Daniel Sancho, tras el crimen de Edwin Arrieta: «Mientras cortaba el cadáver, me enfadé y le clavé el cuchillo en la cara»
INTERNACIONAL
El acusado del asesinato del cirujano colombiano declara este jueves en una sesión que se prevé larga y en la que intentará demostrar que no hubo premeditación y que fue fruto de una pelea
24 abr 2024 . Actualizado a las 17:33 h.Daniel Sancho afronta este jueves su prueba de fuego para intentar evitar la pena máxima en Tailandia, donde se le acusa del asesinato y posterior descuartizamiento del cadáver del cirujano colombiano Edwin Arrieta. El español, hijo del conocido actor Rodolfo Sancho y nieto de Sancho Gracia, declarará finalmente este 25 de abril a partir de las 9 horas —4 de la mañana en España—, en una sesión que se espera larga y en la que intentará demostrar que el crimen se hizo sin premeditación alguna y fue fruto de una pelea violenta.
Aunque se había contemplado la posibilidad de adelantar su declaración para la tarde de este miércoles, finalmente la opción ha sido descartada por el juez, debido a unos cortes de luz en la isla de Koh Samui que impiden el uso del aire acondicionado en una sala con calor sofocante por las tardes. También por el ajustado tiempo del que dispondría, «unas cuatro horas y media», insuficiente, según la defensa del español, para la previsiblemente gran cantidad de preguntas que habrá por parte de la fiscalía.
Además del acusado, para este jueves también están convocados para comparecer su padre, Rodolfo Sancho, y dos policías de inmigración de la isla de Ko Phangan, donde tuvo lugar el crimen el pasado 2 de agosto. Aunque las estimaciones ven bastante improbable que dé tiempo a que declare alguien más que el propio Daniel Sancho.
La premeditación, difícil de demostrar
Una de las claves para Daniel Sancho para evitar las mayores penas es intentar hacer valer su versión de que el crimen no fue premeditado. La fiscalía ha intentado demostrar este hecho, sobre todo aduciendo la lista de los artículos comprados por el acusado la víspera de la muerte y posterior descuartizamiento de Arrieta. Entre ellos, se encuentran cuchillos, guantes, estropajos, bolsas de plástico, una sábana y un kayak, que usó para lanzar al mar algunos de los restos de la víctima.
A pesar de lo claros que podrían parecer los indicios para muchos, el propio fiscal ha confesado que será difícil demostrar que hubo premeditación, debido a unos aspectos concretos que ha desvelado una reportera del programa Vamos a ver, de Telecinco.
Por una parte, porque los dos cuchillos analizados que fueron usados para el crimen no son tan esclarecedores como se esperaba, ya que mientras uno solo contiene ADN del propio Daniel Sancho, el otro ha revelado tres materiales genéticos diferentes: el del acusado, el de la víctima y el de una tercera persona de identidad desconocida.
Sobre este utensilio también hay una serie de discrepancias en las declaraciones de los distintos implicados en su recogida. La policía afirma haberse hecho con él el 4 de agosto, solo dos días después del crimen, mientras que la dueña del resort desmiente esta información y asegura que no fue hasta 11 días después cuando los agentes llegaron en busca del cuchillo perdido. Al no encontrarlo, ella le habría proporcionado otro de una villa que, «sorprendentemente, contiene los restos de estas tres personas».
Además de en ese cuchillo con ADN de tres personas, de todos los artículos comprados por Daniel Sancho el día anterior, solamente se han hallado restos de Edwin Arrieta en un guante y una sábana. En el resto, tan solo hay ADN de Sancho.
Una muerte como consecuencia de una pelea, posible, según la autopsia
El otro aspecto que le interesa a Daniel Sancho es demostrar que la muerte de Edwin Arrieta no fue un asesinato, sino consecuencia de una pelea física entre ambos. Según la versión del acusado, en el fragor de la batalla, agarró la cabeza del cirujano y la golpeó contra el borde del lavabo hasta que este quedó inconsciente.
Los informes preliminares de los forenses, conocidos poco después del suceso, parecían demostrar que la víctima había fallecido degollada, lo que contradecía esa versión. Pero la autopsia ha sido más ambigua al respecto, y no ha mostrado ninguna causa clara de la muerte, lo que da margen al acusado a convencer al juez de su relato.
La autopsia sí muestra, en todo caso, heridas previas al propio fallecimiento, fruto de puñetazos que el propio Sancho reconoció.
Y unas declaraciones recientes del acusado, a las que ha tenido acceso 20minutos, también podrían servirle de excusa a la puñalada que tenía el cadáver en la cara.
Según su narración, el cuchillo con el que estaba cortando el cadáver de Edwin Arrieta «no estaba lo suficientemente afilado», de modo que, en un momento de rabia, le apuñaló la cara. «Me enfadé y le clavé el cuchillo en la cara», afirmó el acusado.
El tórax nunca apareció
Lo que sí está fuera de toda duda es que Daniel Sancho descuartizó el cadáver de Arrieta para esparcir y ocultar los restos por la isla de Koh Phangan y, aunque parece recordar cómo procedió, el acusado no fue lo suficientemente específico al respecto. «No recuerdo en cuántos trozos, quizás 17 o 20, en unas 8 o 9 bolsas», declaró el pasado mes de agosto, «pero no recuerdo qué parte contenía cada una».
De hecho, no todos los restos se han recuperado. Aunque inicialmente había un informe, con fecha de 6 de agosto, que declaraba el hallazgo del tórax, esa información acabó desapareciendo. El policía tailandés que redactó ese texto declaró en el juicio al respecto de esta confusión. «Yo solo transcribí lo que me decían mis jefes», confirmó.
Una parte del cuerpo que sería determinante a la hora de establecer muchas circunstancias de su muerte, ya que la camiseta negra que llevaba puesta Arrieta, que sí apareció, tenía un corte compatible con un navajazo, aunque carecía de restos de sangre. De encontrarse el tórax, y coincidir alguna de las heridas con ese corte, las conclusiones podrían dar un giro radical.
La familia baja la indemnización: 410.000 euros
Este miércoles ha declarado en el juicio el abogado español de la familia Arrieta, Juan Gonzalo Ospina, que aclaró los detalles de la indemnización que le piden al acusado. Contrariamente a la cantidad avanzada por los letrados tailandeses, que ascendía a unos 760.000 euros, el español matizó que esa era el «tope máximo» contemplado, pero que «la familia estaría más que satisfecha» con la cantidad de 410.000 euros que su despacho calculó en un principio.
En la sesión de este miércoles, Juango Ospina enumeró las razones para pedir esa cantidad, y para ello adjuntó «documentos médicos que acreditan que [los padres] están sufriendo depresión, ansiedad, pesadillas nocturnas, tomando tratamiento para superar» la muerte de Edwin, «hasta el punto inclusive de que a los padres no se les ha podido contar toda la realidad de lo sucedido porque se encuentran en una situación de profunda depresión y ansiedad», matizó. Además, el letrado español comentó que, además de la situación en la que había quedado la familia, también informó al tribunal de «las clínicas que tenía en Colombia, en Chile, las personas que estaban a su cargo, sus estudios y su formación».
Su madre, Silvia Bronchalo, presenta una ofrenda ante el Gran Buda
La familia de Daniel Sancho vive el que es, sin lugar a dudas, el peor momento de sus vidas. A solo un día de que su hijo declare, Silvia Bronchalo, ha hecho un gesto desesperado. A la madre del acusado, que se ha instalado en Tailandia para asistir todos los días al juicio, se la ha visto visitando el templo del Gran Buda de Koh Samui, donde compró flores e incienso para presentarlos como ofrenda.
Al contrario que el padre de Daniel, que ofreció una entrevista para el documental de HBO Max El caso Sancho y que se dirige habitualmente a la prensa, Silvia Bronchalo ha sido mucho más comedida al respecto, y ha manifestado que prefiere ser prudente. «Queda todavía la mitad del juicio, así que mejor esperar un poquito», expresó, deseando que su hijo salga de esta situación
«Aquí nadie ha ganado, todos hemos perdido», había manifestado en la segunda jornada del proceso como resumen del truculento caso.