Un acuerdo histórico tira el muro iraní

mikel ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Teherán reducirá su programa nuclear a cambio de que se le levanten las sanciones tras lograr un principio de acuerdo con las grandes potencias, al que se opone Israel

03 abr 2015 . Actualizado a las 11:05 h.

Tras ocho días de negociaciones en Lausana el ministro de Exteriores de Irán, Javad Zarif, y la responsable de política exterior de la UE, Federica Mogherini, anunciaron este jueves un «paso decisivo» en la negociación nuclear realizado con «buena voluntad». Hicieron falta 48 horas extra de encuentros y reuniones al más alto nivel entre los representantes de la República Islámica y del 5+1 [formado por EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania], para sellar un acuerdo marco, cuyos detalles técnicos y legales deben redactarse los próximos tres meses. Básicamente los iraníes limitarán el enriquecimiento de uranio y, a cambio, les levantarán las sanciones que ahogaban su economía. Se abre, por tanto, una nueva era en la relación con el gigante chií, enfrentado a Occidente desde el triunfo de la revolución islámica en 1979. El acuerdo derriba un muro diplomático de más de tres décadas y devuelve a Teherán a la comunidad internacional.

La letra pequeña recoge que la República Islámica no enriquecerá uranio por encima del 3,67% durante al menos 15 años; reducirá el uranio enriquecido a niveles bajos de 10.000 kilogramos a 300 kilogramos a un máximo del 3,67% en los próximos 15 años, o que reducirá a 6.104 las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, un tercio de las aproximadamente 19.000 actualmente instaladas. La letra grande dice al mundo que Irán no dejará de enriquecer uranio y que su persistencia en la defensa del carácter civil de su programa atómico ha logrado que el 5+1 tenga que aceptar que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ha sido incapaz de demostrar que persiguen la fabricación de la bomba.

La falta de confianza entre las partes no se ha evaporado de la noche a la mañana, pero este pacto pone final a las «especulaciones», según Zarif, y abre una etapa basada en «las evidencias». El responsable de Exteriores es la mano derecha del presidente Hasan Rohani y una de las claves del desbloqueo de un proceso estéril durante los mandatos de Ahmadineyad. Consciente del efecto que este giro puede tener en los sectores más duros del régimen islámico, Zarif dejó claro que «las relaciones entre EE.UU. e Irán no tienen nada que ver» con el pacto, e insistió en que «tenemos grandes diferencias». La puesta en escena final con Mogherini, y no con Kerry, fue todo un mensaje para esa parte de Irán que sigue viendo al Gran Satán debajo de la bandera de barras y estrellas.

El levantamiento de las sanciones ha sido uno de los temas que se han discutido hasta el final. Los castigos impuestos desde 2005, que ahora se irán levantando de forma gradual, a medida que se vayan cumpliendo los objetivos marcados, no han sido capaces de frenar la carrera iraní y sus científicos lograron en 2009 completar el ciclo de la fabricación de combustible gracias a la capacidad de producir polvo de óxido de uranio concentrado, conocido como «yellow cake» (torta amarilla), un paso que les llevó a ingresar en el selecto club atómico. Lo que sí han conseguido es ahogar a los ayatolás hasta obligarles a sentarse en la mesa negociadora.

La práctica totalidad de la comunidad internacional se felicitó por el acuerdo, con la excepción de Israel. Su reelegido primer ministro, Benyamin Netanyahu, no cesó de entorpecer los intentos negociadores. Ayer hizo decir a uno de sus portavoces que el pacto es un error histórico que hará más peligroso el mundo.