EE.UU. y la UE abrirán un corredor humanitario marítimo para Gaza tras cinco meses de guerra
INTERNACIONAL
El Gobierno de Netanyahu no planea frenar su invasión pese a las presiones locales e internacionales
08 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Israel y Hamás cumplieron este jueves cinco meses de una guerra que ha provocado una catástrofe humanitaria para los habitantes de Gaza, una situación de angustia prolongada para los familiares de los rehenes israelíes en manos del grupo islamista y una crisis de seguridad y confianza internacional extendida por todo Oriente Medio. Estados Unidos y la Unión Europa, incapaces de frenar la ofensiva lanzada por el Gobierno de Benjamín Netanyahu, optaron este jueves por aunar fuerzas para abrir un corredor humanitario marítimo. El presidente Joe Biden ha dado orden a su Ejército de establecer un puerto temporal en la Franja para recibir y gestionar el envío de ayuda al enclave, mientras el papel de la UE será alimentar esa ruta con toda lo necesario desde la isla de Chipre.
«Este puerto, cuya característica principal es un muelle temporal, proporcionará capacidad para cientos de camiones adicionales de asistencia cada día», dijo un funcionario estadounidense a The Guardian. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya se encuentra en Nicosia para reunirse con el primer ministro, Nikos Jristodulidis, y visitar el puerto de Larnaca y el centro de coordinación de rescates europeo que hay en la isla. En ese puerto se encuentra atracado desde el pasado viernes el barco español Open Arms, en misión conjunta con World Central Kitchen, organización fundada por el chef José Andrés, con toneladas de comida y agua a bordo.
Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró que «todos los que se preocupan por la situación en Gaza deben presionar al Gobierno israelí para que conceda acceso terrestre humanitario sin trabas y no bloquee los convoyes». «Otras opciones no son suficientes: los lanzamientos aéreos son buenos pero insuficientes, los corredores marítimos son necesarios pero llevan tiempo. Y el tiempo es esencial», adjuntó en un mensaje publicado en la red social X.
La medida fue concebida por Estados Unidos como una suerte de «remedio» a las obstrucciones de Israel para que llegue ayuda humanitaria por otras vías terrestres por los pasos de Rafah o Kerem Shalom, bloqueado todos los días por ultraortodoxos israelíes con la connivencia del Ejército de Israel. Tanto Netanyahu como sus socios, se han mostrado impermeables a la presión internacional para permitir el acceso de camiones con comida, agua y medicinas a Gaza por dicho paso.
Cinco meses de guerra en dos territorios
Las consecuencias de cinco meses de guerra son mayúsculas en Gaza y Cisjordanias. En el enclave costero, 30.800 personas han fallecido y más de 72.000 han resultado heridas, lo que supone que la mitad de la población ha muerto o ha sufrido heridas, según el ministerio de Salud de Gaza. El 70 % de ellos son mujeres y niños.
Los menores se están llevando la peor parte. Diecinueve niños ya han muerto de inanición o deshidratación en un territorio que la ONU ya califica de «inhabitable para la vida humana», y donde el 80 % de los hogares sin agua potable. Rafah, fronteriza con Egipto, se ha convertido en un refugio al aire libre en el que sus habitantes recurren al forraje para ganado para sobrevivir, según Unicef. En Cisjordania, el Ejército de Israel y los colonos, espoleados por el Gobierno, han matado a 470 palestinos.
La guerra se lanzó con el objetivo por parte de Tel Aviv de acabar con Hamás, aunque ninguno de sus líderes, como Yahya Sinwar, Mohamed Deif o Abu Obeida han sido siquiera localizados ni tampoco existen cifras de cuantos combatientes de Hamás han muerto. Pese a ello, Israel no quiere acabar con sus ataques porque significaría «perder la guerra», como afirmó este jueves Netanyahu.
La población gazatí está condenada a la muerte. Para Israel no hay inocentes, puesto que en Gaza se ha plantado, según Netanyahu, la semilla de Amalek, un antiguo pueblo enemigo de los judíos, sobre el que se dice en el libro sagrado de Samuel: «Ahora vayan y atáquenlos y destruyan absolutamente todo lo que tengan y no los perdonen, pero mátenlos, tanto a hombres como a mujeres, infantes y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros».
La actitud de Israel también ha causado el enfado de los países árabes. Tel Aviv ha enterrado el proceso de normalización de relaciones diplomáticas con países de su entorno iniciado con los Acuerdos de Abraham —Marruecos, Baréin y Emiratos Árabes Unidos los firmaron para renunciar a cuestionar las políticas sobre la población palestina a cambio de favores comerciales o el posicionamiento favorable en algunas causas como el Sáhara— debido a la violencia desatada sobre Gaza. Arabia Saudí, que negociaba la firma en lo que se prevía como un paso histórico, ha dejado claro que no lo hará hasta que exista un estado palestino independiente con las fronteras de 1967 y Jerusalén Este como capital.
Un Gobierno endeble en Israel
Israel vive una crisis sociopolítica aguda. El Gobierno de Netanyahu es considerado el principal culpable de la masacre del 7 de octubre que dejó 1.200 muertos. Internamente, sus socios ultraderechistas presionan para apropiarse Gaza mientras otros miembros del Gabinete de Guerra pertenecientes a la oposición apuestan por dar garantías de seguridad a los palestinos una vez acabe la guerra.
El lobi de las familias de rehenes pide cada día en las calles a Mr. Security —así llamaban a Netanyahu antes de la guerra— una doble responsabilidad: la política para que dimita y la de traer a los suyos a casa con vida, aunque de los 130 que no han sido canjeados por presos palestinos se desconoce cuántos siguen con vida. Un pacto con Hamás para llevarlos a casa y que la población de Gaza tenga un respiro se aleja cada día más.
A ello se le suman las críticas de líderes eminentes como el ex primer ministro Ehud Ólmert, que ayer dijo que su actual sucesor «y su cohorte quieren un Armagedón que permita expulsar a los palestinos de Cisjordania» y de Gaza. Mismo papel jugó el exjefe del servicio de Inteligencia, Nadav Argaman, que criticó que su agencia lleva «años» pidiendo al Gobierno lanzar ataques selectivos contra los líderes de Hamás y este ha rehusado aceptarlos. «Si hubiéramos lanzado un ataque sorpresa contra Hamás, ahora estaríamos en una situación completamente diferente», esclareció.