Los expertos explican qué puedes hacer para aliviar los síntomas de las infecciones respiratorias en su época favorita del año
11 dic 2023 . Actualizado a las 16:41 h.Ha empezado el frío y las consultas médicas se llenan de pacientes con síntomas como tos, fiebre o congestión nasal. La gripe y el resfriado son las enfermedades infecciosas más comunes de estos meses, a las que la pandemia ha sumado el covid-19. Pero no siempre sabemos distinguir una de otra o aliviar sus síntomas. Conocer sus diferencias es importante para actuar correctamente en cada caso y no arriesgarnos a sufrir complicaciones.
Quién es quién
«La gripe, también llamada influenza, y el resfriado son enfermedades respiratorias producidas por virus. Por lo tanto, se contagian especialmente en esta época de otoño e invierno. Sin embargo, son muy diferentes. La gripe es causada por el virus de influenza tipo A o B. Esto varía, por ejemplo este año estamos viendo predominio del tipo A. Mientras que el resfriado común puede ser causado por muchos tipos de virus diferentes como los rinovirus, los virus de parainfluenza, o los coronavirus estacionales, que no tienen nada que ver con el covid-19», explica el doctor Rodrigo Abad, miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Estos virus se transmiten con mayor frecuencia en otoño e invierno. «Esto se debe a la suma de varios factores. El principal es que la mayoría de virus respiratorios estacionales se replican con mayor avidez y su cubierta lipídica es más resistente, lo que ayuda a que sobrevivan más tiempo en las temperaturas más bajas que tienen nuestras vías respiratorias altas (como la nariz, en torno a 33ºC), que es por donde suelen entrar», asegura Rodrigo Santos Santamarta, integrante del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Por otro lado, el aire frío tiende a inmovilizar los cilios, unos pequeños pelos ubicados en las vías respiratorias que se encargan de expulsar los gérmenes que entran al organismo por esos conductos. De este modo, los microbios pueden penetrar esta barrera con mayor facilidad. Al mismo tiempo, señala Abad, «cuando hace frío, tendemos a estar en espacios cerrados, además ahora coincide con las fiestas y las reuniones familiares, lo que implica más contagio de estos virus».
Prevención
Con más de 200 virus que pueden causarnos enfermedades respiratorias en estos meses fríos, protegerse es fundamental para evitar la transmisión. Dado que estas patologías se contagian a través de las gotitas que expulsamos al hablar, toser o estornudar, la mejor medida sería, como se ha visto con el covid-19, evitar permanecer en ambientes cerrados con otros que puedan estar enfermos. La ventilación adecuada puede ayudar a limitar la transmisión de los virus en espacios de trabajo, así como en el hogar. También es clave reforzar las medidas de higiene personal, sobre todo el lavado de manos.
Para la gripe, se cuenta además con la vacunación como una importante herramienta para evitar los contagios y reducir las complicaciones. «La primera recomendación es que si hay vacuna contra una enfermedad, la pongamos, a nosotros mismos o a nuestros hijos. Luego, todas las recomendaciones que hemos visto hasta la saciedad para prevenir el covid-19, que es una enfermedad de vías respiratorias, también valen para las demás: el aislamiento, evitar el contacto, estornudar cubriendo la cara con el codo, usar pañuelos desechables, la mascarilla, y mantener una distancia de seguridad con las personas en espacios públicos», aconseja Jesús Sueiro Justel, médico de familia y vocal de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec).
Síntomas
Las molestias corporales que acompañan a un cuadro gripal son similares a las que pueden asociarse al resfriado, sin embargo, hay algunas claves que nos permiten diferenciarlas. «Algo peculiar es que el comienzo de los síntomas en el resfriado es gradual, aparece poco a poco, mientras que en la gripe es repentino», observa Abad.
Además de esa distinción en el debut, los síntomas en sí pueden variar de manera significativa. En general, si estamos ante una gripe, estos serán más intensos, duraderos e incapacitantes. «Por ejemplo, la fiebre en el resfriado es poco frecuente, mientras que en la gripe es habitual. Los dolores osteomusculares en los resfriados son más leves, en las gripes son más fuertes. La fatiga y debilidad que no son tan comunes en el resfriado, generalmente, en la gripe aparecen más a menudo», señala el experto.
Los síntomas más frecuentes incluyen, además, tos o congestión nasal, según el caso. «La tos es muy leve o moderada en el resfriado, mientras que es muy frecuente en la gripe. La congestión nasal, sin embargo, es mucho más frecuente en el resfriado y ocurre solo ocasionalmente en la gripe. En el resfriado también es más frecuente la odinofagia, o dolor de garganta al tragar, mientras que en la gripe ocurre menos. La cefalea es muy frecuente en la gripe y no tanto en los resfriados», explica Abad.
Hay que recordar que los síntomas de un resfriado duran entre tres y cinco días, mientras que en el caso de la gripe pueden extenderse hasta una semana.
Asimismo, cabe señalar que los síntomas varían también en función de la edad. «Generalmente, la población anciana suele tener menos fiebre y los virus pueden causarles dolores osteomusculares, artrálgicos, dolores de cabeza, fatiga y cansancio. Sin embargo, los niños responden más con fiebre o dolor de garganta», apunta Abad.
Tratamiento
Si bien no existe un tratamiento antiviral para ninguno de los virus respiratorios del invierno, esto no significa que no se pueda administrar medicamentos para aliviar los síntomas. De hecho, los expertos aconsejan no dejar que estos perduren durante demasiado tiempo, sobre todo si empeoran o se mantienen sin remitir.
«Siempre hay que individualizar. El tratamiento depende de las patologías previas que tenga el paciente. No es lo mismo una persona joven sana que una persona mayor con comorbilidades o patologías previas crónicas. Pero se pueden hacer tratamientos sintomáticos en ambos casos», explica Abad.
«Normalmente, se utilizan analgésicos. Además, conviene hidratarse mucho y ante cualquier cambio, consultar al médico, porque cada persona tiene su peculiaridad. Hay que acudir al médico ante el riesgo de complicaciones, porque estas pueden presentar cierta mortalidad en personas de riesgo con comorbilidades crónicas y polimedicación», advierte el experto.
«Para virus habituales como el resfriado, no hay tratamientos específicos antivirales que podamos usar de manera razonable. Debemos hacer un tratamiento sintomático y dejar que el sistema inmunitario elimine el virus por sí solo», indica Ignacio Molina Pineda de las Infantas, catedrático de inmunología del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada. En este sentido, el paracetamol es un buen aliado, sobre todo si hay fiebre. Como se explica en el prospecto, este fármaco está diseñado para estados de dolor leve o moderado, lo que suele ocurrir cuando contraemos un virus.
Es importante respetar la mínima dosis eficaz para evitar que aparezcan efectos adversos. Cuando la cantidad ingerida aumenta, también lo hace el riesgo de afectación del hígado, se puede alterar la función plaquetaria, puede haber reacciones cutáneas o shock anafiláctico, aunque esto último solo sucede en raras ocasiones. Por eso, nunca se deben superar los 4 gramos al día en adultos, ni la dosis ajustada al peso en niños. Si el dolor es intenso y persiste a pesar de esta medicación, lo mejor es acudir al médico.
También hay que aclarar que ni la gripe ni el resfriado requieren tratamiento con antibióticos y, de hecho, tomarlos puede ser contraproducente. «Lo único que logramos dando antibióticos es generar resistencia. Y en Europa mueren alrededor de 35.000 personas al año por resistencia a los antibióticos. Es un problema que ya estamos viendo y que va a incrementarse muchísimo en los próximos años. Entonces, salvo que haya alguna bacteria, no se deben dar antibióticos para resfriados o gripe», afirma Abad.
En cuanto a nutrientes y suplementos, no son necesarios para tratar un estado gripal o un resfriado, pero la vitamina D es importante para el funcionamiento del sistema inmunitario, por lo que su déficit debe controlarse, sobre todo en esta época del año en la que no contamos con suficiente exposición al sol.