Alfredo Rodríguez Antigüedad, neurólogo: «Hace 20 años no sabíamos nada de la esclerosis múltiple y ahora le hemos dado la vuelta como a un calcetín»
ENFERMEDADES
El jefe de servicio de neurología del hospital universitario de Cruces (Vizcaya) cree que el reto es ahora luchar contra la forma progresiva de la enfermedad y detectar biomarcadores en la sangre que faciliten el seguimiento
19 dic 2021 . Actualizado a las 11:37 h.Nada tiene que ver hoy la esclerosis múltiple con aquella enfermedad que Alfredo Antigüedad, jefe de servicio de neurología del hospital universitario de Cruces (Vizcaya), se encontró cuando se especializaba en neurología tras salir de la facultad de medicina. Recuerda el médico vasco cómo los especialistas hace dos décadas solo podían ofrecer a los pacientes esperanzas sin cimientos ante la evolución de la enfermedad; hoy, sin embargo, la medicina ha logrado frenar esa progresión y ofrecer una vida normal a muchos de los afectados. Pero tras abandonar ese panorama desalentador, muchos retos siguen ahí. El primero está clarísimo, llegar a conocer por qué se desarrolla la esclerosis múltiple, un misterio que sigue a la sombra de la ciencia.
—La esclerosis múltiple es una enfermedad de la que se sabe mucho, ¿pero a la vez muy poco?
—Sí. Es como con todo. Cuanto más sabes, cuanto más avanzas, te encuentras con nuevas preguntas. Respondes una y te surgen cuatro. Pero se ha avanzado bastante en su conocimiento. Sigue siendo una enfermedad de causa desconocida, eso sí, y ese es el primer problema. Claro, cuando tú de una enfermedad no conoces la causa, no la puedes prevenir. Si tú pudieses decir: «Esto viene por comer chipirones», bueno, pues no tomas chipirones y ya está. Parece que hay una cierta predisposición genética, pero como uno puede estar predispuesto a ser deportista o ser muy listo. Y luego está también un factor ambiental, que es quizás lo más misterioso. Parece que está aumentando la frecuencia de la enfermedad, sobre todo en las chicas en las que cada vez más frecuente. Hace referencia a algo que está en el ambiente y que se resiste condenadamente a ser descubierto. Eso en cuanto al origen, pero también desconocemos algunas cosas con respecto a si es una enfermedad únicamente inflamatoria o si es inflamatoria y neurodegenerativa desde el inicio. Hay dudas respecto, no tanto a la causa, sino al inicio de la enfermedad.
—Hagamos un verdadero o falso: la esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria, ¿verdadero?
—Sin lugar a dudas, el componente inflamatorio es muy importante. Es protagonista. De hecho, cuando se controla la actividad inflamatoria mejora el pronóstico del paciente en términos de todo. Ahora, también puede haber algún otro programa que esté jugando por debajo. Pero en principio es una enfermedad inflamatoria. Lo que pasa es que esa inflamación evoluciona. No es lo mismo en los pacientes recién diagnosticados que cuando se lleva veinte años.
—Hablamos del cambio que experimentan muchos pacientes de una esclerosis recidivante a progresiva.
—Sí. Al principio es muy explosiva, creando lesiones y luego se genera una inflamación de bajo nivel, vamos a decir como si hubiera brasas, con otro tipo de células que están ahí activadas. Pasamos de una actividad muy inflamatoria con lesiones y brotes a una inflamación difusa en el cerebro, de bajo nivel, que provoca la progresión de la enfermedad. También sabemos que al principio de la enfermedad hay un tráfico muy importante de linfocitos de la sangre al cerebro y que, con el paso del tiempo, todo se acantona dentro del cerebro.
—Otra. Es una enfermedad autoinmune, ¿verdadero?
—Sí. En principio se etiqueta como una enfermedad autoinmune, lo que pasa que no sabemos a qué va dirigido el ataque de nuestras defensas. Una enfermedad autoinmune es una enfermedad en la que nuestro organismo ataca a algo que nos es propio. El objetivo del sistema inmunológico es defenderse de las infecciones y de los tumores. En las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunológico erróneamente ataca a algo que es propio y está sano. En principio, la esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune, aunque se desconoce la diana del ataque. Sabemos que hay guerra, pero no sabemos dónde apuntan las armas.
«Cuando tú de una enfermedad no conoces la causa, no la puedes prevenir. Si tú pudieses decir: ''Esto viene por comer chipirones'', bueno, pues no tomas chipirones y ya está»
—Esta enfermedad suele ser diagnosticada en personas de entre 20 y 30 años, ¿cómo se comunica a alguien tan joven que padece una enfermedad crónica e incurable?
—Yo les cuento la verdad. Es una enfermedad que hace unos años era dramática porque no había ningún tipo de tratamiento. Cuando hacías un diagnóstico era duro. También para el médico. Sabías que a esa persona, con una alta probabilidad, le iba a ir mal. No podías más que acompañarle en ese viaje un tanto siniestro. Hoy en día hay tantos medicamentos que todos tenemos la certeza de que le hemos dado la vuelta a esta enfermedad. De que podemos controlarla en muchísimas ocasiones. Tenemos recursos para que muchísimos de los pacientes a los que se les diagnostica hagan una vida normal. Podrán tener una recaída, tomar medicación o hacerse controles, pero es casi una anécdota dentro de lo que va a ser continuar con una vida normal a la hora de trabajar, de tener ocio, pareja o hijos. Entre lo que era antes y lo que es ahora... Evidentemente con la noticia te llevas un disgusto, pero es un disgusto mucho menor de lo que era antes porque tenemos recursos para, no solo acompañarles, sino ayudarles.
—¿Cómo era la esclerosis múltiple cuando estaba en la facultad y empezaba a especializarse?
—Cuando estaba haciendo la especialidad, diagnostiqué a un estudiante de medicina. Fue mi primer diagnóstico. Yo me sentía muy cercano a él, porque había acabado la carrera solo un par de años antes. Y la verdad es que sentí muy, muy mal. Al pobre chaval no le podía ofrecer mucho más que darle un diagnóstico. Hace años el diagnóstico era demoledor. No había tratamiento y utilizábamos como bálsamo la posibilidad de que tuviera una evolución benigna, que se da en pocos pacientes. Pero ese pasado ya está olvidado y ahora tenemos un montón de medicamentos para ayudar de una manera efectiva a los pacientes para que no tengan discapacidad y puedan hacer una vida normal.
—Cuando empezó la pandemia, se clasificó a los pacientes de enfermedades autoinmunes como grupos de riesgo, ¿la gente con esclerosis múltiple es más vulnerable al covid-19?
—Con el covid, lo que se decía al principio, no se dice ahora. Te enfrentabas a algo nuevo. Inicialmente se dijo, pero pronto nos dimos cuenta de que no. Al poco de empezar la pandemia ya había literatura y registros de pacientes con esta enfermedad en donde se veía que el pronóstico era igual que el de la población general. Los inmunomoduladores no son malos para el covid, de hecho hubo algún ensayo para utilizar precisamente interferón (un fármaco habitual en pacientes con esclerosis) para tratarlo. Luego se descartó, pero incluso se pensó que podía tener algún beneficio. Con lo cual, la evolución de los pacientes con esclerosis múltiple durante la pandemia ha sido, básicamente, prácticamente idéntica al de la población general.
—En cuanto a investigación, ¿qué novedades hay? ¿Qué cosas sabemos que no sabíamos hace, por ejemplo, un par de años?
—Hemos alcanzado una meta que es la de controlar con cierta facilidad la inflamación, los brotes. Ahora el gran reto es la progresión. Y cada vez conocemos más cosas. Cada día hay más estudios dirigidos a parar el desarrollo de la enfermedad. Ese es el gran reto. También son un desafío los biomarcadores. El cerebro está muy encerrado, metido en una urna en el que el tráfico de sustancias es muy limitado. Eso dificultaba que a través de un análisis de sangre pudiésemos tener datos. Ha habido avances tecnológicos muy importantes y ya tenemos un montón de trabajos buscando un biomarcador, una sustancia en la sangre que procede del cerebro y que guarda relación con el daño que produce la enfermedad. Es muy probable que en un futuro, con un análisis de sangre, podamos saber si un enfermo va bien o mal o si responde al tratamiento. Son dos grandes retos que están sobre la mesa.
—Ya que es una enfermedad desmielinizante, cae de cajón pensar que la solución pasaría por descubrir algo que regenere la mielina, ¿se trabaja en esto?
—Sí. Hay estudios que buscan precisamente eso. Hay trabajos recientes que no han finalizado de manera exitosa, pero otros están en fase de estudio. Conseguir la remielización, que ese axón, ese cable que está desnudo, se vuelva a proteger con la mielina, está en marcha. Hay estudios clínicos con pacientes que están tomando medicamentos con ese objetivo. La medicina regenerativa, no solamente en esta enfermedad, sino también en otras muchas, tiene muchísimo futuro, pero está un poquito más lejos. Antes está el conocer más medicamentos para la esclerosis progresiva, que solo tenemos dos.
«Muchas veces, los pacientes vienen preguntando: ''¿Ha salido algún fármaco nuevo?'' y claro, les dices, ''pues... hoy no''. Estamos en ello»
—¿Cómo será el panorama dentro de una década? ¿Se habrá avanzado mucho?
—Sí. Fíjate que en dos décadas hemos dado un salto de gigante. Hace veinte años no teníamos nada. Teníamos la buena voluntad de los médicos y el acompañamiento, ahora tenemos un montón de medicamentos que nos permiten modificar la realidad de manera favorable, cambiar en el pronóstico. Además, en el tema de medicamentos para la progresión, probablemente se haya avanzado muchísimo. Desde el punto de vista de la investigación, una década no es mucho, pero para un paciente sí lo es. Muchas veces vienen preguntando: «¿Ha salido algo?» y claro, les dices, «pues... hoy no». Estamos en ello, pero sí, creo que se avanzará mucho. A esta enfermedad le hemos dado la vuelta casi como a un calcetín. Falta avanzar en otras cosas, pero dentro de diez años probablemente estemos mucho mejor. Hay que tener en cuenta que la investigación en este campo y en todo lo que es inmunología está avanzada. Y cuando hay una línea potente de investigación, siempre hay resultados. Fíjate con el covid, que se consiguió una vacuna en tiempo récord.