La decisión de la Comisión de Debates de cortar los micrófonos para evitar interrupciones surtió efecto. Las acusaciones de corrupción volaron de un atril a otro
23 oct 2020 . Actualizado a las 10:49 h.El candidato demócrata, Joe Biden, atacó anoche a Donald Trump durante el último debate presidencial antes de las elecciones del próximo 3 de noviembre con unas réplicas bien preparadas y un lenguaje no verbal estudiado al milímetro para la audiencia.
Miradas directas a la cámara, gestos de incredulidad, un chequeo al reloj de pulsera cuando la moderadora introdujo el tema del cambio climático, y ese «oh, dios» que llegó a exclamar, echando su mirada hacia un lado mientras hablada su rival, completaron la coreografía con la que trató de desprestigiar a su rival.
Biden llegó descansado al cara a cara celebrado en la Universidad de Belmont en Nashville (Tennessee), a doce días de las presidenciales. Mientras Trump continuaba el miércoles su gira vertiginosa por los estados clave, el demócrata se quedó en casa para preparar la última batalla televisiva.
De ahí sacó su ventaja en un debate bastante igualado que destacó por el tono moderado de ambos contrincantes. Muy diferente al mantenido en el primer cara a cara de hace tres semanas. La decisión de la Comisión de Debates de cortar los micrófonos para evitar interrupciones surtió efecto. Trump no evitó sus habituales ataques, pero su lenguaje estuvo muy alejado de la agresividad desplegada esta semana en sus mítines. Las miradas de los conservadores más moderados están sobre él cuando tiene todas las encuestas en contra.
Esto no provocó que, ante la imposibilidad de interrumpir a Biden, la tomara con la moderadora, la periodista Kristen Welker, corresponsal en la Casa Blanca de la NBC. A quien acabó felicitando al final del encuentro por su actitud «profesional».
Los dos candidatos llegaron ataviados con sendas corbatas de los colores tradicionales de sus partidos. Rojo republicano para Trump, azul demócrata para Biden. La vestimenta fue la primera señal de que venían dispuestos a no arriesgar y desplegar sus visiones opuestas sobre Estados Unidos a la caza de los votos de los indecisos.
A pesar del tono civilizado, desde el principio, quedaron claras sus diferencias de fondo sobre la pandemia, la economía, el futuro del sistema de salud, el cambio climático y la reforma de la leyes de inmigración. Biden comenzó atacando a Trump por su gestión de la pandemia, que suma ya 223.000 muertos en el país. «Este es el mismo tipo que dijo que esto iba a acabar para Pascua, pero vamos hacia un invierno oscuro y no tiene un plan», disparó el demócrata.
Trump le contestó, desafiando la evidencia, que la enfermedad estaba «desapareciendo» y que la vacuna estará lista en las próximas semanas. El presidente se puso en el papel de víctima al exhibir su propio contagio para rebajar la gravedad de la enfermedad, mientras Biden recordó a que muchos estadounidenses tienen en su casa una silla vacía.
La estrategia del republicano se centró en desacreditar los 40 años de carrera política de su contrincante. «Joe, me postulé debido a ti. Me postulé debido a Barack Obama. Porque hicieron un mal trabajo», le llegó a decir, mientras Biden trataba de explicar su plan contra la desigualdad racial y la reforma de la justicia penal.
Las acusaciones de corrupción volaron de un atril a otro. Trump acusó a Biden de cobrar de China y recibir 3 millones de euros de Rusia. Como estaba previsto, también le atacó por los negocios de su hijo, Hunter Biden, en Ucrania por su trabajo para la empresa de gas Burisma.
Fue el momento más tenso para Biden, quien saltó de inmediato con una de sus estudiadas frases. «Yo no he recibido un penique de ninguna fuente extranjera en toda mi vida», contestó, antes de contraatacarle con la cuenta bancaria en China y el impago de impuestos en ese país, desvelado por el diario The New York Times.
Otras de las polémicas se centró en las políticas de inmigración. Trump señaló a Obama cuando la presentadora le preguntó por los 545 niños separados de sus padres en la frontera que no encuentran a sus padres. «Él construyó las cajas», contestó. Biden, por su parte, prometió regularizar a 11 millones de indocumentados y pidió perdón por no haber hecho lo suficiente cuando era vicepresidente.
El presidente no olvidó de todo el espectáculo al que acostumbra. «Nadie ha hecho más ha hecho por la comunidad negra que Donald Trump, con la posible excepción de Abraham Lincoln», dijo, comparándose con el presidente que terminó con la esclavitud. Esa Biden no la tenía preparada, pero fue rápido en su burla. «Este Abraham Lincoln que tenemos aquí...».
La candidatos no se jugaban demasiado anoche en Nashville, ya que los debates no suelen influir en las encuestas y 48 millones de personas han depositado ya su voto. La cita pasará a la historia por ser el último debate presidencial de Trump, quien no se puede volver a presentar a las elecciones, y el último de Biden, quien ha prometido que por su edad no optará a un segundo mandato.