Mañana se celebran los primeros comicios tras el fin de las sanciones
25 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los muros de la Embajada estadounidense en Teherán tienen pintadas frescas que rezan «Abajo EE.UU.», el viejo eslogan revolucionario que, pese al acuerdo nuclear y al deshielo entre Teherán y Washington, sigue vigente entre el sector más conservador del régimen. Mañana los iraníes acuden a las urnas para elegir un nuevo Parlamento y una nueva Asamblea de Expertos, y el enfrentamiento con el Gran Satán parece parte de un pasado lejano. La cita se presenta como un referendo sobre el presidente Hasán Rohaní y su política de acercamiento a Occidente. Algo que llevó a reaccionar al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que quiso apaciguar el ambiente frentista que se respira entre las dos corrientes políticas.
En Teherán ha calado la petición de Jamenei para acudir a votar en masa, pero «no tanto por mostrar el respaldo al régimen como para otorgar el mayor número de asientos al sector más aperturista», matiza Harbone Salahshuri, parte del ejército de jóvenes que reparten propaganda prorreformista en las calles. Pero una cosa es la capital y otra el resto del país, como se ha visto en anteriores comicios.
La economía centra el debate de unos ciudadanos que se muestran cansados de promesas. «Queremos hechos, que los beneficios de ese pacto nuclear se sientan en las calles y pronto», señala Milad Nezamabadi, dueño de un comercio en el centro de la capital que votó por Rohaní en el 2013 y ahora lo hará por los candidatos reformistas.
Los números del presidente y de su equipo económico muestran estabilidad. El rial permanece estable y la inflación se ha reducido del 40 % al 19 %. Los conservadores dan la vuelta al argumento de la mejoría derivada del pacto nuclear y dicen que el país sigue inmerso en un período de recesión y que Rohaní miente.
Récord de candidatos
Los comercios viven estos días su temporada alta porque se acerca el Nowruz (año nuevo persa) y las calles de la capital están repletas. La campaña electoral ha durado apenas una semana, pero se han empapelado las principales arterias con las fotos de los 6.229 candidatos que compiten por 290 escaños, la cifra más alta de la historia electoral de la república islámica pese a que más de la mitad de los candidatos, la mayor parte reformistas, fueron descalificados.
Los ciudadanos de a pie quieren ver las consecuencias del acuerdo nuclear en sus bolsillos, algo que ya ha experimentado Alí Akbar Alizadeh, quien después de muchos años he exportado las primeras alfombras a Estados Unidos. Lleva 28 años en uno de los sectores más simbólicos del país y piensa que «ya no hay vuelta atrás, el camino debe continuar porque no se puede vivir a espaldas del mundo».
La opinión de este veterano empresario la comparte Amin, abogado de 32 años graduado en Londres que acusa a los conservadores de «romper nuestros vínculos con el mundo». «Necesitamos de verdad un Parlamento más flexible que refleje el sentir de la calle y nuestras ganas de abrirnos a Occidente», afirma.