La policía turca busca en un bosque y una furgoneta posibles restos del periodista
20 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La desaparición de Jamal Khashoggi en el Consulado de Arabia Saudí en Estambul ha provocado un terremoto interno en la cúpula de la casa real en Riad. Los planes de reformas económicas y apertura social dirigidos por Mohamed bin Salman (MBS) están en serio peligro y el propio príncipe heredero se ha convertido en la mayor amenaza para que salgan adelante. Este joven de 33 años, que desde enero del 2015 dirige el país con puño de hierro, es también el principal sospechoso de haber ordenado el asesinato del periodista y esto ha llevado a su padre, el rey Salman, de 82 años y enfermo de alzhéimer, a tomar cartas en el asunto. En medio del espeso silencio oficial, se abre la puerta a apartar a Mohamed bin Salman de la línea sucesoria tras ordenar el rey a otro de sus hijos, Khaled, de 30 años y actual embajador en Estados Unidos, que vuelva a Riad.
Varias fuentes próximas a la casa real saudí confirmaron que Salman «ha tenido que tomar las riendas del asunto». Uno de los informantes de Reuters explicó que, «aunque MBS quería mantener el caso lejos del rey, no pudo porque la historia de la desaparición del periodista estaba en todos los canales árabes y saudíes que veía» el monarca. Así, «el rey comenzó a preguntar a sus asesores» y finalmente fue su hijo favorito quien le tuvo que pedirle ayuda «cuando el caso se convirtió en una crisis global».
Esta última turbulencia en la casa real saudí se suma a otros capítulos espinosos en los que está envuelto el príncipe heredero, como la desastrosa implicación saudí en la guerra de Yemen o la detención de varias mujeres activistas en el clima de supuesta apertura del régimen.
Mientras, en Estambul, los empleados turcos del consulado tuvieron que testificar ante la Fiscalía. En total fueron interrogados 15 miembros del personal local de la legación. Los investigadores extendieron la búsqueda de pruebas al bosque Belgrado, en la orilla europea de la ciudad en la que desapareció Khashoggi el día 2 y donde se cree que pudieron deshacerse de sus restos.
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Tras haber analizado los informes del secretario de Estado, Mike Pompeo, tras la gira por Riad y Ankara, Donald Trump admite ya que el periodista residente en EE.UU. «parece estar» muerto y advierte sobre las consecuencias «muy graves» para Arabia Saudí en caso de que se demuestre su responsabilidad. El presidente pidió a Turquía las grabaciones de audio que, según fuentes próximas a la investigación, recogen el interrogatorio, tortura y descuartizamiento de Khashoggi. Pero el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, declaró que no se ha compartido ningún material «ni con Pompeo ni con ningún otro responsable estadounidense».
El viaje del secretario de Estado también fue clave para que su colega del Tesoro, Steven Mnuchin, anunciara que no acudirá a la conferencia de la Iniciativa de Inversión Futura en Riad, que los medios bautizaron como el Davos del desierto. La espantada de Mnuchin se suma a las de los representantes de Gran Bretaña, Francia y Holanda y decenas de líderes de algunas de las empresas más importantes del mundo.