Víctor Amat, psicólogo: «El perdón está sobrevalorado y no siempre hay que perdonar»
SALUD MENTAL
Sobre la felicidad, el experto considera que «pretender que yo pueda forzarme a ser feliz solo con la voluntad es absurdo»
10 nov 2022 . Actualizado a las 12:06 h.¿Quién dijo que para ser feliz hay que ser positivo? Podría decirse que es una de las bases que asientan la psicología que ejerce Víctor Amat, presidente de la Asociación Española de Psicoterapia Breve y director del Máster y Posgrado en Terapia Breve y Estratégica de la Universidad de Girona. Además de terapeuta, es profesor colaborador en instituciones como Català de la Salut, la Generalitat de Catalunya, la Universidad Autónoma de Barcelona o la Universidad Ramon Llull.
Habrá quien se pregunte en qué se diferencia su psicología a la de otros profesionales. Él la define como punk, «un alegato en contra de esta psicología positiva y bienintencionada que nos han pretendido vender y que nos pretender vender cada día en los quioscos, tiendas, libros de autoayuda y cuentas de Instagram que yo llamo Mr Wonderful». Por eso, acaba de publicar Psicología Punk (Vergara, 2022), una obra con la que pretende ayudar a entender lo que nos ocurre y así encontrar una alternativa. «¿Puede el hecho de permitirte ser negativo llevarte a un estado de bienestar?», reflexiona Amat.
—¿Por qué estás en contra de esta psicología que tú consideras como Mr Wonderful?
—En realidad la contra de todo esto es que nos invitan a pensar en positivo en general, nos invitan a ver el lado bueno de las cosas, a ser perfectas y a cuidarnos superbien. Y me doy cuenta después de 25 años de práctica clínica como psicólogo que todo eso hace más daño que bien. Es decir, la gente sufre mucho porque no tiene el cuerpo perfecto, porque no tiene relaciones perfectas, porque no tiene una manera de pensar perfecta, porque no se puede relajar… El sufrimiento que tienen todas esas personas por tratar de ser perfectas cuando la vida no lo es, me hace pensar que igual hay algo que está equivocado en todo eso. Muchas veces el sufrimiento viene por querer ser perfecta o por querer tener una vida maravillosa, y no por aquellas cosas que nos pasan y que en realidad nos duelen.
—En el libro hablas de problemas diabólicos. ¿Qué es eso exactamente?
—Por ejemplo, la persona que sufre de insomnio se esfuerza en dormir pero el hecho de esforzarse en dormir lo que hace es alejarlo de conseguirlo. Cada vez padece más insomnio porque se esfuerza en dormir. Al final el sueño es algo que viene solo y cuando tú te esfuerzas en dormir caes en un problema diabólico porque además de no hacerlo, le sumas el problema de sentirte un idiota porque no lo consigues. También te puede pasar con tu pareja. Intentas que cambie o modifique cierta actitud y como no cambia, tú le explicas y lo hablas con esa persona y te enfadas, o le castigas… Todo eso orientado a que la otra persona cambie. Pero si el otro no cambia de actitud estás incurriendo en un problema diabólico porque además de que la actitud de él no te gusta, tú le estás sumando un montón de cosas más que empeoran el problema. A eso le llamo yo el problema diabólico.
—Todo lo contrario a la típica frase «si quieres, puedes».
—Exacto. La gente a veces me dice: «¿Pero ser positivo no está bien?». Sí, ser positivo está muy bien cuando te sale espontáneamente. Pero cuando alguien no es positivo y le obligan a que lo sea, entonces, causa más problemas.
—Y el pensamiento «naif», ¿qué es?
—Pretender que un pensamiento negativo se pueda neutralizar con un pensamiento positivo es «naif» porque hay mucha ingenuidad detrás de eso. El cerebro humano está diseñado para evitar todo aquello que nos pueda dañar. Por lo tanto, el cerebro busca lo negativo para alejarse de eso. Cuando yo quiero sumarle o de alguna manera neutralizar esa sensación negativa con algo positivo, el cerebro no le hace caso porque lo que pretende es tu supervivencia. Por eso, todos estos enfoques que están orientados a que intentes no preocuparte de las cosas suelen fracasar porque eso es no entender cómo funciona el cerebro. Está diseñado para alejarnos de los peligros. Si te relajas demasiado caerías en cualquier peligro. Lo que intento explicar en el libro es que no se trata de neutralizar una emoción negativa o una emoción, por así decirlo, difícil, si no aprender a lo que yo llamo «sobrellevarlo con arte». Es decir, entender que la vida a veces te lleva a cosas con las que pasas miedo, entender que la vida no siempre es como uno quisiera.
—Lo normal es fracasar, pero a todos nos cuesta lidiar con el fracaso.
—El autor de teatro Samuel Beckett tiene una frase muy bonita que decía «fracasa mejor». No hay que tenerle miedo al fracaso. Piensa que de los millones de espermatozoides que intentan fecundar el óvulo, hay uno que llega, pero cien millones que fracasan. Lo normal es ser uno de esos cien millones, no el que fecunda el óvulo. La vida muchas veces es así. Yo por ejemplo cuando escribía el libro también tenía miedo. De que no se venda, de que sea un coñazo… Pero es que lo normal al escribir un libro es que no pase de ser uno más en las estanterías. Hacerse famoso con el libro, sería una excepción. Lo normal es que sea uno más. Si yo como persona madura entiendo que lo normal es no destacar demasiado, dejo de pensar todo el rato en estar en el número uno y acepto que si algún día me toca serlo bien recibido es. Eso no quiere decir que no lo trabaje, que no me lo curre o que no lo intente hacer lo mejor que pueda, simplemente acepto de entrada que lo normal es no ser quien que gana la medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.
—Todos tenemos miedo. Tú mismo acabas de confesar el tuyo escribiendo el libro. ¿Cómo afrontarlo?
—El miedo es el más grande de los sufrimientos humanos, todos nos enfrentamos a él. De hecho, no tener miedo sería gravemente enfermo. La cuestión aquí es que la persona tiene que saber qué cantidad de miedo tiene que tener para cada cosa. Es decir, la salud no es la ausencia de miedo. La salud es poder abordar las cosas a pesar del miedo porque soy capaz de gestionar el que toca en cada cosa. Por ejemplo, antes hablaba del libro. Yo he tenido que afrontar el miedo muchas veces, a escribir mal o que no interese a nadie. Sin embargo, lo he podido mantener dentro de un ámbito en el que me he atrevido a llevar el libro a la editorial, a ponerlo sobre el papel, a promocionarlo en las redes sociales… Sigo teniendo miedo a que el libro al final no funcione, y es humano. La cuestión es que la verdadera vida no es vivir sin miedo, sino vivir con el que toca en cada momento y así podemos disfrutar de las cosas en su justa medida.
—¿Crees que existe cierta reticencia a mostrar nuestra vulnerabilidad?
—La filosofía china dice que «solo el que es verdaderamente fuerte muestra su debilidad». Yo soy catalán, del Barça. Cuando Pep Guardiola estaba de entrenador, en una rueda de prensa antes de un partidazo que tenía que jugar contra otro equipo potente, le preguntaron: «¿Usted cómo tiene planteado el partido?». Él contestó: «Como sabemos. Nosotros siempre jugamos al ataque y por lo tanto nos pueden meter muchos goles a la contra». Él estaba mostrando su vulnerabilidad diciendo que solo sabía jugar al ataque, pero a la vez también estaba diciendo: «Yo soy así, nuestro equipo juega así, este juego no es perfecto, pero a pesar del miedo vamos a hacer las cosas como nosotros pensamos que se deben de hacer o puede ser que nosotros perdamos». Aceptar la vulnerabilidad no para justificar el hecho de no hacer algo, sino aceptarla para sentirte tú más fuerte.
—Defiendes que la felicidad crónica no existe, pero que el dolor crónico sí.
—Como seres humanos estamos diseñados para evitar el sufrimiento, el dolor y que nos coma un oso. Por eso el cerebro siempre está atento a ver qué oso me puede salir por algún sitio. Eso nos lleva a que el sufrimiento y el dolor se pueden cronificar. Como enfermedad existe el dolor crónico, porque es algo que nos acompaña. Hay gente que lo tiene y no se lo puede quitar de encima. Sin embargo, para afianzar mi tesis te digo que el placer crónico no existe. Alguien que fuera feliz de forma crónica diríamos que está loco, no tiene sentido estar feliz todo el rato. Pero sí que podemos entender perfectamente que la gente sufra todo el rato. Si yo tengo una enfermedad terminal y sufro constantemente, se puede entender. Pretender que yo puedo forzarme a ser feliz solo con la voluntad, es como pretender sacarte de una piscina tirándote del pelo, es absurdo. Esto es lo mismo. Cuando estás mal, obligarte a ti mismo a ser feliz es el peor recurso.
—Sobre el perdón, ¿qué pasa si no soy capaz de perdonar a otra persona?
—El perdón está sobrevalorado y no siempre hay que perdonar. Obviamente si estás enfadada con todo el mundo durante todo el día, no estás bien. Pero tú tienes el derecho de no perdonar a alguien. Eso no significa que no puedas manejarte con alguien. Es decir, que si tú tienes un jefe que te maltrató, ¿por qué lo tienes que perdonar? Igual puedes trabajar con esa persona porque al final eres adulto y puedes manejar esas cosas. Pero ¿por qué si tu pareja tiene hijos con otra pareja anterior, tú tienes que quererlos? Hemos caído en una especie de trauma donde por fuerza si eres buena persona tienes que querer a todo el mundo y que para poder curarte de no sé qué cosas tienes que perdonar a todo el mundo. No, es absurdo. Claro que estar odiando a todo el mundo no es sano, pero por la misma regla de tres estar perdonando a todo el mundo tampoco lo es. Hay cosas imperdonables al igual que hay cosas que son terribles.
—Dices que no te gustan nada los libros de autoayuda, pero has escrito uno que pretende ayudar al que lo lea. Me queda preguntarte por qué.
—Es un libro de autoayuda contra la autoayuda. Es decir, cuando alguien cae en las redes de la autoayuda necesita ese libro para liberarse de la autoayuda de manera definitiva. Es un libro que yo pensé: Voy a intentar colocar mi libro en las estanterías de autoayuda a ver si alguien lo ojea y se libera de la autoayuda de una vez por todas. Le he metido un troyano a la autoayuda.