Estrategias digitales y grupales permiten a más pacientes construir mejores hábitos de sueño
22 oct 2022 . Actualizado a las 11:53 h.Vivir con insomnio es llegar a sentir aprensión en el momento de irse a la cama. El buen descanso se vuelve utópico y las noches en vela se acumulan, provocando trastornos en el estado de ánimo y la concentración. Pero, por mucho que pese el cansancio, cuesta conciliar y mantener el sueño. Esta es la realidad de muchas personas: según la Sociedad Española de Sueño, cerca de un 30 % de la población adulta padece este trastorno, que se hace más frecuente con la edad, sobre todo entre las mujeres. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Para entenderlo, debemos tener en cuenta el impacto que ha tenido la pandemia en nuestros comportamientos respecto al sueño. «Parece que a nivel poblacional se consulta cada vez más sobre sueño, porque hay una mayor consciencia de su importancia. En este sentido, a priori parecería que vamos mejor, porque tenemos una vida más activa y unos horarios más regulares ahora que no estamos confinados, pero parece que también es más difícil la conciliación, y el teletrabajo impide que haya una desconexión entre el tiempo laboral y el tiempo de descanso. Eso puede hacer que las personas estén más alerta y más despiertas durante el atardecer y la noche, cuando deberían estar desconectando y preparándose para dormir», señala la doctora Ana Fernández Arcos, miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES) y neuróloga del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
Aunque parte del problema tiene que ver con cuestiones culturales de un mundo que no prioriza el descanso como una pieza integral y fundamental de nuestra salud, lo cierto es que el insomnio es una patología de causas multifactoriales. Puede estar asociado al estrés o a una mala sincronización de los ritmos circadianos debida a los horarios de trabajo, pero también puede ser un síntoma secundario a otras enfermedades tan variables como el cáncer, el asma o el alzhéimer. Muchos fármacos pueden afectar al sueño, como ciertos antidepresivos o los medicamentos para la presión arterial. Todo esto va configurando un escenario en el que dormir bien deja de ser la norma y se convierte, si no en una excepción, en un lujo al que no tiene acceso todo el mundo. Por eso, las nuevas investigaciones en insomnio giran en torno a encontrar soluciones accesibles que puedan alcanzar a más pacientes de manera eficaz.
Actualizaciones del siglo XXI a la terapia cognitivo conductual
La terapia cognitivo conductual es considerada por los especialistas como la primera línea de tratamiento para el insomnio. Si bien se suelen recetar fármacos para aliviar a los pacientes, esto no siempre es lo ideal y no debería sustituir a las psicoterapias orientadas a mejorar higiene y hábitos de sueño. En este sentido, las nuevas opciones que se están explorando en el campo cognitivo conductual son prometedoras.
«Cada vez hay más propuestas. Se han empezado a hacer grupos de tratamiento, se ha propuesto también hacer aplicaciones para llevar a cabo conductas modificadoras que puedan mejorar el insomnio. Incluso hay tratamientos que se realizan por Internet. Se está modernizando la terapia cognitivo conductual, que es lo que está comprobado que funciona y mejora a largo plazo el insomnio crónico», cuenta Fernández.
«Teniendo todas las nuevas tecnologías a nuestro alcance, lo que estamos desarrollando son programas a nivel digital para que los pacientes puedan tener toda la terapia de una forma más accesible mediante programas digitalizados. Ahora tenemos un programa híbrido. Las sesiones las damos grabadas en formato vídeo y, para que podamos ir motivándolos, vamos enviando correos, haciendo alguna llamada, para que con este seguimiento la terapia sea más efectiva. Nos damos cuenta de que así las personas acaban cumpliendo todo el tratamiento y están funcionando muy bien. Y cuando se hace a nivel grupal, se puede llegar a mucha más gente y la interacción que tienen dentro del grupo también es buenísima», apunta la psicóloga Nuria Roure, experta en trastornos del sueño.
¿Qué aporta la terapia cognitivo conductual a los pacientes con insomnio?
«Se utilizan algunas técnicas, como recomendarle al paciente que no esté en la cama más de lo necesario. Me refiero a que, cuando no puede conciliar el sueño o cuando está despierto en la cama y no puede volver a dormirse, se levante. Una serie de conductas que hacen que vaya mejorando el tiempo que uno está realmente durmiendo en la cama, y no pensando o poniéndose nervioso o angustiándose por no poder conciliar el sueño», ilustra Fernández.
La terapia tiene un enfoque conductual en el que se proponen al paciente algunas pautas que le ayudarán a dormir mejor. «Suelen hacerse de cuatro a seis sesiones en las que se trabajan diferentes cambios de hábitos para mejorar el descanso. Se trata de establecer una serie de conductas a seguir cuando el paciente no se puede dormir, para volver a condicionar el cuerpo a desconectar de los problemas del día a día cuando uno está en la cama y también poder relajarse de una manera apropiada para alcanzar un estado de somnolencia óptimo para poder dormirse», explica la neuróloga.
Los resultados de estas nuevas terapias digitales han sido, en principio, alentadores. «Como mínimo, vemos que funcionan igual que las terapias presenciales cara a cara que teníamos anteriormente. Porque damos las mismas sesiones que haríamos en consulta, pero en vídeos, siempre enviándoles un recordatorio vía mail y siempre pidiendo un feedback posterior: ¿cómo ha ido con los vídeos? ¿Cómo estás con el cumplimiento? Y todo esto le da mucha riqueza al tratamiento. Porque antes hacíamos la consulta y, a lo mejor, hasta la siguiente consulta, no volvíamos a hablar con el paciente. Ahora, el hecho de tener estas tecnologías digitales les da ese plus y está funcionando súper bien. La gente ya no tiene esa reticencia de ir al psicólogo a tratar el insomnio, porque puede hacerlo directamente por la web después del diagnóstico y todo está más automatizado. No te requiere tanto tiempo», asegura Roure.
Para que esto funcione, la clave está en convertir la experiencia del tratamiento en un desafío lúdico. «Funciona porque podemos incorporar la gamificación, con retos o niveles de cumplimiento. Esto también puede motivar al paciente a seguir hasta obtener resultados», señala la psicóloga.
En este aspecto, la pandemia también ha sido un punto de inflexión. Si bien los pacientes que acuden a consulta por insomnio suelen ser de mediana edad o adultos mayores, la digitalización que se impuso a raíz del confinamiento hizo que todos los grupos etarios se alfabetizaran en estas áreas tecnológicas. «La pandemia nos ha hecho poner las pilas a todos con el tema digital y muchas personas ya tienen experiencia y saben hacer funcionar el Zoom, y lo agradecen porque así el horario para hacer las sesiones también es más amplio y al final eso tiene muchos beneficios», observa Roure.
La importancia de este tipo de programas terapéuticos es insoslayable, teniendo en cuenta la necesidad de ofrecer alternativas a los medicamentos con los que hoy se cuenta. «La primera línea de elección siempre es la psicoterapia. Y si la persona está en una situación muy grave, se puede ayudar de fármacos, pero por un tiempo muy concreto, se recomienda un máximo de 3 meses. Y yo conozco pacientes que llevan años con esas pastillas y con todos los efectos secundarios que tienen. Sería bueno incorporar programas de terapia cognitivo conductual para las personas que no saben cómo dejar la medicación, porque ayuda mucho a coger estrategias y herramientas para que sepan qué pueden hacer cuando no pueden dormir y que, a partir de ese momento, puedan empezar a reducir la medicación», sostiene Roure.
Terapias grupales
La terapia cognitivo conductual se puede ofrecer a grupos de pacientes, con un doble beneficio de este elemento grupal. «Por un lado, permite llegar a más pacientes y reducir las listas de espera; por otro lado, pueden apoyarse entre sí, entender mejor la importancia del sueño. Se trata de buscar grupos de personas que tengan un problema similar, porque al final, el insomnio tiene un abanico muy amplio. Hay personas mayores, otras muy jóvenes, personas en edad laboral... Se trata de buscar grupos homogéneos para poder empezar a implementar medidas, porque el problema ahora es que no podemos abarcar a la cantidad de personas que tienen insomnio y tratarlas de esa manera», señala Fernández.
Los últimos avances en fármacos para dormir
Aunque la primera línea de tratamiento es la psicoterapia, hay casos en los que el uso de fármacos sí está indicado. Para estos cuadros, se están desarrollando medicamentos nuevos que alivian el insomnio sin las desventajas que traen las pastillas para dormir utilizadas comúnmente. «Hasta ahora, los fármacos que estábamos dando eran los mismos que se usaban desde hace décadas, que son las benzodiacepinas. Lo que hacen es favorecer o inducir el sueño. Pero sabemos que estos fármacos, con el tiempo, pueden generar dependencia y tolerancia, e incluso al retirarlos pueden tener un efecto rebote y que a la persona le cueste dormir. Para evitar esto, se están estudiando nuevas vías terapéuticas. Y lo que se está intentando hacer es, en lugar de aumentar el sueño, disminuir el grado de vigilia con fármacos que antagonizan neurotransmisores que son activadores», explica Fernández.
En este sentido, «la vía más avanzada, que tiene fármacos que ya están aprobados, es la de antagonistas de los receptores de hipocretina/orexina. Recientemente se ha aprobado por la Agencia Europea del Medicamento uno de ellos, que es el daridorexant. Estos fármacos son muy prometedores porque lo que hacen es que la persona deje de estar despierta, en lugar de dormirla de otro modo. Y los estudios, hasta ahora, dicen que tienen muy pocos efectos adversos, que no producen tolerancia ni dependencia, y parece ser que tampoco tienen efecto rebote. Entonces, tienen un perfil mucho mejor para poder tratar el insomnio, aunque faltan todavía más estudios a largo plazo», detalla la neuróloga.
Adiós a la melatonina
El uso de melatonina para tratar los problemas de sueño se ha popularizado en elos últimos tiempos, con presentaciones que se pueden adquirir en la farmacia incluso sin prescripción médica. Sin embargo, esto no es conveniente. «La única que está aprobada con indicación para el insomnio es la melatonina de acción retardada para el insomnio en mayores de 55 años. Se da con indicación médica cuando hay alteraciones en el ritmo circadiano. Esto quiere decir que nuestro reloj biológico hace que tengamos la necesidad de ir a dormir más tarde y levantarnos más tarde. Nos dormiríamos a las dos de la madrugada y nos despertaríamos a las diez, pero como tenemos que trabajar o estudiar, al final, vamos cortos de sueño. Cuando hay este tipo de problemas, la melatonina sí que estaría indicada. Lo que no debería hacerse es el uso tan generalizado que se está haciendo de ella. Incluso hay formulaciones en gominolas sin indicación médica. Los pacientes deberían acudir al médico para que se pudiera evaluar si hay otros problemas que les estén impidiendo dormir», recomienda Fernández.