La subida de Haddad en las encuestas preocupa a sus rivales y Bolsonaro insinúa un posible fraude electoral
19 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La campaña de las elecciones en Brasil sigue dominada por dos ausentes. Lula da Silva, desde su celda en Curitiba, y Jair Bolsonaro, desde su cama en el hospital de São Paulo, marcan la agenda aunque con matices. Mientras el primero sigue siendo objeto de ataques de sus rivales por más que ya no pueda participar, el segundo intenta mantenerse relevante después del atentado contra su vida.
Lo que tienen en común Lula y Bolsonaro es que han obligado a sus sustitutos a manifestarse, con resultados desiguales. Fernando Haddad, el candidato ungido por el líder del Partido de los Trabajadores, ha asegurado que si alcanza la presidencia no indultará a Lula. Mientras, el general Hamilton Mourão, el aspirante a vicepresidente de Bolsonaro, intenta achicar agua tras insinuar que organizaría una asamblea constituyente al margen del Parlamento al tiempo que quita hierro a la declaración de su líder de que las elecciones pueden estar amañadas.
El crecimiento de Haddad en las encuestas desde que el PT le ascendió a candidato tras la inhabilitación de Lula tuvo el efecto inmediato de averiguar si concedería al expresidente un indulto para liberarle de la pena de 12 años de prisión por corrupción. El posicionamiento de Haddad no sorprende a nadie: es el mismo que Lula repitió en las semanas previas a su encarcelación.. «Yo digo no al indulto. Lula no va a abandonar la defensa de su inocencia. Él es el primero en decir que no quiere favores, que los tribunales brasileños y los foros internacionales reconozcan que fue víctima de un error judicial», dijo el exalcalde de São Paulo.
Lula repitió hasta la saciedad que no quería «ser presidente para demostrar su inocencia», sino al revés. Dentro de su postura de negación ante lo que considera acoso y derribo de jueces y medios, el líder de la izquierda brasileña llegó a decir que lo más sencillo para él hubiera sido refugiarse en una embajada extranjera para huir de su condena. Haddad, que departe cada pocos días con él en prisión, insiste en la misma postura, bien por convencimiento, bien por una decisión del Supremo Tribunal Federal del pasado marzo, que invalida cuatro aspectos del indulto presidencial de la última Navidad.
Mientras, en el espectro opuesto, Jair Bolsonaro se recupera fuera de la UCI del hospital tras el apuñalamiento sufrido en un acto electoral. Postrado en la cama, sonda nasogástrica incluida, el ultra ha lanzado varios mensajes en forma de vídeo para mantenerse en liza, aunque su participación en el resto de campaña es muy dudosa. Su último mensaje insiste en la teoría de la manipulación del sistema informático en las urnas de todo Brasil si el PT acaba ganando de nuevo. «Mi gran preocupación no es perder en las urnas, es perder por fraude. Esa posibilidad en el segundo turno, incluso en el primero, es real», dijo.
A esta afirmación respondió su candidato a vicepresidente, el general Mourão, pidiendo comprensión: «Lleva muchos días ingresado». El militar tiene sus propios fuegos que apagar: insinuó que si ganan las elecciones, convocará una asamblea constituyente al margen del Parlamento. Las acusaciones de golpista revelaron que Mourão no tiene demasiado apoyo en el núcleo duro de la candidatura de Bolsonaro, que integran sus tres hijos.