Diarrea, fiebre y vómitos son los síntomas de esta enfermedad
14 ene 2022 . Actualizado a las 17:25 h.La gastroenteritis es una infección de los intestinos que causa diarrea, cólicos abdominales, náuseas, vómitos y a veces fiebre. Según explica el doctor Joaquín Cubiella, miembro de la Junta Directiva de la Asociación española de Gastroenterología (AEG), es un cuadro agudo, es decir, un proceso infeccioso generalmente viral que dura de media cuatro días. Te explicamos cómo identificar y tratar este molesto problema.
Causa y propagación
La gastroenteritis se contrae principalmente a través del contacto con alimentos en mal estado. «Cualquier tipo de gastroenteritis se transmite por vía fecal-oral. Los virus entran en el organismo a través de alimentos contaminados que ingerimos. Especialmente, con el consumo de aguas mal cloradas. La cloración del agua es el mejor mecanismo que tenemos para evitar la transmisión de patologías infecciosas por tracto digestivo. Otro ejemplo habitual son las salmonelosis, enfermedades bacterianas que ocurren cuando algún alimento tiene la bacteria salmonella y se produce un cuadro típico muy intenso y con gran capacidad de transmisión, lo que genera brotes en familias que han compartido la comida», explica Cubiella.
Los virus son la causa más común de gastroenteritis: el rotavirus en bebés y niños pequeños, y el norovirus en adultos. Sin embargo, la gastroenteritis bacteriana también es habitual. Muchos casos encuentran su origen en infecciones por Escherichia coli (E. coli), aunque también son frecuentes los casos provocados por la Salmonella, Shigella y el Campylobacter, bacterias a menudo presentes en carnes y pescados crudos o poco cocinados y en la leche no pasteurizada.
En la edad infantil, las gastroenteritis víricas son más habituales, por varias razones. En primer lugar, porque los más pequeños no tienen todavía su sistema inmunitario del todo desarrollado. «Su poder frente al virus es menor. Al contacto con el virus, los adultos suelen tener menos diarrea», dice el experto. En segundo lugar, los niños están expuestos por su estilo de vida: juegan en el suelo, se llevan objetos a la boca, lo comparten todo. Especialmente, cuando son menores de cinco años. Por esta razón, vigilar los espacios donde pasan tiempo los más pequeños y prestar atención a lo que comen es sumamente importante.
En cualquier caso, las gastroenteritis son «procesos autolimitados que afectan a personas de cualquier edad, ya sean niños, adultos o mayores. De hecho, son una sintomatología habitual cuando salimos de nuestro entorno y ocurre lo que se llama diarrea del viajero. Nos ponemos en contacto con patógenos, con virus y bacterias a los que no estamos acostumbrados y nos pueden enfermar», señala Cubiella.
Diagnóstico
«En medicina no es dos más dos son cuatro, pero si aparecen síntomas como dolor abdominal asociado a diarrea, abundantes deposiciones líquidas que aparecen de forma súbita, febrícula o náuseas, eso puede indicar una gastroenteritis. No se necesitan más pruebas, el diagnóstico es clínico», explica el especialista.
A pesar de esto, en algunos casos, un examen de heces puede estar indicado para detectar o descartar otros problemas de salud, especialmente cuando la diarrea no es acuosa, sino que está acompañada de sangre. También se puede tomar la presión arterial y el pulso para detectar signos de deshidratación, una consecuencia muy común de la gastroenteritis.
Tratamientos
Cuando se cursa una gastroenteritis, lo primero que hay que hacer, indica Cubiella, es reponer el volumen de agua. «La gastroenteritis altera todos los mecanismos de absorción de líquidos y las bacterias o los virus favorecen a la eliminación de líquido en el tubo digestivo. Es el principal problema que produce la gastroenteritis aguda y su principal riesgo: la deshidratación. Este es el motivo por el cual la enfermedad puede, en algunos contextos, producir mortalidad, aunque en nuestro ámbito es controlable», explica.
El primer paso es entonces reponer hidratación. Para esto, la medida recomendada es «la limonada alcalina, una fórmula establecida por la OMS, que lleva bicarbonato, sal, azúcar y zumo de un limón. Casi siempre se pueden usar bebidas isotónicas también, como alternativa. Más allá de esto, no se recomienda habitualmente tratamiento con antibióticos, puesto que las gastroenteritis son generalmente víricas. Para tratar los cólicos se puede utilizar algún relajante muscular o paracetamol», indica Cubiella.
Limonada alcalina
La limonada alcalina es un preparado que podemos beber para ayudarnos a superar un cuadro de gastroenteritis. Es muy fácil de preparar y está recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) porquere hidrata rápidamente al cuerpo, siendo más eficiente que el agua para recuperar hidratación.
Necesitas:
- un litro de agua
- una pizca de sal (1,8 gramos)
- una cucharadita de bicarbonato de sodio
- dos cucharadas soperas de azúcar (50 gramos)
- zumo de un limón
Para preparar la limonada, simplemente mezcla todos los ingredientes en una jarra o botella limpia.
Puedes beber toda la que quieras, pero sin forzarte. Para acompañar esta medida y mejorar tu hidratación puedes comer plátano y beber zumo de naranja.
A la hora de reintroducir los alimentos, lo que se recomienda es «seguir una dieta astringente. Dietas con fibra, para aumentar el bolo intestinal y controlar la diarrea», aconseja el especialista. En estos casos, lo ideal es aumentar la fibra soluble, ya que la insoluble está más indicada para tratar el estreñimiento. Cuando la fibra soluble llega al intestino grueso, es fermentada por las bacterias beneficiosas que habitan en el colon. Esto favorece el crecimiento de esas bacterias e impide el desarrollo de otras patógenas. Por esta razón, el consumo de fibra soluble es especialmente recomendable en situaciones de diarrea aguda, ya que durante estos períodos existe una gran pérdida de microorganismos beneficiosos para nuestra salud intestinal.
La fibra soluble se encuentra en la mayoría de frutas, hortalizas, legumbres y algunos cereales como la avena y la cebada. Las manzanas, los cítricos, el brócoli y la zanahoria serán grandes aliados para aliviar los síntomas de la gastroenteritis.
Por otro lado, es útil evitar los lácteos hasta que la enfermedad haya terminado. «Como consecuencia de la gastroenteritis podemos tener una intolerancia momentánea a lácteos por el daño que produce el virus sobre la mucosa intestinal. Se recomienda en estos casos restringir lácteos por un tiempo y luego reintroducirlos. De hecho, el consumo de lácteos puede ser una causa de diarrea una vez superado un episodio de gastroenteritis aguda. Y en algunos pacientes, esta intolerancia a lácteos se puede convertir en definitiva», detalla Cubiella.
En cuanto a los probióticos, que suelen indicarse para recuperar la flora intestinal en estos casos, Cubiella explica que «mejoran un poco los síntomas, pero no mucho. Los datos indican que los probióticos reducen la sintomatología. Si una gastroenteritis aguda dura, de media, unos tres o cuatro días, los síntomas bajan entre medio día y un día con los probióticos. No tienen efectos claramente beneficiosos, pero no hacen daño tampoco».
¿Te pueden ingresar por gastroenteritis? Sí, pero es poco frecuente. «La necesidad de ingreso hospitalario de los pacientes con gastroenteritis aguda se da en circunstancias muy limitadas, que se reducen a los casos en los que la persona no puede ingerir alimentos por vía oral porque hay vómitos. La gastroenteritis en estos casos suele ser bacteriana y es una infección a nivel general de todo el organismo, aparece fiebre alta y la diarrea produce deshidratación», señala Cubiella.
Cómo prevenir la gastroenteritis
Al tratarse de una enfermedad que se transmite a través del contacto con alimentos mal cuidados, poco controlados o contaminados, «clarísimamente hay que tener un manejo muy cuidadoso del alimento. Respetar las fechas de caducidad, evitar mantener alimentos en malas condiciones en las neveras. El agua que bebemos debe ser segura, no beber aguas de fuente. Es mejor clorarlas para evitar la aparición de gastroenteritis», señala Cubiella.
A la hora de cocinar, debemos deshacernos de algunos mitos que son más dañinos que beneficiosos. En particular, es falso que debamos lavar la carne o el pollo antes de cocinarlos: de hecho, al hacerlo estamos salpicando partículas presentes en la superficie de las carnes, potencialmente infectando otras partes de la cocina sin darnos cuenta. Lo que sí es importante es lavar con agua los vegetales y las frutas, ya que pueden contener restos de polvo o tierra en los que proliferan los microbios.
Para preservar correctamente los alimentos, lo más conveniente suele ser refrigerarlos. Lo que se busca es evitar que pasen más de dos horas en ambientes con temperaturas mayores a 5 ºC y menores a 60 ºC, ya que es en ese rango que proliferan a gran velocidad los virus y las bacterias. No es cierto que haya que esperar a que la comida se enfríe antes de refrigerarla: mientras que no le salga vapor, podremos guardarla sin problemas en la nevera.
La regla de los cinco segundos: ¿mito o realidad?
Por supuesto, las superficies con las que entren en contacto los alimentos son de gran importancia cuando se trata de mantenerlos libres de virus y bacterias. En este sentido, un estudio de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey) ha demostrado que la conocida regla de los cinco segundos (o tres, o diez, según el caso), que nos dice que un alimento caído al suelo no está contaminado a menos que haya pasado más de ese tiempo, no es correcta.
Aun asumiendo que el suelo está limpio, debemos tener en cuenta que puede haber bacterias que no veamos. Estas bacterias podrían transferirse a los alimentos en menos de un segundo, dependiendo del caso. De todos modos, tanto el tiempo de contacto como el tipo de superficie afectan significativamente a la contaminación de los alimentos. Así, las alfombras transmiten microbios en menor medida que otros tipos de suelo, ya que los microorganismos se adhieren más a ellas y, a la vez, aquellos productos con mayor grado de humedad (trozos de frutas, tostadas untadas) se contaminan más rápido que los secos (nueces, galletas).
Viajes
Aunque la pandemia ha hecho que nos replanteemos todos los viajes que podíamos llegar a programar, es útil tener en cuenta también ciertas pautas al momento de visitar sitios alejados del lugar donde vivimos. «El consejo para viajeros es evitar tomar todo tipo de agua sobre la cual no tengamos control. Es preferible beber agua embotellada durante los viajes. También hay que desconfiar de los puestos callejeros. Si consumes un alimento que ha sido preparado o lavado con agua sobre la cual no tienes control, ese alimento puede estar contaminado y producir diarrea», explica el médico.
Cuarentena, una palabra tabú
Tras dos años de pandemia, el aislamiento y la cuarentena son conceptos que han ganado el repudio de la población, pero cuando se trata de prevenir la diseminación de ciertas enfermedades, aislar al enfermo funciona. Para evitar la propagación del virus que haya causado la enfermedad, se recomienda que, una vez recibido el diagnóstico, los pacientes se aíslen durante 48 horas, especialmente cuando se trata de personas de alto riesgo para el contagio de gastroenteritis a otras, como manipuladores de alimentos, trabajadores sanitarios o de guarderías y niños menores de cinco años.