Qué le pasa a Joe Biden: crece la preocupación por su salud debido a sus lapsus

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

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Joe Biden, dando un discurso en la Casa Blanca.
Leah Millis | REUTERS

Su aparición en el debate presidencial de cara a las elecciones en Estados Unidos puso el foco en la avanzada edad del demócrata, que culminaría su segundo mandato con 86 años, de resultar ganador

29 jun 2024 . Actualizado a las 09:29 h.

Tras el debate entre los candidatos presidenciales de Estados Unidos este jueves, la preocupación por el estado de salud de Joe Biden ha vuelto a hacer sonar las alarmas entre los electores norteamericanos. El mandatario, a sus 81 años de edad, se mostró confundido, con unos movimientos lentos, una mirada por momentos perdida y una voz ronca que resaltaron su aspecto avejentado.

Cuando los moderadores sacaron el tema de la edad del candidato demócrata, que, de ser elegido, acabaría su segundo mandato con 86 años, Biden no supo transmitir una imagen de político al frente de una potencia mundial. Su respuesta resultó confusa y Trump aprovechó el momento para cuestionar la aptitud de su adversario. «De verdad que no he entendido lo que ha dicho al final de esa frase, y creo que él tampoco lo sabe», dijo el republicano.

Problemas de salud

Aunque desde la campaña de Biden se informó de que el presidente sufría un resfriado, en un intento de explicar su tos, la fragilidad de su voz y sus titubeos, esta no es la primera vez que el presidente tiene lapsus o se muestra afectado.

Los problemas de su voz podrían estar relacionados con una patología abdominal. Según un informe que publicó en febrero su médico presidencial, Kevin O'Connor, el mandatario padece un reflujo gastroesofágico, una condición que puede causar irritación de las cuerdas vocales. Esta condición, detalló el doctor O'Connor, provoca síntomas que normalmente se exacerban después de las comidas, por lo que Biden sigue un tratamiento destinado a controlar el ácido del estómago.

Sus titubeos, que se atribuyen, desde los sectores opositores, al estado cognitivo de Biden, son, según la campaña, simplemente episodios del tartamudeo que el político tenía durante su infancia. En una aparición televisiva en el 2020, Biden reconoció que aún sufre de este tartamudeo en algunas ocasiones, especialmente cuando está muy cansado.

Pese a todo, desde la Casa Blanca afirman que el presidente se encuentra en buena forma. En febrero del 2023, el parte del reconocimiento médico rutinario al que se sometió, firmado por O'Connor, concluyó que Biden seguía siendo «un hombre sano y vigoroso, apto para desempeñar con éxito las funciones de la presidencia, incluidas las de jefe del Ejecutivo, jefe de Estado y comandante en jefe».

Este informe del médico enumera, sin embargo, algunos problemas de salud por los que Biden se está tratando. Entre ellos, fibrilación auricular, hiperlipidemia, reflujo gastroesofágico, alergias estacionales, artritis espinal y neuropatía periférica sensorial leve en los pies, lo que explicaría que el presidente norteamericano tenga unos movimientos más rígidos y menos fluidos que antes. En el documento consta también que Biden toma tres medicamentos comunes que requieren receta y otros dos que se venden sin ella.

También el año pasado, se sometió a una biopsia para analizar una pequeña lesión en su pecho y más adelante O'Connor confirmó que se trataba de un carcinoma de células basales, un cáncer de piel que se extrajo quirúrgicamente y que no requirió más tratamiento.

Joe Biden durante la demostración de paracaidistas del primer día de la cumbre del G7 en Italia.
Joe Biden durante la demostración de paracaidistas del primer día de la cumbre del G7 en Italia. Yara Nardi | REUTERS

El presidente más mayor de la historia

Biden, que cumplió 81 años en noviembre del 2023, tiene el récord Guinness a la persona más longeva en haber sido elegida como presidente de los Estados Unidos. Cuando asumió el cargo, en enero del 2021, tenía 78 años. Desde la oposición y, recientemente, incluso desde sectores afines a él, se ha desatado una preocupación con respecto a la avanzada edad de Biden y lo que podría significar para la política del país norteamericano.

Esta preocupación comenzó a gestarse el año pasado, cuando el presidente tuvo una serie de traspiés públicos que se viralizaron en internet. En una ocasión, Biden tropezó con un saco de arena durante su aparición en la graduación de la Academia de la Fuerza Aérea y cayó al suelo. Tras el incidente, la Casa Blanca aseguró que el presidente se encontraba «totalmente bien» y el propio Biden bromeó al respecto con los periodistas en Washington D.C.

En otro momento, confundió los nombres de sus nietos. También se quedó en blanco el año pasado cuando le preguntaron cuál era el último país que había visitado. Su voz al hablar se volvió, asimismo, más débil.

Su imagen sufrió también a causa de sus negativas a participar de debates y entrevistas a lo largo del 2023, incluso entrada la campaña electoral. Se especuló con los motivos de salud que podrían estar detrás de esta reclusión, pero en general, el mandatario continuó ejerciendo su puesto y asistiendo a sus compromisos políticos.

En respuesta a esto, desde la campaña de Biden señalan la falsedad de algunos momentos de confusión de Biden que se han comentado en los últimos tiempos. Por ejemplo, en un vídeo que se viralizó en redes sociales, se ve al mandatario intentando sentarse sin tener una silla cerca. Sin embargo, se supo más adelante que el vídeo estaba cortado y omitía el momento en el que el presidente lograba sentarse: en realidad, sí que había una silla.

También se difundió, recientemente, un vídeo en el que Biden parece saludar «al aire» tras finalizar un discurso en Carolina del Norte. En realidad, el saludo se dirigía al público situado detrás de él, tal y como se verificó en la plataforma PolitiFact.

El estrés de la política

A la avanzada edad de Biden hay que sumar el estrés, un factor que se ha comprobado que afecta a nivel fisiológico a quienes ejercen el poder político. «El ritmo que se les impone y las exigencias del cargo requieren determinadas adaptaciones y es evidente que se ven obligados a proyectar una determinada imagen mediatizada por las necesidades políticas. A veces tienen que proyectar mensajes y acciones a unos ritmos y tiempos que no son los de una persona "normal", por explicarlo de forma sencilla», observa en este sentido el psicólogo Julio González Morandeira, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

«Los políticos, sobre todo los que dan la cara, están sometidos diariamente a mucho estrés, porque su labor implica no solamente responsabilidad, sino capacidad de organización y saber lo que hay que hacer y afrontar constantes preocupaciones. Eso supone una falta de descanso, un control continuo de las emociones, por ejemplo, al acudir a ruedas de prensa. Todas las preocupaciones, las jornadas con poco descanso, estar siempre tensionado, prestar atención a distintos temas, contener las emociones. Básicamente, es un panorama de estrés crónico», explica el biólogo molecular Antonio Ayala, Vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (Semal).

La presencia del estrés en estas personas es un elemento importante debido al volumen de decisiones que tienen que tomar y el nivel de responsabilidad que conllevan estos puestos. Las consecuencias son inmediatas en una situación de estrés continuado a lo largo del tiempo, puesto que esto no es algo de un día o un momento puntual, sino que es una profesión muy exigente. Las últimas investigaciones que se han realizado indican que, efectivamente hay consecuencias fisiológicas que derivan de esa situación y de ese entorno de estrés continuo», señala González.

A nivel neuronal, la capacidad cognitiva también se ve alterada. «El cortisol no solo produce envejecimiento prematuro, sino que va a aumentar la incidencia de enfermedades graves en el futuro, desde daño neuronal hasta alzhéimer», dice Ayala.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.