Para crecer, amor incondicional

Ana T. Jack

LA VOZ DE LA ESCUELA

El bebé va consolidando lazos afectivos: el primero, con su madre, que mantendrá durante toda la vida
El bebé va consolidando lazos afectivos: el primero, con su madre, que mantendrá durante toda la vida

Los vínculos afectivos seguros son fundamentales para un desarrollo equilibrado

06 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«¡Ya somos papás! Ha sido un niño. Pesa tres kilos y medio y se llama Antón. La mamá está agotada, pero feliz». Este es el mensaje que envía David a sus familiares y amigos apenas unos minutos después de haber sido padre por primera vez. Lo acompaña con una foto en la que se ve al bebé tiernamente dormido sobre el pecho de su madre, que sonríe emocionada a pesar del agotamiento tras el parto. En estos momentos, el indefenso bebé está desplegando un mecanismo de supervivencia esencial: el apego. A través de esta conducta instintiva, el niño busca un lazo afectivo (en este caso con su madre, que ya siente ese instinto de protección hacia su cría desde el primer momento) que le aporte seguridad, protección y cuidados tanto físicos como emocionales.

Y es que el afecto juega en el desarrollo del ser humano un papel fundamental, tan importante como la alimentación, los cuidados físicos o la protección frente a los peligros. Antón, como el resto de los bebés, tiene un arma secreta de lo más potente con la que atraer a sus cuidadores: el llanto. Con él se asegura de que lo atiendan, den de comer, acunen o actúen en caso de que algo no vaya bien. No falla, es empezar a chillar y todos los adultos que tiene a su alrededor se ponen en funcionamiento: mamá prueba a ponerle el chupete, papá cree que es momento de cambiarle el pañal, la tía Marta pregunta si puede cogerlo de la cuna, la abuela asegura que el problema es que se ha quedado con hambre… Él, a cambio, se mostrará tranquilo o incluso sonriente cuando sus necesidades se vean cubiertas.

A partir de este primer apego, Antón va a ir consolidando lazos afectivos con su padre, hermanos, abuelos… transformándolos y manteniéndolos a lo largo de toda la vida, lo que le procurará grandes beneficios para su desarrollo intelectual, emocional y social. Por desgracia, no siempre los bebés consiguen establecer estos vínculos. En el caso de los niños no queridos, abandonados o maltratados hablamos de un trastorno del vínculo. Sin llegar a estos extremos, hoy en día la falta de tiempo para dedicar a los hijos puede debilitar estos lazos afectivos, lo que acarrea múltiples problemas. En concreto, estas son las consecuencias de unos vínculos afectivos débiles o de la ausencia de apego firme entre padres e hijos:

  • Los padres tienen dificultades para influir sobre el comportamiento de sus hijos.
  • La comunicación dentro de la familia es conflictiva, casi inexistente.
  • La conducta de los niños se caracteriza por la desconfianza y el miedo, que en ocasiones se traduce en retos y agresiones.
  • Son niños con baja autoestima, que no se sienten merecedores del amor incondicional de sus padres.
  • Su rendimiento intelectual, sus relaciones sociales y su bienestar personal se ven gravemente afectados.
  • Con frecuencia se reproducen los patrones conflictivos en el futuro con parejas, hijos…
  • Por el contrario, las ventajas de establecer unos vínculos afectivos fuertes y sanos con los hijos son:
  • Facilitan la influencia de los padres sobre los hijos.
  • Fomentan las habilidades de comunicación interpersonal.
  • Aportan confianza, seguridad en uno mismo y fortaleza.
  • Contribuyen a una autoestima sana.
  • Ayudan al desarrollo afectivo, social e intelectual.
  • Se fijan los pilares necesarios para futuros vínculos afectivos seguros y sanos con amigos, pareja, hijos…

Los dos primeros años de vida, cruciales

Los dos primeros años en la vida de una personita son cruciales para el desarrollo de su lenguaje, regulación emocional, interés por explorar el entorno y capacidad de establecer relaciones sociales satisfactorias. El apego seguro de 0 a 2 años se consigue mediante:

Cuidados y protección. Procurar al bebé cuidados que satisfagan sus necesidades físicas, incluyendo la protección frente a posibles daños (productos tóxicos, objetos afilados, caídas...). Estas medidas preventivas no son incompatibles con permitir al bebé explorar el entorno.

Rutinas. Necesitan que su entorno sea lo más predecible posible (mismos horarios de comidas, sueño, juego…), porque saber qué va a ocurrir les aporta seguridad. Cuando son capaces de moverse por sí mismos e interactuar con su entorno de manera más libre es necesario comenzar a pautar límites y normas de comportamiento claras y consistentes.

Interés y estimulación. Es importante interactuar con el bebé, adaptando las actividades a su nivel de madurez, favoreciendo que comparta actividades con otros niños y adultos. Estimular su producción de balbuceos y palabras, su participación en juegos, y contarle muchos cuentos. Cuando empieza a hablar, establecer diálogos.

Expresión del afecto. Ofrecer diariamente muestras de afecto explícitas, mediante la comunicación verbal (con palabras, reforzando positivamente sus logros) y no verbal (abrazos, besos, miradas, sonrisas, cosquillas).

En etapas posteriores del desarrollo, cuidar y fortalecer los vínculos con los hijos requiere dedicación, interés y cercanía. Y, sobre todo, por muchos imprevistos que nos depare su desarrollo, amor incondicional.

 

Escuela de familias

? TEMA DEL MES: Los vínculos afectivos.

? ETAPA: Infancia y adolescencia.

? LA FRASE: «El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices» (Oscar Wilde).

? COMPORTAMIENTOS QUE SE DEBEN EVITAR:Intentar compensar la desatención afectiva con recompensas materiales o económicas.

? LAS CLAVES: Dedicar tiempo, y de calidad, a los hijos..

? PARA SABER MÁS: «Queriendo se entiende la familia. Guía de intervención sobre parentalidad positiva para profesionales». Save the Children: https://cutt.ly/HexLKhs