¿Dolor de espalda? Estas podrían ser las causas y así podrías evitarlo

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez REDACCIÓN

ENFERMEDADES

La mayoría de los dolores de espalda se deben a esfuerzos o malas posturas.
La Voz de la Salud | iStock

La sospecha de gravedad aparece con algunas banderas rojas como una molestia que afecta a brazos o piernas y que puede acompañarse de pérdida de fuerza, hormigueos, pérdida de control esfinteriano o déficits neurológicos

03 jul 2022 . Actualizado a las 17:57 h.

El dolor de espalda es la segunda molestia más común entre las personas, tan solo superada por el resfriado, y dos de cada tres individuos lo sufrirá en algún momento de su vida. Fernando Ramos, presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), asegura que «los datos epidemiológicos son aplastantes, en todo el mundo este tipo de dolencia origina más discapacidad que cualquier otra enfermedad». Se trata de la principal causa en mayores de 45 años, ya que aquellos que lo padecen generan elevados índices de absentismo laboral y ven disminuida su percepción de la calidad de vida. 

¿Qué tipos de dolor de espalda hay?

La sintomatología más común de las molestias de espalda es la que se conoce como dolor mecánico. Este se manifiesta al realizar determinados movimientos o después de mantener ciertas posturas durante tiempos prolongados. «Normalmente se localiza en una zona próxima al centro de la espalda, sin desplazarse la molestia a los brazos o piernas», explica Fernando Ramos. «En los casos en que el dolor presenta un carácter inflamatorio nos podemos encontrar con síntomas que se agravan en reposo, especialmente por la noche», añade. 

Así, el fisioterapeuta diferencia patologías según su localización: «Hablamos de dolor local cuando se sufre en la zona próxima a las vértebras de la espalda y pueden diferenciarse tres regiones: la del cuello o cervical, la dorsal o torácica cuando se trata de la espalda media, y la lumbar cuando hablamos de la baja». Este patrón de molestia suele indicar una gravedad leve y su tratamiento es rápido. Debe diferenciarse del dolor proyectado o irradiado, que se manifiesta en un punto lejano al dorso, habitualmente en brazos cuando el problema es cervical y en piernas cuando es lumbar. «Suele informar sobre la afectación de alguno de los nervios que salen de la espalda y se dirigen hacia las extremidades, por lo que resulta imprescindible identificar su procedencia y comprobar la función muscular y sensibilidad nerviosa», precisa Fernando. 

El traumatólogo Luis Rafael Ramos, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (Secot) expone que «el dolor de espalda es sinónimo del término raquialgia, y en función del lugar donde se localice hablaríamos de cervicalgia, dorsalgia o lumbalgia si se refiere a la región del cuello, a la dorsal o a la lumbar, respectivamente». Si esta molestia afecta a dos regiones, como a la dorsal y a la de los riñones, hablaríamos de dorso-lumbalgia. «Otro concepto es el de radiculalgia, que se refiere a un dolor lumbar en el trayecto de un nervio espinal. Cuando afecta al miembro superior hablamos de braquialgias y en el inferior de cruralgias y ciatalgias», aclara. La braquialgia es el término médico que se utiliza para referirse a un nervio pinzado en el cuello que causa un dolor repentino y prolongado en el brazo o el omóplato, mientras que en las cruralgias, la molestia se localiza en la cara anterior del muslo y se debe a la lesión del nervio crural o femoral. Las ciatalgias, más conocidas como ciáticas, provocan un dolor en la cara posterior de la pierna que puede llegar hasta el pie y se deben a la afectación del nervio ciático. 

¿Cuáles son las causas de ese dolor?

Las causas de un dolor de espalda pueden ser múltiples. La mayoría son funcionales y se deben a esfuerzos o malas posturas. «Otras veces se deben a lesiones vertebrales de muy diferente naturaleza, desde artrosis a tumores, pero también a patologías relacionadas con el disco invertebral e incluso enfermedades distantes de la columna como puede ser un aneurisma abdominal, enfermedades del riñón, de la piel, etcétera», enuncia el presidente de la Secot. 

Además, se podrían diferenciar unas causas generales de un dolor de espalda según la edad del paciente. En palabras del doctor Luis Rafael Ramos, generalmente a los niños no les duele la espalda, salvo que sufran alguna caída o golpe. «En los adolescentes las molestias suelen estar relacionadas con la cifosis dorsal juvenil», expresa. Se trata de una curvatura exagerada hacia delante provocada por malas posturas como ir encorvado o con los hombros caídos, ya que los músculos y huesos se acaban habituando. 

El dolor en adultos suele estar motivado, además de por actividades físicas, por una lesión de los discos intervertebrales en forma de hernia discal. Pero también por discopatía degenerativa, una patología frecuente que se relaciona con la lumbalgia y que se debe a la pérdida de grosor o altura de uno o varios discos de la columna vertebral. 

El patrón cambia mucho en las personas mayores. «Les duele más por artrosis, pero nunca se pueden descartar las causas tumorales», comenta el traumatólogo, y añade que «tampoco debemos olvidarnos de las fracturas vertebrales osteoporóticas que pueden ocurrir por traumatismos o esfuerzos aparentemente pequeños como podría ser un simple estornudo». 

¿Cómo saber si el dolor de espalda es grave?

El dolor más frecuente, el mecánico, es de carácter benigno y responde bien a lo que Fernando Ramos denomina como «tratamiento conservador», que se basa en el manejo del dolor agudo y la fisioterapia para actuar sobre las disfunciones presentes. 

La sospecha de gravedad aparece con algunas banderas rojas como pueden ser: un dolor que afecta de forma severa a brazos o piernas y que puede acompañarse de pérdida de fuerza, una alteración de la sensibilidad como hormigueos, pérdida del control esfinteriano o déficits neurológicos. Un ejemplo frecuente en el que se pueden dar estas señales de alarma es con la ciática. «En estos casos se debe consultar al profesional sanitario de referencia para evitar un mayor deterioro del nervio», aconseja el fisioterapeuta. 

¿Qué puedo hacer si me duele la espalda? 

Es importante identificar el tipo de dolor existente y analizar todos los síntomas. Lo principal es acceder al médico de atención primaria, el cual derivará si es necesario a los facultativos correspondientes, ya sea al traumatólogo o fisioterapeuta. La intensidad del dolor que se sufre y su duración pueden ayudar en el diagnóstico, que no siempre resulta fácil. «Las causas pueden ser múltiples y aunque la mayoría son benignas, algunas no y es difícil distinguirlas», explica el traumatólogo Luis Rafael Ramos.

Fernando Ramos remarca que «en el 95 % de los casos la pauta del dolor es funcional, es decir, está relacionado con aspectos como posturas y gestos repetitivos, niveles insuficientes de actividad física, descanso inadecuado, u otros factores como estrés, ansiedad y depresión». Según él, solo entre el 1 % y el 5 % de este tipo de molestias son causadas por una enfermedad o lesión grave, por lo que las pruebas como radiografías o resonancias magnéticas deben ser indicadas únicamente cuando exista una sospecha de patología estructural. 

¿Cuáles son los posibles tratamientos y medidas de prevención?

El tratamiento del dolor depende de la causa que lo produce. Puede incluir ejercicio, medicamentos, inyecciones, compresas de frío o calor, tratamientos complementarios e incluso cirugía. La molestia focalizada en una zona lumbar y que no irradia al brazo o a la pierna se suele curar al poco tiempo acudiendo al fisioterapeuta, el cual ayuda a controlarla utilizando varias herramientas como la terapia manual, la educación sobre el dolor y el ejercicio físico terapéutico.

El presidente de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología recalca la prudencia quirúrgica, aunque a veces resulte necesario recurrir a ella. Por ejemplo, cuando las hernias discales no responden al tratamiento conservador, los dolores de espalda se repiten con frecuencia e invalidan. Al igual que si se produce un daño neurológico. En el caso de sufrir molestia por discopatías o artrosis, que son patologías interrelacionadas, el traumatólogo explica que «se tratan en la frase aguda con analgésicos y relajantes musculares, fisioterapia y otras medidas sintomáticas».

Por su parte, el presidente de la Asociación Española de Fisioterapeutas destaca que «la prescripción de ejercicio individualizado a las necesidades de la persona resulta fundamental para fortalecer la musculatura que se encarga de proteger la espalda». Mantener un estilo de vida activo y adoptar expectativas positivas frente al dolor son imprescindibles. «Hay que entender que la espalda es una de las zonas estructuralmente más robustas de nuestro cuerpo, por lo que una molestia fuerte no tiene por qué relacionarse con un problema grave, más bien con una sensibilización de la zona», sostiene. 

Fernando Ramos considera que los estudios sobre el tratamiento del dolor de espalda concluyen que la actividad física es una pieza clave del tratamiento, con mejores resultados que otros más agresivos, y recomienda evitar el reposo porque favorece la atrofia muscular. Además, el ejercicio tiene efecto sobre la disminución de las molestias lumbares porque «aunque se pueda percibir que al principio el movimiento genera dolor, mejorará a medida que uno se mantiene activo». Y sentencia: «Cuánto más nos movamos, más fuerte será nuestra espalda». 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.