Downing Street explora hasta cinco escenarios ante el posible rechazo a su plan
18 abr 2019 . Actualizado a las 11:08 h.El martes 15 de enero será la histórica votación en la que la Cámara de los Comunes vote el tratado de retirada del Reino Unido de la Unión Europea, que marca la hoja de ruta para la salida del país del bloque común tras el acuerdo negociado por la primera ministra, Theresa May. La votación estaba prevista para el 11 de diciembre, pero May la retrasó por miedo a perder por un «margen significativo». Pero el año nuevo no es sinónimo de que ahora sí vaya a conseguir el apoyo de los parlamentarios. Bruselas repite por activa y pasiva que el tratado de 585 páginas no puede ser renegociado y se muestra reacia a emitir una guía legalmente vinculante sobre cómo debe interpretarse.
La votación está prevista a partir de las 20.00 horas. Un número ilimitado de enmiendas pueden ser votadas antes de la elección principal y cada una de estas decisiones puede durar unos 15 minutos, según un portavoz de los Comunes,
por lo que podrían pasar incluso dos horas, hasta que se produzca la votación del acuerdo. El número de enmiendas a votar se sabrá cuando empiece el debate, a las 12:45 horas.
Si se aprueba, el borrador del brexit se presentaría como proyecto de ley y el Reino Unido abandonaría oficialmente la UE el 29 de marzo, iniciando un período de transición de dos años durante el cual se llevarían a cabo más negociaciones.
El problema radica en que May ya sabe que más de 100 parlamentarios conservadores no respaldan su plan, al igual que los 10 diputados del Partido Unionista Democrático, que le proporcionan a los conservadores su mayoría en Westminster. Además, los partidarios de seguir en la UE no pierden la esperanza de conseguir un segundo referendo.
May no ha conseguido las «garantías adicionales» que buscó en Bruselas para convencer a los tories euroescépticos y a los unionistas norirlandeses del DUP, por lo que es posible que nos adentremos en lo que ella misma llamó como «territorio desconocido». Y hay al menos cinco escenarios por delante:
EL PLAN B
Tres días para una alternativa. Si May pierde la votación, no tendrá más de tres días parlamentarios antes de tener que volver a los Comunes con un plan B tras la moción aprobada a instancias del exfiscal general Dominic Grieve el miércoles.
renegociar
Nuevas ventajas. May tendría que obtener una extensión del artículo 50 y tratar de obtener algunas enmiendas sólidas sobre el acuerdo para traerlo de vuelta al Parlamento para una segunda votación, o incluso forzar una tercera. En 1993, el primer ministro John Major perdió una votación de los Comunes sobre el tratado de Maastricht por ocho votos, pero ganó una similar al día siguiente. El tema clave, el futuro de la frontera irlandesa, no está abierto a renegociaciones.
DEMORAR LA SALIDA
Revocar el artículo 50. May podría intentar demorar el proceso revocando el artículo 50 para permitir que todo vuelva a comenzar, pero esto sería muy difícil de justificar para el Gobierno sin preguntar a los votantes.
SEGUNDO REFERENDO
Se disparan los apoyos. La opción parece ahora más probable que cuando la campaña People’s Vote fue presentada hace seis meses por Chuka Umunna con el amparo de más de un millón de firmas. Ilustres como Tony Blair también lo piden, rechazando que genere una división aún mayor en el país. May alega que el Parlamento «tiene el deber democrático de cumplir con lo que votaron los británicos».
ELECCIONES GENERALES
El sueño de Corbyn. Si la derrota en la votación es estrepitosa, el partido laborista podría llamar a un voto de no confianza en el gobierno conservador. Si se respalda la moción en el Parlamento, se debe formar un nuevo gobierno con el apoyo de la mayoría de los diputados en 14 días. Si eso no se logra, el Parlamento se disolverá y se celebrarán elecciones, como exige a diario Jeremy Corbyn, el líder laborista.
SIN ACUERDO
Una catástrofe para todos. El Gobierno ha comenzado a acelerar seriamente la planificación de un escenario acuerdo, a pesar de que más de 200 diputados firmaron una carta instando a May a descartar esta opción. «Sería una catástrofe», coinciden fuentes de Londres y Bruselas.
La relación con la UE divide a la extrema derecha alemana
Patricia Baelo
El grexit, el öxit, ¡y ahora también el dexit!. Así es como se ha bautizado a una hipotética salida de Alemania de la Unión Europea, con la que se especula por primera vez en el continente, que hace aguas ante el inminente brexit. Quienes parecen dispuestos a seguir el ejemplo de griegos y austríacos, al plantearse un divorcio de la potencia económica germana con el resto del bloque comunitario, no podían ser otros que los ultras de AfD. Satisfechos tras haber cumplido su objetivo, polarizar Alemania con la crisis migratoria y capitalizar el creciente rechazo de la población a la llegada de refugiados, los xenófobos que quedaron terceros en las elecciones del 2017 retoman la visión euroescéptica con la que echaron a andar en el 2013.
«Si no se implementan las profundas reformas que proponemos para la UE de aquí al final de la legislatura, en el 2024, será necesaria la salida de Alemania o una disolución ordenada del bloque». Así reza «Una Europa de naciones», como se titula el segundo punto del programa ultra de cara a las elecciones europeas del 26 de mayo y que debaten estos días sus más de 400 delegados reunidos en Riesa, en el estado federado de Sajonia, uno de sus bastiones en el este del país. El lugar y el momento perfectos para elegir a los que serán los cabezas de partido para los comicios con los que aspiran a transformar el bloque, que tachan de «haberse convertido en una estructura no democrática concebida por burocracias poco transparentes y descontroladas».
«AfD desea mejorar la UE», insistió el jefe de la formación, Jörg Meuthen. Sin embargo, la idea de un dexit genera escepticismo entre la cúpula ultra, con lo que no parece probable que vaya a darle el visto bueno sin más al programa de 58 páginas. «AfD está realizando un test ante su electorado para saber si este tema tiene aceptación o no», explica el politólogo Klaus-Peter Sick. Su fin en última instancia sería normalizar la derecha respecto a lo que ocurre en vecinos como Francia o Italia, asegura el experto.
Dudas sobre la eficacia
Pero muchos dentro del partido son conscientes de que, simplemente al votar un dexit, ya están rompiendo un tabú en uno de los países que pusieron los primeros cimientos de la UE. Según una encuesta difundida por el Parlamento Europeo, el 51% de los alemanes confían hoy en el bloque comunitario, 9 puntos más que la media europea y 23 más que en 2015, cuando la crisis migratoria llegó al continente. Por eso el propio Meuthen, del ala moderada de AfD, sugiere reemplazar la fecha del 2024 en el texto sobre el eventual divorcio de Alemania por una fórmula más ambigua del tipo «en un plazo razonable».
Entretanto, un nuevo representante del sector derechista, el ex jefe en el land de Sajonia-Anhalt, André Poggenburg, ha abandonado la formación para fundar un partido aún más radical.