Israel lleva los bombardeos hasta Beirut en respuesta a la amenaza de Hezbolá

Mikel Ayestaran

INTERNACIONAL

Militares inspeccionan el edificio bombardeado en Beirut.
Militares inspeccionan el edificio bombardeado en Beirut. Mohamed Azakir | REUTERS

El objetivo era un comandante de una unidad de élite y ha dejado al menos doce muertos. La milicia chií disparó más de un centenar de cohetes contra territorio israelí, después de que el sur del Líbano fuera blanco del mayor bombardeo desde el inicio de la guerra

20 sep 2024 . Actualizado a las 19:33 h.

A las pocas horas de terminar el discurso Hasán Nasralá, en el que prometió «una dura respuesta» tras las explosiones de los buscas y los walkie-talkies, Israel lanzó el mayor bombardeo sobre el sur del Líbano desde que comenzó la guerra. Poco antes de las 15.00 horas, extendió el castigo bélico hasta Beirut con un ataque con drones contra un edificio del suburbio de Dahye, un importante bastión el grupo chií libanés Hezbolá, lo que supone una importante escalada del intercambio de fuego entre las partes enfrentadas.  El Ministerio de Sanidad libanés informó de al menos doce muertos y 66 heridos. La agencia nacional de noticias (NNA) señaló que hay cinco niños entre las víctimas.

El objetivo era el comandante de Hezbolá  Ibrahim Aqil, según fuentes de Defensa a la prensa israelí. Aqil fue víctima de lo que Israel llama «asesinato selectivo» cuando mantenía una reunión con miembros de la unidad de élite Radwan. Ibrahim Aqil, alias Tahsin, forma parte del Consejo de la Yihad, el principal organismo militar de Hezbolá, y era una figura en busca y captura por Estados Unidos, cuyo Gobierno ofreció el año pasado una recompensa de 7 millones de dólares a cambio de información sobre su paradero.

Aqil fue uno de los integrantes de la célula que se atribuyó la autoría del bombardeo contra un cuartel de marines de EE.UU. en Beirut en 1983, en el que fallecieron 241 uniformados. Y también se le acusa de haber dirigido en los años 80 el secuestro de ciudadanos estadounidenses y alemanes en el Líbano.

 Horas después del bombardeo israelí en Beirut, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, aseguró que los ataques en esta «nueva fase» de la guerra contra la milicia chií continuarán hasta que los israelíes desplazados de las comunidades fronterizas puedan volver a casa.

«La serie de operaciones en la nueva fase de la guerra continuará hasta que logremos nuestro objetivo: garantizar el regreso seguro de las comunidades del norte de Israel a sus hogares”, dijo Gallant en un comunicado.

Intercambio de fuego

A primer hora del días, el Ejército israelí informó que los aviones de combate alcanzaron cientos de lanzaderas de cohetes de Hezbolá, que estaban listas para un ataque a gran escala. La noche se convirtió en día debido a la dureza de las explosiones e Israel pidió a las personas que quedan en las zonas más próximas a la frontera que permanecieran cerca de los refugios. Terminada la operación, se levantaron las restricciones de movimiento. 

Hezbolá respondió con el lanzamiento de siete andanadas de cohetes tipo Katiusha contra una serie de bases y cuarteles militares en el norte de Israel. Según la milicia libanesa, apuntaron contra «la principal base de la defensa antiaérea en el Comando Norte» del Ejército israelí, así como contra varios cuarteles generales de divisiones y de batallones especializados. Algunos de los objetivos se ubican en los sensibles Altos del Golán, un territorio sirio ocupado por Israel desde la Guerra de los Seis Días en 1967, según las notas.

Como anunció el miércoles el ministro de Defensa, Yoav Gallant, el centro de gravedad de la guerra se traslada de Gaza a la frontera norte. El nivel de fuerza de Israel y Hezbolá es incomparable, como lo es la capacidad de sus servicios de Inteligencia, tal y como ha quedado en evidencia esta semana con la doble operación contra los aparatos de comunicación de la milicia chií. Esta operación deja hasta el momento 37 muertos, entre ellos dos niños, y más de 3.000 heridos, un país es estado de psicosis ante el temor a que sigan explotando teléfonos y demás aparatos y una milicia como Hezbolá seriamente desmoralizada.

La frontera entre Líbano e Israel es zona de guerra desde que el 7 de octubre la milicia pro iraní comenzara a lanzar ataques en solidaridad con Hamás para obligar a Israel a no centrar todos sus esfuerzos en Gaza. El Estado judío responde con bombardeos y de la zona fronteriza han tenido que escapar 150.000 civiles. De ellos, 60.000 son israelíes y Benjamín Netanyahu declaró el lunes que uno de los objetivos de la nueva fase de la guerra es su vuelta a casa. Durante su intervención, un Nasralá en horas bajas retó a Netanyahu y a Gallant y les dijo que «no podréis devolver a estas personas al norte. La única manera de lograrlo es deteniendo la agresión contra Gaza y Cisjordania. Esta es la única manera».

Hasta la marcha de Biden

Ese alto el fuego parece lejano y funcionarios de seguridad de Estados Unidos admitieron que no esperan la firma de un acuerdo entre Hamás e Israel antes del final del mandato de Joe Biden, según reveló The Wall Street Journal. «No hay ningún acuerdo inminente y no estoy seguro de que algún día se firme», fueron las palabras de las fuentes consultadas por el diario estadounidenses, que aseguraron que la operación de los buscas y los walkie-talkies había complicado aún más las labores de mediación.

Ante una posible invasión terrestre israelí para fijar una «zona de seguridad» a lo largo de la frontera durante la «nueva fase» de la guerra, el secretario general de Hezbolá apuntó a que se trata de «un plan tonto» que traerá «terribles consecuencias» para el enemigo. El tono general empleado durante la intervención de casi una hora, más breve de lo habitual, indica que una vez más la milicia chií optará por una respuesta contenida, como ya lo hizo tras el asesinato de su comandante militar, Fuad Shukr. Esta estrategia ha acabado con el poder de disuasión de Hezbolá e Israel golpea cada vez más fuerte. El próximo paso podría ser la entrada de tropas por tierra.