus compromisos internacionales y está dispuesta a asumir «desde el centro» un papel dirigente militar en Europa y la OTAN. Sin embargo, y con la vista puesta en la crisis de Ucrania, rechazó el envío de armas a Kiev por tratarse de una medida que podría agravar aún más la situación, aunque reconoció que los separatistas prorrusos cuentan con un suministro «potencialmente indefinido» de Moscú.
La postura de Von der Leyen choca con la de EE.UU., cuyo vicepresidente, Joe Biden, es esperado hoy en Múnich para abordar precisamente ese posible apoyo a Kiev con modernas armas occidentales con las que hacer frente a los rebeldes. Biden intervendrá al igual que Angela Merkel y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, que acude todos los años a la cita en la capital bávara. Es de esperar que la canciller ofrezca detalles de las conversaciones mantenidas con Putin.
El senador republicano John McCain, otro habitual de Múnich, ha criticado, entre tanto, a Merkel por defender en su trato con Putin una «política de apaciguamiento» que inevitablemente recuerda a la mantenida por Occidente con Adolf Hitler y que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. «Su comportamiento me recuerda a la política de los años 30», dijo McCain en declaraciones al canal público alemán ZDF, ante la que se mostró «enormemente decepcionado» por la actitud de Europa ante el conflicto de Ucrania. «Le preguntaría a la canciller: ¿Cuánta gente debe morir en Ucrania antes de que les ayudemos a defenderse?