Una peligrosa amenaza a los carceleros de Estado Islámico

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Esposas de combatientes del Estado Islámico en el campamento de refugiados de Al Hol, en Siria.
Esposas de combatientes del Estado Islámico en el campamento de refugiados de Al Hol, en Siria. AHMED MARDNLI | EFE

Los kurdos custodian a 90.000 radicales relacionados con el grupo yihadista que podrían quedar libres en caso de que Ankara golpee con contundencia en el norte y este de Siria

17 dic 2024 . Actualizado a las 20:14 h.

Los enfrentamientos entre las milicias kurdas y los islamistas del Ejército Nacional Sirio, auspiciados por Ankara, ponen en un peligro inmediato a la recién liberada república. Durante cinco años, la minoría étnica que puebla el este y norte del país se ha hecho cargo de los campos de prisioneros vinculados a Estado Islámico (EI). Unos campos en los que ahora se han encendido las alarmas ante el temor de que la ofensiva turca pueda provocar la liberación masiva de estos radicales.

Durante estos días, mientras Hayat Tahrir al Sham definía las bases de la futura nación siria, los kurdos han hecho frente a los radicales del Ejército Nacional Sirio (ENS), financiados y armados por Turquía, y a su vez, a Estado Islámico, con la consecuente pérdida de control de dos ciudades clave: Manbij en el norte y Deir al Zur al este. Allí, precisamente, es donde las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) kurdas tienen aglutinados a la mayoría de presos de Estado Islámico. En total, según cifras de esta facción, son 90.000. La mayoría de ellos son mujeres y niños.

El campo más preocupante es el de Al Hol, que ahora da refugio a unas 60.000 personas. Tras la pérdida de Baghouz, último enclave bajo control de EI en el 2019, miles de mujeres y niños pasaron a vivir en el lado kurdosirio en dicho centro, levantado originalmente en la Guerra del Golfo. Allí, las mujeres y niños impusieron las doctrinas violentas de sus esposos abatidos o detenidos.

Las FDS han tratado de velar por la seguridad en todos los centros de detención, pero los intentos de apuñalamiento a vigilantes, así como los ensayos de fuga violentos, han sido constantes y han causado muchas muertes, tanto entre los prisioneros como en las propias FDS.

Un combatiente de nombre Nur al Din dijo a la PBS el pasado mayo: «Dentro de la prisión, todavía éramos Dawla [un Estado Islámico]. Todavía estábamos aplicando la sharia. Preferíamos morir antes que vivir este tipo de vida. Somos luchadores». Tal es el nivel de radicalización.

Contención con EE.UU.

Los kurdos se ven ahora en una encrucijada para mantener a casi 100.000 radicales bajo control. La doble amenaza islamista del ENS y el EI deja en entredicho el futuro de estos campos, así como la seguridad de los propios custodios y el resto de Siria.

El jefe del Comando Central de Estados Unidos, el general Erik Kurella, aseguró que «no permitiremos que EI se reconstituya y se aproveche de la situación actual en Siria», por lo que los 900 soldados norteamericanos en la región se quedarán para brindar apoyo. Además, comunicó a los rebeldes que «deben saber que las haremos responsables si se asocian con EI o lo apoyan de cualquier manera».

El mayor general de la Fuerza Aérea, Pat Ryder, aseguró por su parte que están «trabajando con la comunidad internacional para intentar repatriar a muchos de esos detenidos» al estar relacionados o ser combatientes extranjeros que viajaron a Siria durante el auge del grupo yihadista.

Aunque enero está a la vuelta de la esquina. Y el electo presidente Donald Trump ya anunció que no se involucraría en Siria. Los kurdos podrían perder su mayor apoyo en poco tiempo.