El presidente argentino cumple su primer año en el cargo bajo la sombra de los Kirchner y la corrupción
05 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Lleva un año en el poder, pero el presidente argentino no se ha desprendido aún de la «pesada herencia» recibida de su antecesora para justificar los claroscusos de su gestión. En la apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso, pistoletazo de salida del curso político de 2017, Mauricio Macri volvió a lamentarse por haber recibido una nación donde «1 de cada 3 argentinos está en la pobreza o la exclusión total» y aseguró que está sentando «las bases» para crecer «a largo plazo». Posterga así las fechas de una reactivación económica que se demora en llegar y busca aire para mantenerse en el centro del escenario político con la mirada puesta en las elecciones legislativas de octubre, primer examen de reválida de su gestión y eventual regreso de Cristina Fernández a las urnas.
Los réditos que le ha reportado la apertura en política exterior para «recolocar a Argentina en el mapa mundial» y atraer inversiones se han visto empañados por la alborotada agenda interna. El presidente busca alejarse de las sombras que proyectan los malos datos económicos, con índices de inflación de alrededor del 40 % en el 2015, y la caída de la actividad, que han provocado la salida de dos de los peones más reputados de su equipo económico, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat, y el presidente del Banco Nación, Carlos Melconián.
Además del conflicto docente que pone en jaque el inicio de las clases mañana y la movilización sindical contra el ajuste ordenado por el Gobierno que llenará las calles de manifestaciones el martes, las próximas semanas estarán presididas por la amenaza de una huelga general. Por ello, Macri busca recuperar en el corto plazo el pie tras varios «errores no forzados» en políticas tarifarias y medidas que han despertado sospechas de tráfico de influencias y corrupción.
Al escándalo de los papeles de Panamá y la relación del jefe de la inteligencia, Gustavo Arribas, con en una serie de transferencias por valor de casi 600.000 dólares de una empresa de Hong Kong controlada por Odebrecht, el máximo mandatario ha sumado esta semana un procesamiento judicial. El fiscal federal Di Lello lo investiga, junto a varios miembros de su gabinete, por asociación ilícita, negociaciones incompatibles, fraude contra la administración y tráfico de influencias en la concesión de rutas aéreas a la empresa Avianca, vinculada a Franco Macri, padre del presidente y líder de uno de los mayores grupos empresariales del país, que vendió su firma aérea al gigante colombiano hace meses.
Redefinir el mapa local
La sospecha de corrupción es una de las acusaciones más peligrosas a las que se enfrenta el Gobierno para redefinir el mapa político local. La coalición Cambiemos que lidera Macri obtuvo el respaldo suficiente para hacerse con la presidencia basándose en la necesidad de un cambio ante un galopante avance de las causas judiciales contra el kirchnerismo y su entorno. Elisa «Lilita» Carrió, socia electoral de Macri y principal ariete contra las tramas corruptas de las últimas décadas, ha salido a respaldar al presidente y su nombre suena con fuerza para encabezar el cartel por la provincia de Buenos Aires y contrarrestar con un peso pesado la posible candidatura de Cristina Fernández en el principal distrito electoral del país.