Ellos también sufren cáncer de mama: «Mis amigos no se creían que los hombres pudiésemos padecerlo»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Chema García enseña sus cicatrices.
Chema García enseña sus cicatrices. Sofia D'Angelo

Son el porcentaje minoritario, pero alzan la voz para dar visibilidad a una patología que, en ellos, se suele diagnosticar más tarde; cuando la detección precoz, salva vidas

16 mar 2025 . Actualizado a las 18:00 h.

Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), durante este año 2025 se diagnosticarán 37.682 casos de cáncer de mama en España. De ellos, se estima que entre un 1 y un 2 % serán varones: de 400 a 700 casos en nuestro país, aproximadamente. Son los otros protagonistas del cáncer de mama. «Por cada cien casos de cáncer de mama, uno de esos pacientes es un varón», indica Leticia Iglesias Rey, miembro de la junta directiva de la Sociedad Oncológica de Galicia (SOG), especialista en cáncer de mama y oncóloga médica en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO). Aunque parecen pocos en comparación con las mujeres, la doctora sostiene que «no deja de ser un número importante de pacientes a lo largo del año». 

La retracción del pezón o la palpación de un bulto suelen ser los primeros signos del cáncer de mama en hombres. Son los mismos que se dan en las mujeres. Pero hay diferencias significativas entre sexos. En primer lugar, que los varones no suelen entrar dentro del programa de cribado del Sergas, «por lo que suelen acudir ellos al médico por un bulto». Y ante esta situación, pueden darse dos variables: que él mismo no consulte a tiempo por puro desconocimiento de que esta enfermedad también pueda darse en varones, o que el propio profesional médico «no le dé tanta importancia como si ese signo se hallase en una mujer».

Chema García: «Me tuvieron que medicar porque estaba de los nervios»

Chema García fue diagnosticado en el 2022.
Chema García fue diagnosticado en el 2022. Sofia D'Angelo

En junio del 2022, Chema García, que ahora mismo tiene 48 años, se notó el pezón retraído hacia atrás y un pequeño bulto en el pecho derecho. Justo coincidió que tenía cita en dermatología para otra consulta y se lo comunicó a la doctora. «Rápido se dio cuenta de que eso no era de ella y me mandó hacer una ecografía preferente». Una posterior biopsia confirmó que era de cáncer de mama. Él estaba en shock. «Cuando me dijeron que era malo, lagrimones. Mi médico de cabecera me tuvo que medicar. Estaba de los nervios, con una ansiedad muy grande, porque asociamos la palabra cáncer a muerte».

Primera indicación: cirugía. «El cáncer se suele ir a la axila, al ganglio centinela. Los demás dieron negativo, pero ese positivo, y tuvieron que vaciarme». La intervención fue llevadera, dice que no tuvo dolor, «solo la molestia de los puntos». Lo peor llegó después, con la quimioterapia. «En sí, en el momento de dártela no sientes nada, pero después vienen los efectos». Náuseas, dolores articulares, cansancio e incluso pérdida del gusto.

Llegó la tercera parte, la radioterapia. «Lo único, que me quemó un poco la piel». Y por último, el tratamiento hormonal, el tamoxifeno, que sigue tomando a día de hoy. Convive con efectos secundarios que llegaron a raíz de este proceso. «El linfedema —edema producido por una obstrucción de los canales linfáticos— y lo que ellos llaman el quimiocerebro, es decir, que pierdo un poco la memoria. No tengo la capacidad de reacción que tenía antes».

Ahora mismo está limpio, pasando revisiones y con perspectiva, hace reflexiones. «En su momento ni lo pensé, pero es verdad que te sientes raro. Por ejemplo, la mamografía, te la hacen en el mismo aparato que se lo hacen a una mujer. Cuesta trabajo y es molesto». A la hora de operarle, comenta que también le dieron un camisón de mujer. «Estás un poco incómodo, pero tengo que decir que siempre intentaron solventarlo». Incluso sus propios amigos dudaron del diagnóstico: «Hasta les mandé fotos con las vendas y todo, porque me decían que los hombres no podíamos tener un cáncer de mama». A día de hoy, es coordinador de pacientes en la asociación INVI, de cáncer de mama masculino. «Porque para mí, encontrarme con otros pacientes fue una salvación».

José Antonio: «Canté bingo, sufrí todos los efectos adversos de la quimio»

José Antonio fue diagnosticado en el 2015.
José Antonio fue diagnosticado en el 2015.

José Antonio, de 47 años, también se notó un bulto en el pecho. «No me dolía ni nada, por lo que no le di importancia». Al mes, apareció un herpes en un costado y, aprovechando la visita al médico de cabecera, le comentó el hallazgo. Este le traslada que, «no me preocupara, pero que mejor hacer pruebas». Otros treinta días después, estaba diagnosticado. Recuerda perfectamente la fecha: el 28 de septiembre del 2015. «Además de ser algo que te marca, mi hijo hacía ese día trece meses de vida», confiesa.

Habla con serenidad de ese momento. «Cuando te dicen que es cáncer, siempre te pones en lo peor, pero desde el primer minuto me dijeron que estaba cogido a tiempo». De hecho, cuenta una anécdota que tuvo con su oncólogo: «Le pregunté: ‘‘Doctor, ¿qué es lo peor que me puede pasar?’’. Y me respondió: ‘‘Si tiene hijos, tener que pagarles la boda’’». Su angustia, dice, se convirtió en alivio. José Antonio predica con el ejemplo y recurre al humor para seguir hablando de cómo evolucionó el proceso: «Siempre digo que me puse la pulsera del todo incluido en el resort: quimioterapia, operación y radioterapia».

Más concretamente, 18 sesiones de quimio, mastectomía completa, extirpación de ganglios linfáticos y 22 sesiones de radio. «Hubiera preferido un viaje a Estados Unidos, pero un amigo me dijo que no me adelantase a los acontecimientos, y así lo hice». Admite que la quimioterapia fue dura, pero también intentó llevarla de la mejor manera posible. «Mi ahora exmujer, porque esa es otra de las secuelas que tiene pasar por un proceso así, se quedaba alucinada porque me hice un bingo con todos los efectos adversos que podían darse». José Antonio acabó cubriendo el cartón. «Llegué a consulta de la oncóloga y le dije: ‘‘Pues ya canté bingo’’. Pero bueno, lo supe llevar».

Su forma de ver la vida cambió por completo. «Me di cuenta que durante mucho tiempo me había preocupado por cosas que no tenían importancia», reflexiona. «Cuando vives en pareja o tienes una relación, esa mentalidad puede chocar. Cosas del día a día a las que, por lo que fuera, les dábamos en ese momento un valor bestial, te das cuenta de que no la tienen». Cuenta su historia para que se conozca la enfermedad y que, como él, otros casos se diagnostiquen a tiempo.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.