¿Buscas tus síntomas en Google? «El problema es que uno encuentra lo que quiere encontrar»

Lois Balado Tomé
LOIS BALADO LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

En el año 2022 conviven en la sanidad médicos que comenzaron a ejercer sin Google con doctores que se criaron bajo la influencia del buscador.
En el año 2022 conviven en la sanidad médicos que comenzaron a ejercer sin Google con doctores que se criaron bajo la influencia del buscador. La Voz de la Salud

¿Ha traído la revolución tecnológica cosas positivas a nuestra salud? Lo analizamos de la mano de médicos de distintas generaciones en cuatro especialidades: medicina de atención primaria, pediatría, oncología y psiquiatría

07 nov 2022 . Actualizado a las 17:00 h.

Imaginen que un día van al médico de cabecera por un dolor y que, sin más explicación y sin saber muy bien cómo, un mes después están siendo sometidos a un tratamiento de quimioterapia. Nadie les ha contado qué les pasa, pero ahí está usted, sentado en un sillón dejándose hacer. Los casos de ciudadanos que hoy en día permitirían esto serían excepcionales, pero este proceder no era extraño hace no tanto. Suena a locura, pero los usuarios de los servicios de salud están más informados en el 2022 que en 1962; la palabra del médico —para bien y para mal— ya no va a misa. Y en este cambio de actitud ha tenido mucho que ver Google, una compuerta gigantesca hacia la información que se nos abrió en los últimos años del siglo XX. Google, para bien.

Desacralizada la figura del doctor, el riesgo ahora está en perder el equilibrio por el otro lado de la balanza. Google nos permite leer tanto sobre la diabetes, la esclerosis múltiple, la insuficiencia cardíaca o el cáncer que es fácil ser arrastrados hasta la tentación de creernos más informados y alerta ante una amenaza a nuestras vidas que el profesional sanitario. Al fin y al cabo, es lógico que yo ponga más interés en mi problema de salud, que haya leído mucho más, que este desconocido. Google, para mal.

Entre los muchos eventos irrepetibles a los que asisten las personas a las que les ha tocado vivir este primer cuarto de siglo XXI está el de la convivencia entre la última generación de médicos pre-Google y la primera pos-Google; dos generaciones que han tenido que aprender la una de la otra mientras la población comenzaba a buscar de manera masiva sus síntomas médicos en una página web. A lo largo de los años se ha tendido a demonizar a Google —doctor Google se le ha llamado irónicamente entre la profesión—, ¿pero ha traído la revolución tecnológica, la democratización del conocimiento sanitario, también cosas positivas a nuestra salud? Lo analizamos de la mano de médicos de distintas generaciones en cuatro especialidades: medicina de atención primaria, pediatría, oncología y psiquiatría

¿Por qué hemos elegido estas especialidades?

  • Atención primaria. Se trata del ejemplo más obvio del impacto de Google por ser el primer médico que recibe al paciente. En atención primaria se atiende desde una infección leve a los primeros síntomas de un cáncer que acabarán siendo derivados a un profesional. Es donde más posibilidades de diagnóstico se pueden manejar y donde el buscador parece tener más sentido.
  • Pediatría. La media de edad en la que los adultos tienen a su primer hijo en España supera por poco los 30 años; son, por tanto, padres que, pese a no ser nativos digitales, han tenido un acceso a Internet desde edades muy tempranas. Se trata de la primera generación que ha nacido bajo la influencia del gran buscador mundial. Queremos saber si ha habido un cambio en la relación médico-paciente en las consultas de pediatría frente a generaciones anteriores.
  • Oncología. Es habitual que muchas búsquedas de síntomas en Internet señalen hacia el diagnóstico más temido: el cáncer. Este suele ser el gran miedo. Buscamos la influencia real de Google en la especialidad que atiende a este tipo de casos.
  • Psiquiatría. Consultamos también en psiquiatría. La mayor parte de las consultas de esta especialidad giran en torno a trastornos ansiosos. La ansiedad generalizada cuenta con una serie de síntomas bastante inespecíficos; es decir, síntomas que podrían ser confundidos fácilmente por una persona sin formación con cuadros clínicos más graves —por ejemplo, podemos pensar que tras una taquicardia se esconde un problema cardíaco—.

Atención primaria: «El problema no es que consulten, es que directamente no vengan»

Seamos sinceros, ¿quién no ha buscado alguna vez sus síntomas en Google? Una encuesta realizada por OnePoll en Estados Unidos concluyó que dos de cada cinco norteamericanos se autodiagnostican a través del buscador. Puede llegar hasta ser entendible, el problema no es ese, sino el que apunta Carlos Durán, médico de atención primaria y miembro del Grupo de trabajo de Salud Digital de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG): «Yo el gran problema que veo, más allá de que vengan a la consulta diciendo que leyeron tal cosa o tal otra en Google, es que directamente no vengan a la consulta».

Carlos tiene 37 años. No es de los más veteranos, pero ni mucho menos es un novato. Comenzó a trabajar cuando el buscador estaba en pañales y ha vivido todo el proceso. Reconoce tener una relación de «amor odio» con el motor de búsqueda, pero no le duelen prendas en reconocer lo mucho que ha ayudado fomentando la cultura sanitaria de la población y cómo este cambio ha obligado a los profesionales sanitarios a hacer mejor su trabajo, por mucho que pueda resultarles más incómodo.

«Creo que antes el médico era más paternalista. No había forma de contrastar la información. Ante lo que decía un doctor, no había derecho a réplica. Cada vez tenemos más información, pero es cierto que esto también tiene su riesgo. Tener la información no es sinónimo de tener la formación para poder utilizarla», explica dando a entender que se ubica en los grises. «A mí me pasa muchas veces. Si mi coche tiene un ruido, busco en Google “a mi coche le suena una rueda” y me salen 50 posibilidades del porqué. Al final voy al mecánico, que tendrá que hacer su diagnóstico. Esto es igual. El problema es que uno encuentra lo que quiere encontrar. A los pacientes les decimos que si buscamos dragones morados en Google los vamos a encontrar. Pero yo en la vida real no he visto ninguno. El problema es ese: no sabemos qué hacer con la información, cómo interpretarla y cómo trabajar con ella», analiza.

«Antes, la medicina era más paternalista. No había forma de contrastar la información. Ante lo que decía el médico, no había derecho a réplica»

Entre las cosas buenas que Durán considera que Google ha aportado está el haber involucrado al paciente en su propia patología, algo que considera esencial. «La gente tiene que estar involucrada en estos procesos, uno es responsable de su propia salud. Yo lo que no puedo decirle a un paciente es “mira, tienes esto y se acabó; te vas a tomar esto y se acabó”». El profesional otorga concesiones, sí, pero también defiende que el acertar más o menos en un autodiagnóstico gracias a Google no puede hacer que los médicos se salten pasos —es común que en consulta las personas lleguen reclamando que se le realicen pruebas diagnósticas concretas en base a sus consultas—. Eso no quita que Durán reconozca que, en ocasiones, los médicos se equivoquen y el paciente tenga razón. Precisamente por eso, justifica la dificultad de realizar una buena búsqueda y asegura que lo sabe de primera mano ya que imparte talleres a compañeros médicos para tratar de enseñarles cómo buscar información de calidad y fiable en las bases de datos. 

Larry Page y Sergey Brin son los creadores de Google, ¿buscarían ellos también sus síntomas?
Larry Page y Sergey Brin son los creadores de Google, ¿buscarían ellos también sus síntomas?

«Todos los días hay nueva información científica. Yo doy talleres sobre búsqueda bibliográfica para profesionales, nos enfrentamos a que para el profesional sanitario, médicos con un bagaje importante y unas carreras increíbles, cuando se enfrentan a una búsqueda bibliográfica no saben cómo hacerla, Luego está también cómo se utiliza. Puedo tener 1.000 resultados pero me interesan tres artículos, y de esos tres artículos les tenemos que enseñar a hacer una lectura crítica para saber si nos vale y lo podemos aplicar», relata haciendo referencia a las propias dificultades que se encuentran los profesionales preparados para lograr sacar provecho a una herramienta como Google. 

Recalcando que la capacidad de la población para identificar un problema de salud ha mejorado en parte gracias a la irrupción del buscador y resaltar lo positivo de que tomemos las riendas de nuestra salud, el facultativo se muestra preocupado por ciertas actitudes. «Uno se casa con una idea y es difícil cambiar de opinión o desaprender. Aprender, hasta ciertas etapas de la vida, es relativamente fácil; desaprender nos cuesta muchísimo trabajo. Es muy habitual gente que llega diciendo “yo tengo esto”. Y no solo es el diagnóstico, sino también las pruebas que quieren que les hagas», reflexiona.

El doctor pone el ejemplo de un paciente que llega con un dolor de garganta y que acude a consulta ya con diagnóstico y reclamando un tratamiento antibiótico. «Es un poco chocante. Porque se salta todos los procesos habituales, la anapnesis, el preguntar, qué síntomas tiene y hacer una buena genealogía de todos ellos: ¿cuándo le empezó el dolor de garganta?; los días previos, ¿qué estaba haciendo?, ¿usted fuma?, ¿ha consumido alguna sustancia o bebidas irritante que pueda estar aumentando estas molestias? Es importantísimo hacer un buen interrogatorio. Cuando alguien acude al médico reclamando que le ponga específicamente un antibiótico, yo le digo que vamos a ir un poco más despacio. Hay gente que no está dispuesta a que le digamos que no necesita un antibiótico porque lo que tiene es reflujo. Cuesta trabajo tratar de encaminar nuevamente la consulta, pero es que un dolor de garganta pueden ser 20 cosas distintas», expone. Eso sí, pese a esa relación contradictoria, asegura que prefiere pacientes informados. 

Pediatría: «Yo incluso les invito a buscar»

La edad media en la que las madres tienen a su primer hijo en España es de 31,54 años, una cifra que no para de crecer . Tener 31 años en el 2022 implica haber nacido en 1991 —millennials por definición—, siete años antes de la creación del buscador. En conclusión, los padres primerizos de hoy en día, pese a no ser nativos digitales, sí se han criado desde una edad muy temprana bajo la influencia del buscador. 

Su condición de ser los primeros padres con Google podría predisponernos a creer que abusan del buscador ante el más mínimo síntoma de enfermedad que sufran sus hijos o que enfrentan sus investigaciones en Internet a la palabra del pediatra. ¿Es realmente así? El doctor Javier López Ávila, pediatra de Urgencias del Hospital Universitario de Salamanca y miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP) responde: «La pregunta del millón, ¿ha servido Google para enfrentar a los padres con nosotros porque Internet dice una cosa y nosotros decimos otra? La respuesta es no»

Este doctor tiene 63 años y ve la jubilación cercana. Cuando cumpla los 65, celebrará también cuatro décadas atendiendo a pacientes, una trayectoria que empezó en 1984 en el Hospital da Costa (Burela). «Empecé en el 84. Yo tenía un Toshiba portátil que funcionaba con Windows 3.1. La gente no tenía acceso como ahora a los ordenadores. Por supuesto, no había ni tabletas ni móviles. Ahora, todo se busca desde el móvil», recuerda matizando que, más allá de eso, la vida en consulta «no ha cambiado tanto». Para este profesional, Google no supone ningún problema en su actividad diaria. Más bien, todo lo contrario: «Normalmente, no buscan segundas opiniones. De hecho, Google nos sirve para mostrarles algunas cosas. El otro día diagnostiqué una lesión polimorfa en una orejas, cogí Google y les dije ‘es esto'. Es bidireccional. Les vale a ellos para enterarse de cosas de la enfermedad de su hijo y nos vale a nosotros para explicarles a ellos la patología». Añade López Ávila que esta herramienta es «un gran invento».

El pediatra se muestra hasta sorprendido por el motivo de la llamada de La Voz de la Salud. «¿Tú has hablado con más especialistas? ¿Crees que es una situación muy común que no nos guste que busquen en Google? Yo creo que todo lo contrario. La información es buena para todos. Para los usuarios y para nosotros. Tampoco he notado tanto cambio, nos pueden sugerir alguna cosa, pero nunca me he sentido pisoteado ni presionado por mis pacientes. Nunca nadie me ha dicho lo que tengo que hacer porque lo haya leído en Google», explica.

«Nunca me he sentido pisoteado ni presionado por mis pacientes. Nadie me ha dicho lo que tengo que hacer porque lo haya leído en Google»

Dice suponer que sí, que los padres buscarán los síntomas de sus hijos en Google, pero lo entiende como algo natural. «Están en su derecho. Quien más, quien menos, lo ha hecho. No me lo contarán algunas veces, pero probablemente busquen. Yo incluso les invito a buscar», asegura. Reconoce además que el conocimiento sobre salud ha aumentado mucho en las últimas décadas, algo que nota, por ejemplo, en su dominio del calendario vacunal. Entre otras diferencias que explica está el hecho de que sus pacientes no discuten si no se les receta un antibiótico ante un cuadro de gripe causado por un virus —«incluso lo agradecen», matiza—. 

El pediatra no certifica un impacto negativo en consultas tras la aparición de Google, insiste en que los padres jóvenes siguen confiando en la palabra del especialista y elogia cómo algunas de las herramientas de Google han facilitado el día a día. Hace mención específica del traductor para poder entenderse con pacientes en los que existe una barrera idiomática. 

Oncología: «Hasta los noventa, eso de que en la ignorancia se vive mejor se llevó muchísimo»

Es común, tras buscar en Google, haber sentido que la muerte le acecha. Robert Sapolsky, en su libro «¿Por qué las cebras no tienen úlceras?» (Alianza Ensayo, 2008), cuenta cómo a las dos de la mañana suele pensar que tiene un tumor cerebral. Los síntomas de un cáncer en el cerebro son lo suficientemente inespecíficos como para poder caer presas del pánico. Una interesante reflexión del investigador de la Universidad de Stanford que os contamos en su día en TikTok

No obstante, esta preocupación por el cáncer no se traslada a la realidad de las consultas de oncología. «A nosotros nos llegan con el cáncer puesto», explica con naturalidad el doctor Juan Jesús Cruz. Este oncólogo, exjefe de servicio en el hospital de Salamanca se jubiló en septiembre del año 2021 y ha visto cómo sus pacientes pasaron de tener poca o ninguna idea sobre la enfermedad a disponer de una fuente de información infinita tras un par de clics.

De nuevo, y como nos sucedía en medicina primaria, vuelve a salir el paternalismo cuando se recuerda la medicina pre-Google. Quizás para sorpresa de algunos, también hay palabras buenas para la revolución que ha supuesto el buscador. «Que el paciente esté informado es una cosa muy buena. Cuando empecé con la oncología, al paciente no se le decía ni que tenía un tumor. Es mucho más fácil tratar con personas informadas. Tal vez antes, para el médico, era mucho más fácil, más paternal. Pero para hacer buena medicina es mucho mejor que estén informados. Estoy convencido», comenta. Si esperaban encontrar beligerancia entre la oncología y Google, tampoco es el caso.

«Cuando yo empecé con la oncología, al paciente no se le decía ni que tenía un tumor»

Pero esto no se reduce a la comodidad del especialista. El aumento del conocimiento provoca que los pacientes se encuentren mejor. Con toda la razón, se preguntarán: ¿pero qué sentido tiene esto? Es decir, el tratamiento indudablemente va a ser el mismo esté o no el paciente informado sobre lo que le ocurre y lo que le va a ocurrir. Lo desgrana Cruz: «El tratamiento va a ser el mismo, pero no es lo mismo que el paciente sepa con qué finalidad actúa el tratamiento a cuando un paciente creía no tener un cáncer y le dabas quimio. Psicológicamente, lo llevaban fatal. ‘Para qué me dan a mí esto si yo lo que tengo es una bobada', pensaban.

La información es poder. En cualquier ámbito de la vida, según lo que apunta el exjefe de servicio salmantino. «Dar una información correcta evita que la gente busque otras informaciones. Creo que un gran problema que tenemos como médicos es que algunas veces decimos: ''Oiga, es que usted se tiene que dar quimio después de operar'', pero no se les dice el porqué. Si tú le explicas bien que lo hacemos, que existen posibilidades de que suceda X y que esas probabilidades yo se las rebajo en Y, lo llevan mucho mejor. Si el paciente tiene información correcta puede llevar mejor psicológicamente tanto la terapia como la recidiva. Y por supuesto, si el paciente está informado, también permanecerá más atento a sus posibles síntomas y complicaciones. Y tendrá mejores resultados. No solo psicológicos, sino globales», certifica.

Entre el ruido y la alarma por el supuesto auge de la pseudoterapia en la oncología, en opinión del especialista, la influencia real de Google en sus pacientes —de haber alguna— se limita a que algunos de ellos sí atiendan a supuestos remedios exprés en terapias de soporte frente a los efectos secundarios del tratamiento (por ejemplo, probar a beber más agua porque han leído en internet que así se soporta mejor la quimio).

También, gracias a que tenemos un mayor acceso a la información, es común que un paciente deslice la opción de probar opciones como la inmunoterapia frente a un determinado tumor. «Lo hacen, pero no como un problema que te tenga que obligar a estar a la defensiva», asegura.

Psiquiatría: «Antes, la información que podía tener el paciente mas ilustrado era por leer enciclopedias médicas»

Palpitaciones, taquicardias, dificultad para respirar, temblores, dificultad para tragar... Los síntomas fisiológicos de un trastorno de ansiedad generalizado afectan a varios de nuestros sistemas y, si no se identifica el problema, puede desatar el pánico entre los pacientes. El pánico nos llevará a Google; a lo que nos lleve Google ya dependerá de muchos otros factores. Los problemas ansiosos son, a día de hoy, el principal motivo de consulta al psiquiatra. ¿Pero cómo ha repercutido en la atención psiquiátrica la aparición del buscador? ¿Ha habido un cambio de tendencia con la irrupción de la tecnológica en nuestras vidas y en la de estos médicos especialistas?

Francisco Doce es psiquiatra en el sistema público de salud gallego en A Coruña. Comenzó a ejercer en el año 1985 y a día de hoy continúa en activo. En línea con sus colegas, destaca el aumento de información que en la actualidad tiene la población sobre enfermedades psiquiátricas, pero también contempla alguna crítica hacia Google y sus intrincados algoritmos. «Antes, la información que podía tener el paciente más ilustrado era por leer enciclopedias médicas, casos minoritarios absolutamente», explica Doce. El psiquiatra, sin embargo, tira de la mitología romana para explicar las dos vertientes de la influencia de Google en la medicina. «Como Jano, Google es bifronte, tiene dos caras. La información es buena siempre, ¿pero qué información es buena?, ¿quién lo decide?, ¿el algoritmo?, ¿la empresa que pague más para salir primero? Ese también es el problema de Google», comenta.

El psiquiatra Francisco Doce frente al hospital de Oza, en A Coruña.
El psiquiatra Francisco Doce frente al hospital de Oza, en A Coruña. ANGEL MANSO

Entre los problemas que diagnostica el especialista en esta nueva relación a tres bandas —entre el médico, el paciente y Google—, está la deturpación de la propia esencia de la atención clínica. «Hay un problema, que es cuando el paciente viene a consulta a examinarte. Ahí la consulta ya ha perdido su idiosincrasia. La relación médico-paciente está basada en la confianza, no es una relación matemática en la cual tú me dices estas cosas y yo te tengo que dar una respuesta automática. Evidentemente, hay que exigir profesionalidad, pero no examinar al médico en base a lo que has leído en Google o porque un familiar te haya dicho que a ella el lexatin le va mejor que el tranxilium. Y esto lo estamos escuchando todos los días», explica Doce, que recuerda que la mayor garantía en la asistencia médica sigue siendo el boca a boca.

Francisco Doce se esmera en poner en valor el papel del especialista médico frente al «doctor Google» con una de las fortalezas que nunca podrá tener el buscador: la empatía. «La manera en la que tú empatices con el paciente condicionará mucho la intervención que hagas. Por ejemplo, si un paciente ha quedado muy satisfecho con la atención del médico, siempre va a tolerar mejor los efectos secundarios que si tuvo un médico que hizo una intervención perfecta, pero que es seco, borde o poco comunicativo. Eso está claro», comenta.

Una herramienta útil que ha venido para quedarse

Frente a lo que se podría sospechar, las cuatro especialidades consultadas no mantienen una postura beligerante contra Google. Reconocen la aportación de la plataforma a la hora de democratizar el acceso a la información sobre salud y todos ellos parecen coincidir en que prefieren el trato con personas informadas. La mayor parte de los especialistas consideran que su autoridad no es habitualmente cuestionada por los usuarios de los servicios y que, aunque sí es más común que acudan con una idea preconcebida sobre los posibles tratamientos o diagnósticos, la palabra del médico prevalece.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.