Israel y Hamás endurecen sus ataques frente a los intentos de mediación
INTERNACIONAL
El segundo día de ofensiva ha elevado la cifra de muertos a 30, 10 de ellos niños
11 may 2021 . Actualizado a las 21:54 h.Hamás e Israel se enfrentan a una situación que conocen de memoria y que es un callejón sin salida en el que los civiles pagan el precio más alto. Por segundo día los islamistas lanzaron cientos de cohetes contra poblaciones del sur de Israel, mientras el Ejército hebreo bombardeó la Franja por tierra, mar y aire.
La Franja y las localidades israelíes próximas a la verja de separación vivieron otra jornada de infierno. Ya son al menos 28 palestinos -entre ellos diez niños, según el Ministerio de Salud- y dos israelíes los muertos desde que se desataran las hostilidades el lunes por la tarde. Egipto y Catar pusieron en marcha los contactos con ambas partes para intentar calmar la situación, pero el primer intento de mediación no logró alcanzar un alto el fuego.
Sobre el terreno, las calles de Gaza se vaciaron por la intensidad de los bombardeos. A media tarde, tras conocer las primeras dos víctimas mortales en Israel, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, evaluó la situación con el titular de Defensa, Benny Gantz, y prometió «aumentar la intensidad y el ritmo» de los ataques. Gantz añadió: «Por cada día que disparen contra ciudadanos israelíes, les haremos retroceder años».
El Ejército informó de que este martes alcanzó 150 objetivos y aseguró que uno de los ataques acabó con la vida de Samah Abed al-Mamluk, responsable de la unidad especial de cohetes de Yihad Islámica, facción palestina que combate junto a Hamás. Cuestionado por la muerte de civiles, el portavoz militar, Hidai Zilberman, dijo que «es posible que civiles sean afectados» y acusó a Hamás de esconder sus lanzaderas de cohetes en zonas residenciales.
Entre los objetivos alcanzados en la Franja hay instalaciones para entrenamiento de milicianos, almacenes de cohetes, la casa de un comandante de Hamás y dos túneles. Según el Canal 12, en uno de ellos había 20 milicianos de Hamás y todos murieron. En opinión de Zilberman, la intervención puede durar «varios días».
Los islamistas han bautizado su operación como «Espada de Jerusalén» y el Estado judío la denomina «Guardianes de los Muros». El gran guardián de Israel cuando llueven los cohetes es el sistema de la Cúpula de Hierro, pero una de las baterías que protege la ciudad de Ashkelón sufrió un problema durante la tarde y fue justo en esa ventana en la que Hamás disparó una salva de 135 cohetes en apenas cinco minutos, mientras los islamistas amenazaron con «nuevas sorpresas» en los próximos días. Pese a este problema técnico, el sistema antimisiles hebreo interceptó más del 90 % de los proyectiles, indicó el también portavoz del Ejército Jonathan Conricus.
Hamás está al frente de la Franja de Gaza desde hace más de una década y ya se ha enfrentado a tres grandes operaciones del Estado judío.
La última fue en el 2014 y más de 2.000 personas perdieron la vida, la mayoría civiles, según la ONU. Los islamistas se oponen a negociar un alto el fuego hasta que Israel retire todas sus fuerzas de la Explanada de la Mezquitas y de Sheikh Jarrah, barrio del este de Jerusalén en el que varias familias serán desalojadas y sus casas pasarán a manos de colonos.
Este desalojo, cuya decisión final se conocerá en un mes, está en el origen de esta enésima espiral de violencia que ha ido creciendo desde el inicio del ramadán y que se descontroló tras el doble asalto policial a la Explanada de las Mezquitas y la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para el Islam, que dejó cientos de heridos.
Tras varios días de amenazas, el grupo islamista ha entrado de lleno en la crisis abierta en la ciudad santa. En la tarde del lunes, jornada festiva para los judíos que celebraban el Día de Jerusalén, dio un ultimátum a Israel para retirar sus tropas de la Explanada y de Sheikh Jarrah.
Cuando llegó la hora y no se cumplieron sus demandas, comenzó el lanzamiento de decenas de cohetes. Por primera vez desde la guerra de 2014 las sirenas sonaron en Jerusalén y la gente corrió en busca de refugio.
Benjamín Netanyahu declaró que la ciudad santa es «una línea roja» y puso en marcha de inmediato una operación aérea de represalia.
Además de la reacción de Hamás, Israel se enfrenta a una oleada de protestas en todo el país protagonizadas por los ciudadanos árabes, que suponen un 20% de la población. Esto ha llevado a los mandos policiales a reforzar la presencia en esos lugares y desplegar ocho compañías más de la Guardia de Fronteras.
Netanyahu y Hamás buscan rédito electoral en su pulso
R. Paíno redacción
Jerusalén y, en concreto, la Explanada de las Mezquitas ha estado en el origen de muchas de las crisis más graves entre israelíes y palestinos. La polémica visita en septiembre del 2000 de Ariel Sharon, entonces líder de la oposición al Gobierno del laborista Ehud Barak, al recinto de mezquita de Al Aqsa, tercer lugar más sagrado del islam, desató la segunda intifada y una represalia israelí que costó la vida a 5.000 palestinos (en su mayoría civiles y muchos menores de edad) y más de 1.000 israelíes.
Su provocación tuvo premio político seis meses después. En marzo del 2001, Sharon se convirtió en primer ministro tras ganar las elecciones como candidato de un Likud en horas bajas tras la caída de Benjamin Netanyahu por acusaciones de corrupción. Fue reelegido en el 2003.
La razón fundamental de la violencia es, como siempre, la herida abierta del conflicto no resuelto entre judíos y árabes. Un veterano corresponsal español en Oriente Medio dijo en una ocasión que Israel necesita de vez en cuando tensar el conflicto para reafirmar la unidad del Estado judío. La escalada bélica era una crisis anunciada tras el bloqueo del acceso de los palestinos a la Ciudad Vieja durante el Ramadán, el desalojo de familias de sus casas en el barrio de Sheij Yarrah y la coincidencia con la marcha de ultranacionalistas israelíes.
Pero ¿a quién beneficia? Sin duda, a Netanyahu y Hamás.
El primer ministro en funciones israelí busca no quedarse fuera de juego en la formación de Gobierno, en la que no se cuenta con él por primera vez en más de dos años de bloqueo político. El nuevo conflicto pone en dificultades las conversaciones del centrista Yair Lapid para buscar socios. Por lo pronto, la Lista Árabe Unida, un apoyo clave, ha suspendido sus contactos con Lapid. El aspirante a primer ministro sabe que no apoyar la mano dura contra los islamistas de Gaza irá en detrimento de sus posibilidades de ocupar el cargo.
Otro que necesita reafirmar su mano dura es el movimiento islamista Hamás, rompiendo con el bajo tono de los últimos tiempos, en los que había optado por una posición más institucional y pacífica. Los integristas que controlan la Franja de Gaza tienen la posibilidad de reafirmar su imagen de cara a las elecciones palestinas, pese al aplazamiento -estaba previstas para el 22 de mayo- anunciado por el presidente palestino, Mahmud Abás.
Los analistas ven la maniobra de Abás para retrasar la votación -la falta de autorización israelí para votar en Jerusalén Este-, una excusa para evitar la debacle en las urnas de su partido, Al Fatah, que concurría escindido en tres listas separadas y la oficialista que integran los fieles al presidente. Hamás condenó el retraso tachándolo de «golpe de Estado».