La incapacidad de hilar frases coherentes durante un debate deja en evidencia a John Fetterman, candidato al Senado de EE.UU. y gran esperanza del partido de Biden para lograr la mayoría en las legislativas del 8 de noviembre
27 oct 2022 . Actualizado a las 11:06 h.Desde que en las últimas elecciones los votantes decidieron dividir salomónicamente el Senado 50 a 50 entre el Partido Demócrata y el republicano, todos sueñan con ese senador número 51. El que hubiera permitido al presidente Joe Biden sacar adelante su agenda sin someterla a la tiranía de su colega Joe Munchin, un demócrata conservador. John Fetterman, lugarteniente del Gobierno de Pensilvania y candidato al asiento del Senado que deja vacante el republicano Pat Toomey, se ha presentado siempre como la mejor oportunidad del Partido Demócrata para alcanzar ese número mágico.
El miércoles, sin embargo, la magia se esfumó en el único debate que sostendrá con su rival republicano, el Dr. (Mehemet) Ozz, una estrella de televisión nacida al amparo de Oprah Winfrey. La hora que duró fue sin duda la más larga de esta campaña que hayan vivido los demócratas.
Sesenta dolorosos minutos en los que Fetterman no pudo articular correctamente ni la primera frase de presentación. Desde que dijo «buenas noches», en lugar de «buenas tardes», todo fue cuesta abajo y sin freno. El carismático exalcalde, que ha hecho marca de imagen por vestir sudadera con capucha y llevar tatuado en el brazo los asesinatos que se producían en su pueblo, donde como regidor se propuso acabar con el crimen, sufrió en mayo pasado un infarto cerebral que puso en duda su viabilidad.
Su resistencia a hacer público el historial médico alimentaba esas dudas, apaciguadas por la confianza que exhumaban todos los altos cargos de su partido, que le han apoyado con la fe de convertirle en ese senador número 51.
Bajos índices de popularidad
El propio Joe Biden, que se ha cuidado mucho de prodigarse en la campaña electoral, dado sus bajos índices de popularidad, hizo una excepción la semana pasada para acompañarle en Pittsburg y participar en una cena de recaudación de fondos para su campaña.
Su rival televisivo goza de una abundante chequera, tanto la suya personal como la del partido, que defiende con uñas y dientes ese asiento por Pensilvania que ha retenido desde 1969. Biden, nativo de allí, consiguió ganar su propio Estado por los pelos. De hecho fue el que le proporcionó la victoria definitiva sobre Donald Trump, tres semanas después de que se celebraran las elecciones.
La penosa articulación de Fetterman frente a las cámaras ha dejado en evidencia al presidente, que tiene previsto redoblar esfuerzos para apoyarle en las elecciones legislativas del próximo 8 de noviembre, junto a Barack Obama. Todo el mundo sabe ya que el infarto cerebral dejó al candidato incapaz de hilar frases coherentes, en las que se comía palabras, se contradecía, tartamudeaba y mezclaba sonidos ininteligibles. Eso, a pesar de que por primera vez en la historia se permitió el inusual formato de transcribir en las pantallas en tiempo real todo lo que se decía.
De ese modo podía visualizar lo que su cerebro no llegaba a coordinar auditivamente. La pregunta del millón era qué estaba pensando su equipo de asesores al aceptar el debate, por mucho que le presionaran.
Contradicción
El problema no era solo la experiencia televisiva de su rival, ganador de diez Emmys por el programa de salud más popular de la televisión americana, con el que ha logrado vender a las mujeres millones de cápsulas «mágicas» para perder peso o quitarse las arrugas.
Cuando la presentadora le pidió a Fetterman que explicase la contradicción de haber dicho en dos ocasiones distintas que estaba a favor y en contra de la técnica de extracción de gas conocida como «fracking», el candidato no ayudó. «Estoy a favor del 'fracking'. Estoy a favor del 'fracking' y estoy a favor del 'fracking'», repitió robóticamente. Si algo le salvó fue la escandalosa declaración sobre el aborto de su rival, que se presenta como un moderado, a pesar de tener el apoyo de Trump.
Fetterman cree que esa decisión le pertenece a las mujeres, pero el doctor Ozz dice que la dejará en manos de «las mujeres, sus médicos y las autoridades locales». Dado que el candidato republicano a gobernador, Doug Mastriano, es demasiado extremista incluso para algunos republicanos, esa frase pesará en la decisión de muchas mujeres, al menos tanto como la penosa actuación de Fetterman.