Las divisiones y el euroescepticismo dejan la moneda única expuesta a graves riesgos
17 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La noticia llegó en plena reunión de los ministros de Finanzas del euro celebrada en Luxemburgo. Primero el shock, el ataque. Luego, la confirmación del fallecimiento. Llegó el SMS que nadie quería y todos aparcaron su «tensa» discusión para guardar un minuto de silencio. «Por respeto a lo ocurrido, no vamos a hablar sobre el referendo», se disculparon al término de la reunión el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, y la directora general del FMI. Eran las 19.20 horas.
Antes, sin embargo, todos habían hablado y el FMI, además, a través de un duro informe sobre el estado económico de la Eurozona dominado por el fantasma del brexit y sus inciertas repercusiones. «Claro que hay preocupación», confesaban el jueves al unísono los ministros del bloque. El órdago británico no llega en el mejor momento. «La zona euro se encuentra en un momento crucial. Las crecientes divisiones políticas y el euroescepticismo han debilitado las perspectivas de una acción colectiva y dejado al euro cada vez más vulnerable a numerosos riesgos», zanja el documento del fondo.
Según se dice en él, «un voto a favor de la salida o incluso una victoria estrecha para la permanencia, podría exacerbar estas tensiones, lo que contribuiría a un mayor euroescepticismo e incertidumbre». No corren buenos tiempos para Europa. «Nos ha pillado con las defensas bajas, sobre todo políticas, sin tener liderazgos muy claros», advertía una alto cargo comunitario a un grupo de periodistas.
Son momentos extraordinarios, como evidencia el hecho de que el informe económico por excelencia del FMI sobre la Eurozona lo lea en esta sección y no en la de Economía. Hace demasiado tiempo que todo gira en torno al brexit y el jueves, la inercia no cambió. Todos los focos se dirigieron hacia Lagarde, que según distintas fuentes, pretendía lanzar un mensaje contundente sobre los riesgos británicos.
Finalmente, el asesinato de Cox lo cambió todo. «El informe ya dice lo que dice», matizó. Además de la vulnerabilidad política del bloque, alaba la política que está llevando a cabo el BCE y critica la hoja de ruta fiscal de Bruselas. Alerta de la debilidad del sector financiero, exige reformas estructurales, el respeto de las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y dureza con los países que lo incumplen (aunque no cita a ninguno). Sin embargo, el Fondo también pidió mayor política fiscal para estimular el crecimiento y ahondar en programas de inversión como el plan Juncker.
Pero si de algo tocaba hablar el jueves en Luxemburgo era del brexit. Ha comenzando la cuenta atrás y el nerviosismo es evidente. «Por supuesto estamos preocupados, lo seguimos de cerca y estamos considerando posibles escenarios. Me han preguntado varias veces sobre si hay plan B y no, no lo hay», recalcó Dijsselbloem. «Estamos en una situación mucho mejor que la de hace unos años, también en términos de capacidad de absorción ante posibles shocks que puedan ocurrir. No creo que haya razón para cambiar las políticas», insistió. Luego, al término de la cita, eludió hablar sobre la consulta británica pero sí recalcó que pase lo que pase, el proceso de integración de la UE seguirá de una forma u otra, «pero seguirá».