El acuerdo entre Grecia y la troika de acreedores pende de un hilo

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YANNIS KOLESIDIS | EFE

Atenas pone la pelota en el tejado de Europa tras ofrecer un «plan realista»

03 jun 2015 . Actualizado a las 11:00 h.

El ansiado acuerdo entre Grecia y la troika de acreedores (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) para desbloquear el último tramo del rescate de 7.200 millones de euros está tan cerca de materializarse como de descarrilar a última hora. A solo dos días de que se acabe el plazo para que Grecia devuelva al FMI los 310 millones de euros que adeuda, Alexis Tsipras estudia con su equipo de expertos la última propuesta -y podría ser la definitiva-, que sus acreedores han puesto encima de la mesa a Atenas. El Ejecutivo griego pagará la factura al FMI siempre que haya acuerdo el viernes.

Las conversaciones han entrado en su etapa final tras la reunión nocturna del lunes entre Angela Merkel, Françoise Hollande, Jean Claude Juncker, Christine Lagarde y Mario Draghi. De esa cita, a la que el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, no fue invitado, nació una propuesta unitaria de las instituciones que esconde un nuevo ultimátum a Grecia.

Tsipras tendrá que ceder si quiere evitar la bancarrota y los impagos al FMI posteriores al 5 de junio, que ascenderían a 1.280 millones. La cantinela no le suena bien al líder griego, que ha hecho valer su propio paquete de 47 medidas que envió esa misma noche a Bruselas. «Hemos presentado un plan realista para que Grecia salga de la crisis [?]. La decisión recae ahora en los líderes europeos», sentenció.

El ministro de Empleo griego, Panos Skourlatis, respaldó sus palabras: «No hay lugar para más compromisos. Estamos esperando a que la otra parte asuma sus responsabilidades».

A pesar del nuevo impulso político que se ha dado para superar el impasse de las negociaciones técnicas, las diferencias persisten en torno a la reforma de las pensiones y el mercado laboral. El viceprimer ministro griego, Yannis Dragasakis, también advirtió de que cualquier acuerdo debe incluir un alivio de la deuda y la reducción del objetivo del superávit primario por debajo del 1 % para este año. Unos y otros deberán hilar muy fino para evitar un accidente. El comisario de Economía, Pierre Moscovici, se mostró ayer optimista: «Las negociaciones están dando sus frutos». Pero ese punto de encuentro puede ser solo un parche para capear el temporal. Fuentes de Bruselas creen que el acuerdo técnico se pospondría a la semana que viene. «Ha habido un gran intercambio de documentos y propuestas entre las instituciones y Grecia, pero el contacto nivel técnico continuará porque aún no estamos ahí», aseguran. Dijsselbloem fue el más escéptico: «El acuerdo no es teóricamente posible esta semana».

La voluntad de poner el broche definitivo a la crisis griega existe, pero la clave estará en conjugar dos posturas que parecen condenadas a no entenderse.

Tsipras, acorralado por la presión de Syriza

Alexis Tsipras tiene un frente abierto en su propia casa, en medio de las negociaciones con los acreedores. Deberá convencer al ala más radical de su partido si quiere alcanzar un acuerdo firme que aleje a Grecia de la quiebra. Para contar con la aprobación del Parlamento el primer ministro tendría el apoyo de To Potami, con 17 escaños, dispuesto a respaldar cualquier pacto, y el Pasok, que a tenor de sus últimas declaraciones avalaría un acuerdo. Pero el mayor problema está en el ala más a la izquierda de Syriza, que multiplica las advertencias sobre lo de ofrecer grandes concesiones a los acreedores.

Las diferencias en la coalición radical se han ido agudizando en las últimas semanas ante la necesidad de desbloquear los 7.200 millones del segundo rescate y evitar así un impago. En el último comité central el ala más radical, 75 de 170 miembros, votó a favor de una ruptura de las negociaciones con las «instituciones», como se conoce ahora a la troika.

Si bien son más los partidarios del primer ministro dentro de Syriza, la rebeldía de parte de los diputados de la coalición de izquierda podría provocar que Alexis Tsipras convocara elecciones anticipadas o un referendo. «Cuando sales elegido no recibes un cheque en blanco. Si el acuerdo no constituye un compromiso honesto y que mire hacia el progreso hay que consultar al pueblo antes de firmarlo», declaró el ministro de Trabajo, Skurletis a la televisión privada Skai. Insistió en que el Gobierno ha cedido en todos los compromisos que podía y «no tiene margen para hacer más concesiones».

¿Nuevos comicios?

El portavoz parlamentario de Syriza, Nikos Filis, también se mostró partidario de convocar comicios si el pacto acaba derivando en un ultimátum de las «instituciones» ya que según Filis algunos diputados votarían en contra. «Si estamos hablando de un ultimátum que no esté dentro del marco del mandato popular, es obvio que el Gobierno no puede firmarlo y aceptarlo». Y advirtió que de ser más de 12 los que se opusieran se deberían celebrar nuevas elecciones.

«Si el acuerdo es malo para el Gobierno, el pueblo y el país, ni siquiera será sometido al Parlamento... habrá elecciones», advirtió también el secretario de Estado, Dimitris Stratoulis.

Con una oposición debilitada, de celebrarse nuevos comicios, la coalición de izquierda radical volvería a ser la formación más votada con un 36%, según las encuestas. Aún así, el temor a una ruptura del principal partido del Gobierno griego, Syriza, es cada vez mayor. Un acuerdo que fuera considerado «deshonesto» por el flanco más izquierdista pondría en serios apuros a Tsipras.