El socialismo va a primarias sin expectativas de retener el poder
22 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.No es un domingo como cualquier otro para los socialistas franceses. La primera vuelta de las primarias del partido, que tienen lugar hoy, es también primer gran punto de inflexión de una campaña relámpago marcada por la incertidumbre. Buscarle sustituto a François Hollande en dos meses no es simple y no porque falten candidatos. Desde la renuncia del presidente en diciembre, la izquierda gala se ha ido dividiendo más y más ante una derecha cada día más fuerte. Las candidaturas de Emmanuel Macron, exministro de Economía, y Jean-Luc Mélénchon, que no pasarán por las primarias, han profundizado la crisis hasta mostrar un socialismo demasiado fragmentado para presentar un bloque sólido. En consecuencia, los sondeos anuncian una tasa de participación cuatro veces menor que la de las primarias de la derecha: 1,5 millones contra 4,3. Las previsiones no son, además, alentadoras porque ningún candidato socialista pasará a la segunda vuelta de las presidenciales. Ante tales pronósticos, varios miembros del partido juegan la baza de ser el candidato llamado a redimir la izquierda. Los tres nombres principales son Manuel Valls, Benoît Hamon y Arnaud Montebourg.
Valls ha debido cargar con el peso de representar la continuidad del legado de Hollande. Durante los tres debates de esta semana, los ataques al ex primer ministro se han recrudecido. Sin embargo, su experiencia en el Palacio de Matignon lo ha situado a la cabeza de los sondeos. Aunque cuestionada, su gestión durante algunos de los momentos más difíciles de la historia reciente de Francia, como los atentados de Charlie Hebdo o del Bataclán, es lo que más ha exprimido de cara a ganar sus electores. Con su proyecto de «una república fuerte» pretende personalizar el candidato de la seguridad y de la protección.
De cerca le siguen Benoît Hamon y Arnaud Montebourg, exministros de Educación y Economía respectivamente. Si bien a principios de diciembre Montebourg parecía tener asegurado el pase a la segunda vuelta, la popularidad de Hamon ha aumentado hasta desestabilizar su posición. Ambos se han presentado como el cambio que el socialismo necesita para no derrumbarse tras la primera vuelta de las presidenciales. El más radical es Montebourg, con un plan de «patriotismo económico» (aunque él mismo admite que otros podrían llamarlo «proteccionismo») para relanzar la economía gala. También quiere restablecer el control de las fronteras y enfriar las relaciones con la UE.
El estandarte de Hamon es el salario universal, una medida rechazada tanto por Valls como por Montebourg. El exministro defiende su proyecto haciendo un paralelismo con la instauración de la seguridad social francesa, que atrajo un gran número de detractores. Semana tras semana, sus mitines se han vuelto cada vez más multitudinarios; al último, el pasado miércoles en París, acudieron 3.000 personas.