Ortoqueratología: dormir con lentillas para ver bien durante todo el día
EL BOTIQUÍN
El tratamiento moldea la córnea mientras duermes para que no necesites ni gafas ni lentes de contacto cuando te levantes
22 ene 2022 . Actualizado a las 11:00 h.Si tienes miopía, como es el caso de más del 30 % de los adultos en Europa, probablemente hayas considerado múltiples opciones. Llevar gafas, utilizar lentes de contacto o, incluso, si tienes una cierta graduación, quizás te hayas planteado someterte a una cirugía refractiva, la operación que corrige estos trastornos oculares. Lo que tal vez no sepas es que existe otra opción. Se llama ortoqueratología y funciona de una forma relativamente similar a los alineadores dentales. Se trata de lentillas diseñadas para modificar temporalmente la forma de la córnea, permitiendo al paciente ver bien durante todo el día sin llevar nada, tras haber dormido con las lentillas puestas.
Qué es la ortoqueratología
«La ortoqueratología es un tratamiento que se realiza con lentes de contacto. A partir de la forma del ojo y de la graduación que tiene el paciente, diseñamos una lentilla con la cual se va a dormir por la noche. Es una lentilla rígida, que únicamente se utiliza para dormir, y que tiene como objetivo moldear ligeramente la forma de la córnea a lo largo de la noche, para que, cuando te quites las lentillas por la mañana, veas bien durante todo el día, sin gafas ni lentes de contacto», explica Joan Pérez, óptico-optometrista, responsable de la Unidad de Contactología Avanzada del centro oftalmológico Innova Ocular ICO Barcelona y de la Unidad de Adaptación de Lentes de Contacto del Centre Universitari de la Visió (Universitat Politècnica de Catalunya).
Según el especialista, este tratamiento no es nada nuevo: de hecho, hace más de 50 años que se practica la ortoqueratología, conocida coloquialmente como «orto-k». «La ortoqueratología como tal apareció a principios de la década de los 60, en concreto en 1962. Pero hace unos 20 años que se ha implementado en centros oftalmológicos y cada vez es más habitual», dice Pérez.
Lo cierto es que, aunque el tratamiento está avalado y cuenta con medio siglo de trayectoria, no ha sido tan popularizado como otros métodos, por distintos motivos. «Es una técnica que apenas hoy en día se está implementando en los planes de estudio de la carrera universitaria de óptica y optometría. Hasta ahora, existía esa falta de formación. Luego, no es tan rentable económicamente como vender unas gafas o hacer una operación, puesto que es un tratamiento en el que necesitamos instrumental específico: el topógrafo corneal, para valorar la forma de la córnea y diseñar esa lentilla en función de esa forma. Es algo caro y si no lo tienes, no puedes realizar ese tratamiento», detalla Pérez. Sin embargo, conforme avanza la tecnología y bajan los precios de los instrumentos, se aumenta el conocimiento de esta técnica por parte de los profesionales, haciendo que el uso de la ortoqueratología se esté popularizando y extendiendo cada vez más.
Para quiénes está indicada la ortoqueratología
«La ortoqueratología funciona muy bien para miopías hasta 4 o 5 dioptrías, astigmatismos hasta 2 o 3 dioptrías, y hasta 3 o 4 dioptrías de hipermetropía. Para miopías más elevadas, de 5 dioptrías para arriba, se puede hacer, lo que pasa es que el resultado es menos predecible. Hay casos en los que funciona, y otros en los que la lente de contacto no llega a quitar toda la graduación, entonces, lo hablamos con el paciente y vemos si decide probarlo. Como es un tratamiento reversible, si luego ves que no te funciona, no pasa nada. Puedes volver a usar tus gafas», explica Pérez.
Asimismo, «hay un nicho de mercado muy importante que es el de los niños. Cuando hacemos ortoqueratología, todo lo que hacemos en adultos es para no llevar lentes de contacto o gafas durante el día. Pero en niños, la hacemos en aquellos casos en los que tenemos un niño o una niña a quien le está subiendo la miopía, puesto que se ha demostrado que la ortoqueratología es efectiva ralentizando el aumento de la miopía. Esta técnica hará que la graduación le suba menos. Funciona en niños a partir de 5 o 6 añitos, hasta los 17 o 18», dice el experto.
De hecho, existen estudios que demuestran que la ortoqueratología frena aproximadamente el 50 % de la miopía en niños. «Supongamos que a un niño le sube la dioptría a razón de una cada año. Si en lugar de gafas o lentes de contacto normales, le hacemos ortoqueratología, le subiría de media, media dioptría menos. Eso dice la estadística. Luego, en cada caso particular podremos corregir más o menos. Pero es un tratamiento que en clínica se usa mucho para el control de la miopía», explica.
Esto es especialmente importante si se tiene en cuenta que la miopía, cuando es mayor a 3 dioptrías, se asocia a problemas oculares más graves como las cataratas, que tienden a desarrollarse antes en ojos con miopía alta. También se asocia el aumento de la prevalencia del glaucoma con la miopía, incluso cuando esta es leve. La miopía también es un claro factor de riesgo para sufrir desprendimiento de retina: las personas miopes tienen entre 4 y 10 veces más riesgo de padecerlo.
Cómo funciona
La lentilla de orto-k es una lente rígida que tiene el tamaño de la córnea, es decir, es un poquito más pequeña que las lentes de contacto blandas. «Es una lente de contacto completamente normal y te la vas a poner para dormir, con lo cual la lentilla no molesta nada en cuanto cierras los ojos», asegura Pérez, que ha utilizado este tratamiento en sus propios ojos.
Lo primero que se hace es valorar si el paciente es un buen candidato a este tratamiento. Para ello, se toman en cuenta «una serie de mediciones y pruebas. Las dioptrías son un dato a considerar, luego la topografía, el mapa tridimensional de la córnea, donde vamos a evaluar la forma de la córnea y del ojo. Vamos a prever si la lentilla va a trabajar bien o si va a tener tendencia a descentrarse. También vamos a evaluar la película lacrimógena del paciente, comprobar que tenga una superficie corneal íntegra, sin alteraciones, que la lágrima sea buena. Es importante conocer los hábitos de vida del paciente. Por ejemplo, una enfermera o un enfermero que trabaja por turnos, haciendo guardias, con horarios irregulares, a lo mejor no es un buen candidato, porque no va a poder dormir 8 horas cada noche con las lentillas puestas», explica Pérez.
Una vez evaluados estos factores, si se considera que un paciente es buen candidato, se diseñan las lentillas, que deben usarse cada noche de forma continua en el tiempo, ya que se trata de un método reversible. Esto quiere decir que, si dejamos de usar las lentillas, volveremos a recuperar la forma natural de nuestra córnea, perdiendo los beneficios del tratamiento. «Es un tratamiento que, igual que las gafas y los lentes de contacto, vas a tener que utilizarlo de forma continua si quieres ver bien, porque si dejas de utilizarlo, pierdes el efecto», dice el experto. Del mismo modo, es cierto que las lentillas «no quitan toda la graduación en una noche. Dependiendo de la graduación, vamos a tardar entre dos días y dos semanas en conseguir que el paciente vea bien durante todo el día. En esos primeros días de adaptación, el paciente puede tener una visión que no sea del todo perfecta, porque hemos empezado a quitarle graduación, pero todavía no hemos llegado a quitarla toda», señala Pérez.
Pérez destaca la inocuidad y seguridad del método. «Podríamos pensar que el moldeo de la córnea es debido a que la lentilla pueda estar apretándola, pero no. La lente de contacto siempre flota sobre la córnea. La lentilla, cuando la colocamos en el ojo, se va a rellenar con un par de gotitas de lágrima artificial. Siempre vamos a generar un colchón de lágrimas entre la lentilla y la córnea. Ese colchón de lágrimas es tan finito que genera una serie de fuerzas de succión, como si quisiera atraer la córnea hacia la lentilla. Esto es lo que hace que cambie, muy ligeramente, la forma de la córnea», explica.
«De hecho, tú puedes hacer un experimento. Puedes estar mirando la televisión, por ejemplo, cierras los ojos, y aprietas con la mano levemente uno de los dos ojos. Cuando abres el ojo, dices: "Vaya, con ese ojo no veo bien". Claro, porque lo has modificado. En el caso de la lentilla, es una presión directa, totalmente indolora, aséptica, porque no genera ningún tipo de contacto físico. Pero estamos generando un cierto moldeo. La córnea se moldea muy rápidamente, muy fácilmente. Y durante la adaptación vamos a controlar que la córnea no sufra ningún tipo de daño por el uso de la lente de contacto», asegura Pérez.
Una vez que te entregan las lentillas diseñadas específicamente para tus ojos, puedes empezar a usarlas durante la noche. «Son unas lentes de contacto que no están diseñadas para que las lleves durante el día, porque lo que queremos es que queden bien centraditas, que quiten la graduación en el centro de la pupila, entonces no interesa llevarlas en el día, pero cuando un paciente se levanta por la noche para ir al baño, o cuando se levanta por la mañana, la visión con la lente de contacto es muy buena», explica el óptico.
Duración y coste del tratamiento
Un tratamiento de ortoqueratología puede costar entre 800 y 1.200 euros en el primer año, según precisa Pérez. «Esto incluye todas las visitas de adaptación, y las lentes de contacto. Las lentillas duran un año. Al cabo del año se recomienda un reemplazo, no porque la lentilla se estropee o porque deje de ser útil. Seguramente, al año, la lentilla siga estando correcta. Pero el material se va degradando con el paso del tiempo, entonces, para maximizar la seguridad y minimizar el riesgo de complicaciones, se recomienda un reemplazo anual. El reemplazo anual cuesta aproximadamente un 50 % del costo de ese primer año», detalla.
Riesgos
«Podemos pensar que si estamos durmiendo con una lente de contacto, eso tiene riesgos. Sí, como los tiene usar una lente de contacto normal. Me estoy tocando el ojo para quitar la lentilla, para ponerla, estoy llevando un trocito de plástico en el ojo. Eso, evidentemente, aumenta el riesgo frente a no hacer nada. Lo que vamos a hacer es maximizar las normas de higiene, limpieza, y desinfección tanto de las manos como de las lentes, como del portalentes, para minimizar el riesgo de dormir con una lente de contacto», indica Pérez.
«Todavía hay compañeros del sector de la salud visual, optometristas y oftalmólogos, que no se acaban de creer la técnica en sí, o piensan que esa lentilla puede generar algún tipo de daño en la córnea a largo plazo. A ese respecto, es una técnica muy probada, muy avalada. Tenemos incluso estudios hechos en niños de hasta 14 y 15 años utilizando ortoqueratología y se ha visto que es un tratamiento totalmente seguro, y está aprobado por la FDA. Es una cosa que está muy demostrada y que funciona muy bien», aclara el óptico.
Incluso es posible llevar las lentillas de forma continua todas las noches, sin descanso. Esto, de hecho, es primordial cuando el paciente es un niño, ya que en esos casos, el objetivo no es ver bien durante el día, sino controlar el desarrollo de la miopía. Luego, dependiendo del caso, los pacientes adultos podrán decidir cuántos días a la semana llevar las lentes de contacto según sus necesidades. «En adultos, sobre todo aquellos que tienen poquita graduación, a lo mejor no es necesario que lleven las lentes de contacto todas las noches. Tengo pacientes que se ponen las lentillas una noche cada tres o una noche cada cuatro, porque el efecto les aguanta más de 24 horas. A partir de las 2 o 3 dioptrías, hay que ponerlas todas las noches», indica Pérez. Para quienes pueden no llevar las lentillas todas las noches, la orto-k ofrece una máxima comodidad, además de buenos resultados.
En definitiva, es un tratamiento de bajo riesgo, especialmente cuando lo comparamos con la cirugía refractiva. «Yo las he probado en mis ojos y sí que es cierto que cuando te las pones la primera vez notas la sensación de cuerpo extraño de las lentillas, como cualquier lente de contacto, pero cuando cierras los ojos y duermes con ellas, duermes plácidamente, te levantas por la mañana, no te molestan, te las quitas y luego ves bien durante todo el día. Si el paciente es buen candidato para el tratamiento, la efectividad se estima en un 90 %», asegura Pérez.