Caos y confusión en Grecia sobre las expulsiones a Turquía

LETICIA ÁLVAREZ LA VOZ EN LESBOS

INTERNACIONAL

MARKO DJURICA | Reuters

Casi un centenar de pakistaníes internados en Lesbos inician una huelga de hambre para intentar evitar ser expulsados

08 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Caos y confusión en Grecia bajo la presión combinada de la avalancha migratoria y la revisión del tercer rescate. Las dos grandes crisis de Europa se anudan en territorio heleno, donde los problemas económicos siguen dominando la agenda. El primer ministro, Alexis Tsipras, necesita que se desbloquee el siguiente tramo de ayuda para empezar a negociar un alivio de la deuda y esto coincide con que el sistema de asilo del país se encuentra colapsado. Las autoridades han avisado de un descanso de dos semanas antes de retomar las devoluciones de migrantes y no son pocos los que ven en el anuncio un órdago de Atenas a sabiendas de que en sus manos está la suerte del acuerdo entre la UE y Turquía.

Desde el inicio de la crisis de los refugiados Grecia asumió que su futuro inmediato pasaba por convertirse en un gran campo de retención donde en la actualidad viven hacinadas 53.000 personas. Hay 24 centros repartidos por toda la geografía. Las decisiones pactadas en Bruselas han empujado al país a gestionar una avalancha de solicitudes de asilo. El día siguiente al inicio de las deportaciones se registraron 3.340 peticiones solo en Lesbos y Quíos. El acuerdo sobre refugiados entre la UE y Turquía preveía que 400 funcionarios de la EASO se desplazaran a las islas griegas pero solo llegaron 70.

Sin infraestructuras ni ayuda suficiente para gestionar la situación, el Gobierno heleno optó por minimizar el impacto mediático de las devoluciones, sin previo aviso y en la oscuridad. El país no se puede permitir el error que cometió en las primeras deportaciones, con 13 personas privadas de su derecho de petición de asilo según informes de Acnur. Y como es un juez nacional quien en última instancia firma las resoluciones de los expedientes, Bruselas en este aspecto se lava las manos.

De ahí la incertidumbre sobre la próxima fecha para seguir expulsando a personas. Nikos Xydakis, el ministro griego de Asuntos Europeos, dio a entender que el proceso no se reanudaría hasta dentro de dos semanas, algo que entra en los plazos puesto que según la ley aprobada cada petición necesita en total 15 días como mínimo para estudiar de forma individual cada caso. Sin embargo, fuentes cercanas al Gobierno no descartan que hoy mismo se flete otro barco a la costa turca. «No podemos confirmarlo ni desmentirlo», afirmó un portavoz.

Mientras tanto, la tensión se hace insoportable. En el centro de Moria un centenar de pakistaníes llevan días manifestándose y 70 de ellos han empezado una huelga de hambre. Un grupo de afganos y sirios que acampan en el puerto de Quios han advertido de que se vivirán «escenas terribles» si hoy Grecia sigue con las deportaciones. En Idomeni un grupo de inmigrantes intentaron perforar la frontera con Macedonia tras abalanzarse sobre la policía griega.

Para que el acuerdo entre la UE y Turquía funcione, Grecia es una pieza clave. Si su sistema colapsa y como consecuencia las devoluciones se paran, Turquía no podrá poner en marcha el polémico trato uno por uno con Europa por medio del cual los turcos mandan en avión a un refugiado sirio por cada uno que reciban desde las islas griegas. Están en juego una golosa cuantía de 6.000 millones de euros y el acuerdo para la eliminación de visados. Erdogan tronó ayer poco amistoso. «Hay condiciones precisas. Si la UE no da los pasos necesarios, si no respeta sus compromisos, Turquía no aplicará el acuerdo», advirtió.

En resumen, que la UE necesita a Grecia para parar el flujo migratorio. Pero Tsipras, a su vez, necesita a Bruselas para conseguir el siguiente tramo del rescate y empezar a hablar de la quita. En la trastienda del ministerio de Finanzas, el Gobierno de Syriza y los acreedores internacionales continúan negociando la revisión del tercer rescate. Están en juego las pensiones, el aumento de impuestos y la pelea eterna con el Fondo Monetario Internacional, único organismo que apoya la quita pero que considera insuficientes los recortes propuestos. Atenas espera este domingo un acuerdo preliminar en materia económica y sabe que Bruselas necesita decir que las devoluciones son un éxito.