Miquel Casals, dermatólogo: «He llegado a tratar por sarna a un bebé prematuro de 36 semanas»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Miquel Casals ha llegado a tratar a cuatro pacientes al día por sarna durante este repunte.

El especialista, que desmonta el mito de que los probadores de ropa sean una fuente de contagios, explica que el aumento en la incidencia de la escabiosis se debe a la resistencia que los ácaros han desarrollado a los tratamientos habituales

06 abr 2022 . Actualizado a las 22:34 h.

Con el repunte de casos que ha multiplicado su incidencia en España, la sarna está de actualidad. Esta molesta enfermedad provocada por el ácaro sarcoptes scabiei causa un picor fuera de lo común y altera radicalmente la calidad de vida de las personas que la sufren. Lo peor es que se trata de una patología altamente contagiosa y difícil de prevenir, ya que durante el período de incubación, no da síntomas.

A partir de la pandemia del covid-19, la sarna se ha convertido en una verdadera epidemia. Así lo afirma el doctor Miquel Casals Andreu, dermatólogo especialista en el tema y autor del artículo científico Sarna, una epidemia dentro de una pandemia, publicado en mayo del 2021 en Elsevier Public Health Emergency. Con el confinamiento, la escabiosis ha tenido la oportunidad de hacerse resistente a los tratamientos convencionales y hacerse mucho más presente entre la población. 

—¿Por qué se está viendo un repunte de la sarna con el covid?

—Las causas exactas no se saben, pero sí que es claro que ha habido un cambio a nivel de comportamiento epidemiológico de los casos que veíamos previo a la pandemia, respecto a los que hemos visto durante la pandemia y lo que ahora podríamos llamar casi pospandemia. Ese cambio ha consistido en que, en los pacientes que veíamos antes de la llegada del covid, los casos de sarna respondían bastante bien a los tratamientos habituales, sobre todo a los acaricidas tópicos, puntualmente la permetrina. Lo que nos ha pasado en la pandemia es que vemos casos más rebeldes al tratamiento. De alguna forma, se cree que ha habido alguna selección de alguna cepa de un parásito en concreto que se ha hecho resistente a los tratamientos tópicos. La pandemia en sí, el covid-19, no creemos que haya influido directamente en el ácaro. Pero la situación del confinamiento que generó la pandemia sí creemos que ha tenido una importancia, porque la gente se vio obligada a quedarse en casa por períodos prolongados, en muchos casos, en espacios reducidos, muchos individuos en pocos metros cuadrados. Eso es precisamente lo que necesita el ácaro para transmitirse. De alguna manera, los brotes familiares se han comportado como si fuesen brotes institucionalizados. Como si fuesen brotes en una comuna, en una residencia de ancianos, en un hospital, en un cuartel o en una penitenciaría.

Luego, también hay artículos recientes que apuntan que la resistencia que estamos viendo en muchos casos de sarna podría venir de un tratamiento incorrecto, por ejemplo, la utilización de preparados antiinflamatorios tópicos que atenuaban los síntomas pero, a la vez, el paciente seguía con el cuadro sin estar bien diagnosticado. Dicho de otro modo, puede que los médicos de cabecera receten cremas con corticoides tópicos para aliviar los síntomas, sin saber que en realidad lo que había era una sarna.

—¿A qué se refiere cuando dice que los brotes familiares se comportan como brotes comunitarios?

—Cuando tú tienes un caso esporádico y haces un tratamiento tópico, muchas veces es suficiente para eliminar ese caso y sus convivientes no necesitan hacer nada más. Pero hoy en día nos encontramos casos como los de los bebés. Si un bebé lo tiene, pues seguro que al menos uno de sus padres lo va a tener. Por tanto, son brotes del núcleo familiar. Cuando tienes varios casos en un núcleo familiar, lo tienes que tratar como un brote epidémico, aunque sea una sola casa. Eso implica tratar a todos los contactos con ivermectina o tratamientos alternativos. En definitiva, la rápida expansión de la sarna, creo, ha sido provocada por la resistencia al tratamiento habitual, la demora en el diagnóstico y la mayor facilidad para los contagios al quedarse la gente confinada en casa.

—¿A qué se deben esas fallas en el diagnóstico? ¿Es una enfermedad difícil de diagnosticar?

—El diagnóstico de la sarna es sobre todo clínico. Y se hace por el contexto epidemiológico. Si te llega un paciente que te explica que desde hace semanas o meses tiene un picor extremo y al explorar la piel le observas unas lesiones inflamatorias en forma de surcos, unos nodulitos, puedes llegar al diagnóstico. Se puede confirmar mirando en el microscopio con un raspado de la piel. Puedes llegar a ver a veces la forma adulta del parásito o, con mayor frecuencia, las larvas. Esta prueba, el inconveniente que tiene, es que da muchos falsos negativos. Es decir, si tú haces la prueba y ves el parásito, puedes asegurar que el paciente tiene escabiosis, pero si haces la prueba y sale negativo, no puedes asegurar que no la tenga, porque puede ser que hayas rascado una zona muy superficial y no hayas atrapado el parásito, o bien que a esa zona en concreto no haya llegado y que esté un centímetro más a la derecha. Porque el parásito se dedica a hacer túneles en la piel del paciente. Y la respuesta del cuerpo humano es generar la inflamación, que es la que causa los síntomas de la enfermedad. Sobe todo, ese picor extremo que impide dormir, que los pone de muy mal humor, y que afecta mucho a la calidad de vida. Los pacientes llegan muy desesperados. Y ahora, llegan especialmente desesperados porque no viene uno, sino toda la familia afectada.

—¿Los casos pueden aumentar ahora que estamos en primavera?

—El parásito, para saltar de un individuo a otro, lo que necesita es contacto piel con piel. También se puede transmitir por compartir sábanas o el sillón, o el sofá. Pero el mecanismo principal de transmisión es el contacto piel con piel. Entonces, si el verano predispone a una mayor interacción social, que nos relacionemos más, esto va a ir por arriba. Porque está siendo un brote de sarna muy difícil de controlar, ya que los tratamientos usuales no funcionan, entonces, tenemos que recurrir a tratamientos de segunda o tercera línea. Y los pacientes están llegando con una demora en el diagnóstico muy larga. Son pacientes que a lo mejor ya llevan meses con la sarna, con lo cual han tenido tiempo de diseminarlo a toda su familia y todos sus contactos. Tienes que tratarlos a todos, porque a la que te dejes a uno, luego se puede dar el caso de que se vulevan a contagiar todos.

—¿Este aumento rápido de los casos es lo que hace que hables de una epidemia dentro de la pandemia?

—Yo en un año veía a lo mejor tres o cuatro casos. Ahora, hay días en los que veo tres o cuatro casos. O sea que he llegado a ver en un día lo que antes veía en un año. Claro que podemos hablar de epidemia, sin ninguna duda.

—¿Cómo se podría controlar esta epidemia?

—No hay ninguna manera, más que asegurarnos de tratar a todos los pacientes y sus contactos correctamente. La prevención sería ir con un traje de neopreno todo el día y no es posible. Pero respecto a este bulo que ha salido en TikTok de que puedes contagiarte en los probadores comprando ropa, no. Que la gente esté tranquila, que los probadores no son el lugar habitual para el contagio de la sarna. La sarna se suele adquirir por el contacto piel con piel o bien por haber dormido o pasado un buen rato en contacto estrecho con un lugar donde haya estado la persona con sarna, pero no basta un momento.

—¿Es posible hacer el diagnóstico durante el período de incubación de la sarna?

—No, porque si una persona no tiene sintomatología, a menos que hagas raspados en la piel para detectarlo, no lo sabes, pero no tiene ningún sentido hacer eso, por lo tanto, si un contacto estrecho tiene la enfermedad, tengas o no tengas lesiones es preferible que te trates.

—¿Qué tratamientos se indican en estos casos?

—A lo mejor hay que usar tratamientos de segunda y tercera línea, como la ivermectina oral, un antiparasitario muy eficaz, o bien tratamientos que se consideran ya antiguos, como el azufre. El azufre en un excipiente emoliente o en una vaselina fluida pueden darse. Son tratamientos alternativos, porque estábamos dando permetrina como tratamiento de primera línea y ha dejado de ser efectiva. Luego, tenemos otros tratamientos como el benzoato de bencilo, que no los estábamos utilizando, porque con la permetrina era suficiente.

—¿Estos otros tratamientos tienen más efectos adversos?

—Algunos de ellos pueden ser irritantes, por ejemplo, el azufre, según en qué concentraciones, puede serlo.

—¿Cómo afecta a los niños la sarna?

—Esta enfermedad no distingue edades. Yo tengo pacientes diagnosticados de sarna con 80 o 90 años, y en el caso de los niños, he visto muchísimos casos. El récord mío ha sido tratar a un bebé prematuro de 36 semanas. Nada más nacer, al estar en brazos de su mamá, que tenía sarna, se contagió. Y él, a su vez, se lo contagió a una enfermera que era la que le daba el biberón. Es decir que es muy, muy contagiosa. Pero en los niños, las reacciones inflamatorias son mucho más llamativas que en los adultos. Hay cuadros visualmente muy aparatosos.

—¿Pueden quedar marcas en la piel a largo plazo?

—Rara vez pueden quedar lesiones a largo plazo. Lo que sucede es que las lesiones inflamatorias que acompañan a brotes persistentes y muy activos de escabiosis cuesta mucho resolverlas. Porque los medicamentos que mencioné antes son para matar el parásito, pero luego hay que poner tratamientos para bajar el componente inflamatorio. Antiinflamatorios tópicos y, en raras ocasiones, orales.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.