El choque entre halcones financieros y de defensa deja ver posturas irreconciliables sobre el aumento del gasto militar
17 mar 2015 . Actualizado a las 04:00 h.«Es una guerra», afirma el senador republicano Lindsey Graham sobre la lucha encarnizada que se libra en la formación conservadora a cuenta del presupuesto. Y como en todas las guerras hay dos bandos. Uno es el de los llamados halcones financieros, que defienden la contención extrema del gasto. El otro, al que pertenece Graham, el de los llamados halcones de defensa, que no aceptan un presupuesto que no amplíe el gasto militar. Sus posturas son irreconciliables.
Tras las elecciones de mitad de mandato que los republicanos ganaron ampliamente, prometieron que iban a legislar y que buscarían fórmulas para llegar a acuerdos con la Casa Blanca y los demócratas. Pero, con la aprobación del presupuesto encima de la mesa, lo que están demostrando es su incapacidad para lograr consensos internos.
El proyecto de presupuesto que Obama mandó al Congreso proponía un aumento de 80.000 millones de dólares en el gasto, la mitad de ellos destinados a defensa. Algunos republicanos protestaron por ese aumento y comenzaron a elaborar una estrategia para reducirlo. Pero la respuesta dentro de su partido ha sido durísima. John McCain contestó con una amenaza: «Si rebajamos la cifra del presidente no tendremos credibilidad para decir que estamos comprometidos con la defensa de nuestro país» y prometió que hará «todo lo posible», incluso pactar con los demócratas, para impedirlo.
En el extremo opuesto, Rand Paul, que ya anunció que se presentará a las primarias para las presidenciales, ha dicho que no votará ningún presupuesto que eleve el gasto. Y como él otros. Se desconoce el número exacto de conservadores que defienden esta postura, pero sí se sabe que pueden ser muchos. Para empezar todos los que están en la órbita del Tea Party, que se oponen por sistema a que aumente el dinero que recibe el Gobierno.
Una de las posibilidades de las que se empezó a hablar ayer es la de aprobar esta semana un presupuesto con el gasto limitado y negociar hasta el verano una ampliación del militar. Algunos conservadores estarían de acuerdo con ello porque salvarían la cara ante sus electores. Pero no todos lo están. Graham, por ejemplo, ya ha dicho que sin garantías de que se aumentarán los gastos de defensa, él no votará ese presupuesto.
El presupuesto tiene que ser aprobado las próximas semanas. Si el enfrentamiento sigue sin aclararse, el Partido Republicano se va a encontrar con la imagen de que no es capaz de legislar. Y si no es capaz de sacar adelante el presupuesto, tampoco lo será de cumplir con la promesa que había hecho tras las elecciones: aprobar este año la reforma fiscal.
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