Daniel Castellano, oncólogo: «El síntoma más frecuente del cáncer de riñón es el sangrado en la orina»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Daniel Castellano, miembro del comité ejecutivo del Grupo Español de Tumores Neuroendocrinos (GETNE)
El doctor Daniel Castellano, miembro del comité ejecutivo del Grupo Español de Tumores Neuroendocrinos (GETNE) La Voz de la Salud

El experto asegura que en los tumores que son de muy buen pronóstico la supervivencia se encuentra cerca «de los cuatro o cinco años»

24 oct 2022 . Actualizado a las 10:15 h.

Daniel Castellano es oncólogo clínico del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Más concretamente, jefe de la unidad de Oncología Genitourinaria, de la unidad de tumores de células germinales y tumores neuroendocrinos. Además, es expresidente del Grupo Español de Oncología Genitorourinaria (SOGUG) y miembro del comité ejecutivo del Grupo Español de Tumores Neuroendocrinos (GETNE). En el campo de la investigación, se ha enfocado en el desarrollo de nuevos medicamentos en tumores genitourinarios y neuroendocrinos, siendo el investigador principal de más de quince ensayos clínicos. Hablamos con él sobre uno de los tumores más silentes: el de riñón. 

—¿Cuáles son los factores de riesgo a la hora de padecer un cáncer de riñón?

—Fundamentalmente el cáncer de riñón tiene diferentes tipos de presentación y el más frecuente de ellos se llama cáncer renal a células claras y representa casi el 70 % de estos tumores. Este tipo de cáncer renal se asocia, a veces, a una mutación de un gen específico que es derivado de una enfermedad que en algunos casos es hereditaria, como en un 10 %. Y otras son mutaciones del gen que son somáticas porque no son heredadas, sino que son adquiridas por diferentes factores. Entre estos factores, no hay ninguno específicamente asociado a este tipo de tumor, pero siempre se habla del consumo de tabaco, el consumo de alcohol... Después otros carcinógenos, probablemente, tengan su paso a través del riñón y por eso, de alguna manera, pueden inducir algún cambio en estas células. De ellos, algunos derivados de las aminas o de algo que tenga que ver con ellas. 

—¿Por qué es más frecuente en hombres que en mujeres?

—La proporción no es tan alta, es decir, la diferencia no es como en el cáncer de vejiga, que la relación es cuatro a uno. El cáncer renal sí se asocia más a hombres que a mujeres pero no hay una diferencia tan significativa. Probablemente tenga que ver con que hay factores asociados a determinados tipos de carcinógenos, relacionados con diferentes tipos de trabajo, que pueden ser más frecuentes en hombres que en mujeres. También el hombre tiene una proporción más alta de consumo de tabaco. Probablemente estas sean las condiciones. Pero no tienen nada que ver con alguna morfología genómica que induzca a que estos pacientes hombres sean una proporción mayor a las mujeres. 

—¿Cuáles suelen ser los síntomas por los que el paciente acude al médico?

—El síntoma más frecuente y por el que se suele consultar mucho es por la hematuria, que es el sangrado en la orina. Otras es por el dolor asociado al crecimiento del tumor en la región abdominal. También hay un síndrome, que llamamos constitucional, en el que el paciente se siente muy cansado, muy afectado de su estado basal y esto se asocia con pérdida de peso, falta de apetito… Es un síndrome que suele ser habitual en estos pacientes. Forman una tríada sintomática muy frecuente en cáncer renal. 

—¿Cómo se diagnostica? 

—Habitualmente acaban haciéndose pruebas. Si es por el sangrado, va un poco más orientado a la vía urinaria y se suele hacer un estudio radiológico dirigido para ver las estructuras de la vía urinaria en el abdomen, y si no está asociado a sangrado, a veces se hacen estudios generales y en esos estudios aparece la masa tumoral del riñón, que es la que suele dar todos estos síntomas. Es verdad que en su crecimiento este tumor no suele dar muchos síntomas, suele ser bastante silente. A veces, cuando ya da síntomas, son tumores de un tamaño bastante considerable que genera un riesgo de tener enfermedad de vejiga avanzada al diagnóstico. 

—¿Cómo es el pronóstico?

—El pronóstico para los tumores que son pequeños, que se pueden operar y que se quitan parcialmente o completamente del riñón y no tienen enfermedad fuera del riñón, la supervivencia suele ser bastante prolongada. En ese caso la cirugía per se otorga ya un beneficio claro de niveles de curación.

En otros tumores donde hay una extensión un poco mayor en el riñón, considerados en una clasificación que llamamos nosotros de los tumores, del T1 al T4, este sería como un T3, y se consideran de alto riesgo porque sí podrían recidivar. En estos tumores, más recientemente se ha visto que algún tratamiento más innovador que acaba de llegar a la oncología, como la inmunoterapia, ofrece un beneficio complementario administrado después de la nefrectomía. Se llama estrategia de adyuvancia. 

—¿Qué rango de edad presentan los pacientes de un tumor de riñón?

—Más o menos la media de edad está entre los 60 o los 65 años. Esa suele ser la media de diagnóstico. Más o menos la estimada y, en proporción respecto a otras poblaciones de pacientes de otros tumores, no es ni muy joven ni tampoco muy mayores. No es como el cáncer de próstata que sí que la media de edad suele sere un poco mayor. 

—Antes me hablaba de la inmunoterapia, también de la cirugía… ¿Cuáles son los tratamientos que existen actualmente?

—El abanico de tratamientos ha cambiado hace unos años gracias a que se incorporaron unos nuevos tratamientos llamados antiangiogénicos, viendo que estos tumores crecían y proliferaban por una vía de crecimiento de producción de vasos sanguíneos. Entonces, los antiangiogénicos demostraron un beneficio en supervivencia significativo. Y ya en los últimos años se acaba de incorporar la inmunoterapia. Fármacos como el nivolumab, el pembrolizumab, la combinación de dos tratamientos inmunes… Son fármacos dirigidos contra el sistema inmune. Lo que hacen es reactivar de nuevo el sistema inmune, que estaba como apagado, para que ataque a estas células tumorales. Esta nueva estrategia, sumada a los antiguos tratamientos antiangiogénicos, parece que ha potenciado su eficacia y ya se administran de forma combinada: la inmunoterapia por una lado, que es de administración intravenosa, y los inhibidores de tirosina quinasa antiangiogénicos, que son de administración oral. Estas combinaciones, que se llaman dobletes, ya hay varios estudios que demuestran su beneficio. 

—¿De qué tasa de supervivencia hablamos a día de hoy?

—En la enfermedad avanzada más o menos está en los dos años y medio, dependiendo del pronóstico inicial del paciente. Hay tumores que son de mejor pronóstico y otros de peor. Pero los que son de muy buen pronóstico, en general, están ya casi en supervivencia cerca de los cuatro o cinco años. Los tumores que llamamos intermedios están en 25 meses, 30 meses. Y los de peor pronóstico superan, al menos, el año. 

—¿Es posible prevenir padecer en un futuro cáncer de riñón? 

—No. No es fácil hablar de prevención aquí porque no tenemos claramente confirmado cuáles son, por decirlo así, los factores que definen una inducción o progresión hacia esa célula tumoral en el riñón. Con lo cual, para muchos de estos tumores, hoy en día como sabemos que son más de un factor carcinogénico inductor de este crecimiento del tumor, en general empezamos a hablar de conceptos más generales como el de llevar una vida saludable. Como controlar la ingesta de alcohol, el consumo de tabaco, el consumo de café, obviamente también la ingesta de comida de alto contenido de grasas y azúcares, comida muy procesada… Y también hacer ejercicio físico.  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.