Francia no sabe qué hacer con San Miguel

Asunción Serena PARÍS

INTERNACIONAL

Serge Tenani

El Consejo de Estado tendrá que decidir si la estatua del santo se puede instalar en una plaza pública o debe estar en un edificio religioso

10 oct 2022 . Actualizado a las 08:02 h.

La estatua del arcángel San Miguel que presidía la fachada de un colegio privado en Les Sables-D’Olonne está inmersa en una batalla judicial. En el 2018, el edificio que albergaba el colegio fue destruido y el ayuntamiento decidió recuperar la imagen, que fue realizada a finales del siglo XIX, para instalarla en una plaza de la ciudad.

Pero no contaban con los Libres Pensadores de la Vendée, asociación de defensores de la laicidad, que acudió a la justicia para obligar al alcalde, Yannick Moreau, a retirar a San Miguel y a su dragón.

De poco ha servido que la estatua se encuentre a la puerta de la iglesia de San Miguel, en la plaza de San Miguel, junto a un gran magnolio, no lejos del auditorio San Miguel y en el corazón del barrio que lleva también su nombre, el presidente de Libres Pensadores, Jean Regourd, considera que no tiene por qué cruzarse con un santo cuando sale de su casa, y se ampara en la Ley de 1905 sobre la separación de las Iglesias y el Estado para pedir que lo retiren. Y el tribunal le ha dado la razón.

Para subrayar el carácter religioso de la imagen, sus detractores señalan que durante la inauguración de la estatua nuevamente ubicada, fue bendecida por el párroco de la iglesia de San Miguel. El abogado del Ayuntamiento ha insistido en que cuando algo es bendecido por un sacerdote no significa que eso se transforme en un objeto de carácter religioso, como ocurre cuando se bendice un barco o un coche.

Pero estos argumentos no han hecho mella en el tribunal que considera que el personaje de San Miguel, «jefe de la milicia celeste de los Ángeles del Bien, forma parte de la iconografía cristiana y presenta por ello un carácter religioso». Y como la imagen ha sido erigida en la plaza de la iglesia, que no es un «edificio dedicado al culto», no puede «beneficiarse de la excepción prevista en el artículo 28» de la ley de 1905 que autoriza los signos o emblemas religiosos pero siempre que se encuentren sobre edificios utilizados para el culto».

Como esta estatua está a media docena de metros de la iglesia, ha ordenado al Ayuntamiento que la retire y le ha dado seis meses para hacerlo.

Pero la batalla judicial no ha terminado aquí porque el alcalde de Sables-d’Olonne ha decidido recurrir la decisión del tribunal de apelación de Nantes y espera convencer al Consejo de Estado para que defienda el carácter patrimonial, cultural, artístico e histórico de su San Miguel.

El respaldo

Cuenta con el apoyo de los vecinos de la ciudad, ya que los convocó el pasado mes de marzo para que decidieran a través de un referendo si querían que el San Miguel se quedara en la plaza o no. Solo participaron uno de cada diez habitantes, pero el resultado fue inapelable, el 94,5 % votó a favor.

También es secundado por la Federación Nacional de Asociaciones de Paracaidistas que está «muy apegada» a la figura de San Miguel porque es su patrón, designado como tal tras la Segunda Guerra Mundial. Según su presidente, el general Jacques Lechevallier, todo el mundo lo festeja con el mismo entusiasmo, tenga la religión que tenga o sea agnóstico o ateo, porque es una figura alada del cielo que guarda una analogía con su profesión.

Y mientras los Libres Pensadores consideran inquietante que haya alcaldes que se toman la libertad de instalar estatuas religiosas en el espacio público, el de Sables d’Olonne piensa que los tribunales tienen otras cosas que hacer que «investigar las demandas abusivas de los laicistas radicales que pretenden desacreditar las ataduras culturales milenarias que han forjado nuestra identidad colectiva».

El Consejo de Estado tendrá la última palabra.

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