Tsipras persigue a la desesperada el apoyo de Angela Merkel

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ALAIN JOCARD |AFP

Varufakis revela que grabó una reunión del Eurogrupo y se confiesa aterrorizado

22 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El pitido de final de partido se acerca para Grecia y el nerviosismo empieza a hacer mella en el Gobierno heleno. Su primer ministro, Alexis Tsipras, dio ayer muestras del temor que guarda a perder el pulso que mantiene con sus socios del Eurogrupo y la troika para desbloquear los 7.200 millones de euros del último tramo del rescate. Grecia necesita un acuerdo de forma urgente ante la perspectiva de impagos a partir del cinco de junio.  

Así se lo hizo saber Tsipras a la canciller Angela Merkel. Los dos mandatarios se reunieron en los márgenes de la cumbre de líderes europeos en Riga. El griego busca desesperadamente una bombona de oxígeno en forma de prórroga o de un paquete de reformas más flexible. Ante la desesperante lentitud con la que avanzan las negociaciones en Bruselas, el líder griego intenta una salida política antes de que suene la campana. Para lograrlo no ha dudado en poner en marcha toda la maquinaria diplomática llevándose a Letonia a su séquito de confianza: el ministro de Estado, Nikos Pappás, el ministro adjunto de Exteriores para Asuntos Europeos, Nikos Juntís y al viceministro de Relaciones Económicas Internacionales, Euklidis Tsakalotos, quien coordina las negociaciones con la troika tras el abrupto relevo de Varufakis.

El británico The Guardian aseguraba ayer que Tsipras y los socios podrían estar negociando una ampliación del programa de rescate por cuatro meses, pero la portavoz de la Comisión Europea insistió en que el calendario sigue siendo el previsto. «Estamos hablando del calendario acordado el 20 de febrero y de acabar cuando antes la última revisión del programa de rescate».

Para añadir más tensión a la relación que mantienen Grecia y sus socios, Varufakis reveló que había grabado la reunión del Eurogrupo del 24 de abril en la que, según múltiples fuentes, los ministros cargaron fuertemente contra él. Sostiene que no existió tal hostilidad y lamenta no poder hacer públicas las conversaciones. Bruselas y el presidente del Eurogrupo le han advertido que «las reuniones son confidenciales».

De fondo suenan las alarmas de la economía griega, a punto de saltar por los aires. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, hace oídos sordos y aplaca las esperanzas de un acuerdo inminente. Varufakis, quien dice sentirse «aterrorizado» por la situación, amenazó sin embargo con no pagar las deudas si no hay dinero suficiente. «Daremos prioridad a las pensiones y los salarios antes que al FMI», advirtió.

Cautela con los deseos de Ucrania y Georgia para no encolerizar a Rusia

Unos buscan una señal clara de ingreso a la UE y los otros no quieren una confrontación con Rusia. El inicio de la cumbre europea con seis ex repúblicas soviéticas dejó asomar claras diferencias entre los participantes. Países como Ucrania y Georgia pidieron a la Unión que les brinde perspectivas claras en temas como el ingreso y la eliminación del visado obligatorio. Otros como Bielorrusia, en cambio, rechazaron que se ejerza, incluso indirectamente, críticas a Rusia.

La cumbre con seis países del este de Europa (Ucrania, Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Armenia y Azerbaiyán) comenzó ensombrecida por el conflicto en Ucrania y las tensiones con Moscú. Como es ya habitual en los últimos tiempos, la canciller alemana, Angela Merkel, marcó el tono de la reunión al decir que es diferente de la de noviembre de 2013. «Hemos sido testigos de la anexión ilegal de Crimea. Hemos visto cómo se tambaleó el ordenamiento de paz de Europa».

En su opinión, la asociación con los países del este no es un instrumento para ampliar el poder de la UE y tampoco está dirigida contra nadie, en alusión a Rusia. Su posición ha sido, por lo tanto, cauta. «No podemos despertar falsas expectativas que luego no podamos cumplir», dijo sobre las esperanzas de Ucrania de formar parte pronto de la UE. Acto seguido, para que no pareciera un desplante a Kiev, insistió en que Rusia vulnera los valores de la comunidad internacional por lo que un regreso al G8 es por ahora «inimaginable».

Ucrania, no obstante, jugó fuerte. Su presidente, Petro Poroshenko, dijo esperar de la UE «solidaridad» y reclamó, al igual que Georgia, una señal clara de que sus ciudadanos no necesitarán visado y que podrán viajar sin problemas a la Unión. Según afirmó, hoy ya no queda ninguna duda de que hay «tropas regulares rusas» en su país. También declaró que nadie en la cumbre duda de que la península de Crimea fue anexionada por Rusia.