Juan Guaidó receta más presión internacional y una huelga

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Miguel Gutiérrez | EFE

Los antichavistas apuestan por intensificar la movilización ciudadana

02 may 2019 . Actualizado a las 20:26 h.

El núcleo duro opositor de Venezuela intenta evitar la sensación de gatillazo tras el alzamiento popular contra Nicolás Maduro lanzado el pasado martes. El efecto dominó que perseguía la puesta en libertad de Leopoldo López y el llamamiento a la insurrección militar se quedó a medias y el fundador de Voluntad Popular tuvo que refugiarse con parte de su familia en la embajada española para evitar las represalias de un Gobierno chavista enfurecido por el nuevo golpe a su credibilidad internacional.

Guaidó y los suyos mantienen su estrategia. «Quieren encarcelarme, pero no puede», presume el presidente encargado mientras aparece por sorpresa en todos los rincones del país entre el creciente enfado de los afines a Nicolás Maduro.

Pero ese efecto sorpresa no puede alargarse eternamente. Pese al respaldo de Estados Unidos y de buena parte de la comunidad internacional, los leales a Guaidó consideran que la pugna con los chavistas ha entrado en su fase decisiva y se aprestan a aplicar una nueva hoja de ruta en la que la movilización popular es la pieza clave.

UN paro GENERAL

Detener el país. Las manifestaciones del 1 de mayo, celebradas bajo la sombra del alzamiento popular, fueron mucho menos concurridas de lo esperado. El miedo a las represalias y la violencia minimizaron la respuesta ciudadana. Pero Juan Guaidó aprovechó su alocución en el centro de Caracas para lanzar un llamamiento a una gran huelga general con la que paralizar todo el país.

Los dos colectivos más aludidos por el presidente encargado son los de los funcionarios públicos y los de los militares y fuerzas de seguridad. Demostrarle a Maduro que ya no controla el país es una de las prioridades de este movimiento.

Las manifestaciones convocadas por la oposición han ido perdiendo intensidad en las últimas semanas y Guaidó y los suyos pretenden reactivar el frente interno para defender su legitimidad como presidente encargado.

sumar apoyos

El régimen, cada vez más aislado. La segunda pieza del puzle que intenta encajar el líder opositor es el del incremento de la presión internacional sobre Maduro y sus afines. Tras no lograr consumar el alzamiento popular del martes, Estados Unidos reafirmó su apoyo total a los opositores por boca de varios de los pesos pesados de la Administración Trump, como John Bolton, Mike Pompeo o Mike Pence. También salieron en tromba otros aliados regionales, como Brasil, Chile o Argentina. La Unión Europea se mostró más timorata, pero lo que realmente sorprendió fue la tardanza de Rusia, Irán, China y Turquía en respaldar al régimen de Maduro. Solo Bolivia y Cuba salieron en apoyo del jerarca chavista casi de inmediato. También lo hizo el caribeño Gobierno de San Cristóbal y Nieves. La oposición venezolana confía en aumentar la presión internacional para lograr una salida pacífica y espera un cambio de actitud fundamentalmente de Moscú y Pekín para conseguir derribar al régimen de Nicolás Maduro.

Nuevas lealtades

Fomentar las deserciones. Fue el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, el primero que abrió la espita: «Si Maduro busca culpables, que no mire muy lejos: los tiene sentados a su lado». Bolton señalaba directamente a Vladimir Padrino, ministro de Defensa; a Mikail Moreno, presidente del Tribunal Supremo; y a Rafael Hernández Dala, jefe de la Guardia presidencial del presidente venezolano. «Han estado conspirando y ahora no cogen los celulares», insistió Bolton.

La deserción más importante hasta el momento es la del que era jefe del Sebin, la temida policía política del régimen. Christopher Figuera facilitó la liberación de Leopoldo López y desapareció entre críticas a Maduro y a su falta de comprensión hacia el pueblo venezolano.

Guaidó también cuenta con numerosos militares que lo arropan, pero insiste en seguir sumando efectivos para evitar un baño de sangre. La división interna en el chavismo tiene varios pegamentos. Diosdado Cabello es el principal, aunque el dinero de la corrupción y el narcotráfico parece más importante.