Así fue cómo nos adentramos en la meditación con la Guía Headspace disponible en Netflix: ¿funciona?, ¿qué cambios hemos notado?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La guía Headspace para la meditación está disponible en Netflix.

Además de explicar nuestra experiencia personal, dos psicólogas clínicas nos proporcionan su opinión sobre la serie: ¿es útil?, ¿la recomendarían?, ¿cuáles son sus ventajas e inconvenientes?

26 jun 2023 . Actualizado a las 15:35 h.

Siempre he visto la meditación como una disciplina que no era para mí. No porque no creyera en sus múltiples beneficios, sino porque consideraba que nunca sería capaz de hacerlo. En primer lugar, porque hasta hace poco pensaba que se trataba de poner mi mente en blanco. Algo así como intentar que por una carretera por la que pasan miles de coches al día, en un determinado momento, no pasara ninguno. En otras palabras: en mi caso, tarea imposible. Por eso, suponía un reto probar la Guía Headspace para la meditación de Netflix. Una serie de ocho capítulos con la que la plataforma pretende introducir al espectador en el mundo del mindfulness. Y aunque estuve a punto de rendirme ya en el primer episodio, adelanto que me he llevado una sorpresa con la experiencia. 

Pero antes de entrar en materia, creo que es necesario un poco de contexto. La serie está dirigida por Andy Puddicombe, un conocido orador y profesor de meditación, cofundador de Headspace, una plataforma digital que provee sesiones de meditación guiada y entrenamiento mindfulness. Pero más allá de esta app, en Netflix están disponibles varias guías con diferentes objetivos: Guía Headspace para dormir bien, Headspace Relaja tu mente (que es interactivo) y Guía Headspace para la meditación (protagonista de este artículo). 

Esto no es para mí

«¿Cuándo fue la última vez que no hiciste nada? Y con nada me refiero a realmente nada». Así comienza el primer episodio, apareciendo la única voz (la de Andy) que guiará toda la serie. ¿Nada de nada? Aunque intenté contestar a la pregunta, no fui capaz. Considero que soy una persona a la que le gusta estar haciendo 'algo' constantemente. Más allá de dormir, no se me ocurría otra situación en la que mi cuerpo o mente optaran por el off. Podría decir que empezábamos bien.  

Con unos gráficos muy relajantes y visuales, Andy cuenta que a través de la serie explicará una serie de técnicas de meditación, al igual que cómo ponerlas en práctica en situaciones específicas de la vida. Entre los beneficios que menciona, «te ayudará a estar más presente, distraerte menos. Podrá hacerte disfrutar más de la vida y ayudarte a conectar con la gente que más quieres». En el momento, lo puse bastante en duda. 

Casi al final del capítulo, que dura como unos veinte minutos, propone una técnica. Sugiere que busquemos un sitio cómodo para enfocarnos en la respiración, cómo el aire entra y sale de los pulmones. Hasta ahí, fácil. Pero a los pocos segundos, mi mente se iba a otra cosa. Supongo que es lo normal, porque él mismo aconsejaba que «cada vez que tu mente se disperse, vuelve a poner el foco en la respiración». Lo intentaba de nuevo, con poco éxito. Sí, me relajaba el hecho de inhalar y exhalar, pero me frustraba que mi cabeza se fuera a cosas que tenía pendientes por hacer, sentimientos o incluso con cualquier objeto de la habitación. «No te pierdas en ningún pensamiento», recomendaba él, mientras yo me perdía en todos. Solo fueron unos minutos, pero se me hicieron eternos.

En conclusión, mi primer contacto con el mindfulness fue un desastre. Al acabar me sentí frustrada. No dudaba de los beneficios que podría llegar a tener en otras personas, pero a mí me provocaba rechazo. Sin embargo, había propuesto escribir este artículo (tanto a mí misma, como a instancias superiores, no nos vamos a engañar), por lo que me obligué a volver a intentarlo.

¿La reconciliación?

Tardé unos días en ver la serie de nuevo. No me apetecía. Pero una noche, antes de irme a dormir, opté por darle una segunda oportunidad. El segundo capítulo se llama ‘Cómo asumir el control', ese que a mí me estaba faltando con la meditación. Ironías de la vida. En la descripción del mismo pude leer: «Esta sencilla meditación guiada con un enfoque relajado de la visualización: un método para soltar lastre y dejar atrás la rabia, la frustración y la nostalgia». Y sí, frustración tenía bastante. Me venía como al anillo al dedo. Si funcionase, claro. 

Al igual que en el anterior, el vídeo empieza dando una introducción del por qué de esa técnica, con una especie de tutorial para ponerla en práctica al final. Muy resumidamente, se trataba de visualizar, mientras inhalaba y exhalaba aire, cómo la luz de un sol recorría mi cuerpo desde los dedos de los pies, hasta mi cabeza. Y sin saber explicar qué es lo que había cambiado esta vez, tengo que admitir que mi sensación al acabar el capítulo fue muy diferente. Me había relajado bastante y, de hecho, sentí como una especie de hormigueo en el cuerpo. Pero no era una sensación molesta, sino agradable. La duda que me surgió después era si de verdad era eso lo que había que experimentar. ¿Cómo saber si lo estoy haciendo bien o mal?

Le trasladé esa misma pregunta a Marta Panizo, psicóloga sanitaria y directora de Catarsis Psicología. Había contactado con ella contándole la idea del reportaje y accedió a participar. Me confesó que era una serie que ella misma había visto y que incluso recomendaba a algunos de sus pacientes. «En realidad tu pregunta es muy habitual. No tienes que forzarte a sentir nada específico. Lo que tenga que ser, que a ti te llegue, esa es tu experiencia y con la que trabajamos. El guía te da una orientación, pero si tú en vez de pensar que es un rayo de sol, optas por una cascada, genial. Simplemente debes concentrar tu energía en las zonas concretas que quieras trabajar. Pero lo que a ti te venga, es lo que tiene que venir. La idea es que te sientas bien contigo mismo y que notes que hay algún tipo de cambio», respondió.

No sabría decir si existió ese ‘cambio', solo que en el momento en el que se acabó el capítulo, sentí como una sensación de liberación. El cuerpo me pesaba menos. Y obviamente, no tenía nada que ver con esa frustración que había experimentado con el primero. 

Compartiendo dudas

Aproveché la ocasión para preguntarle a Panizo qué otras dudas o preguntas surgían en sus pacientes, en aquellos a los que le había recomendado ver esta serie. Me parecía interesante poder dar un poco de espacio en estas líneas a otras experiencias más allá de la mía. 

«En realidad me suelen decir lo mismo que tú me acabas de preguntar. No tienen claro si lo que sienten es correcto o si deberían experimentar otra cosa. Ahí es cuando digo: 'Lo que a ti venga, bienvenido sea'. Pero también me trasladan mucho la idea de ‘esto no es para mí'», me aseguró Panizo. Me sentí reflejada. Es lo que había sentido con el primer capítulo. «¿Cuántas oportunidades le has dado? ¿Has usado un buen espacio para hacerlo? No es lo mismo ir a cien por hora, intentar hacerlo y, al estar súper activada, notar que no te funcione, a decir: ‘Voy a respirar un poco, esto es un momento para mí, vamos a ver qué pasa'. Tener una actitud curiosa, porque si ya voy con la idea de que eso no va a funcionar, lo más probable es que así sea», añadió. 

Le planteé la misma pregunta a Gloria Bellido, psicóloga clínica y miembro de la junta directiva de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (Anpir), con la que también hablé durante esos días. «Otra duda que siempre tenemos cuando empezamos a meditar es: ‘Lo hago mal porque enseguida se me va la cabeza a otras cosas'. Pero eso también es lo normal. Nuestra cabeza está hecha para estar en veinte cosas a la vez y estar en continuo movimiento». Lo que me contestó era, justamente, lo que me había sucedido a mí. «De hecho, es típico ese mito que suele decir la gente: ‘Es que yo no sé dejar la mente en blanco'. Ya, es que nadie sabe dejar la mente en blanco. La mente no está hecha para estar en blanco, está hecha para focalizarse en algo. El hecho de que a ti se te vaya la cabeza hacia otras cosas está bien. Lo que trata la meditación es de que te des cuenta de adónde ha ido tu cabeza y volver a tu respiración, a tu cuerpo. Si un día lo tienes que hacer treinta veces, pues se hace y si un día necesitas dos, pues también. Dependerá del estado en el que estés. Si acabas de sufrir un problema muy grave, seguramente lo tengas que intentar más, mientras que si estás más tranquila, puede que seas capaz de concentrarte mucho mejor». 

Además, Bellido me recalcó que la meditación no es para todo el mundo, al igual que me mencionó otros posibles inconvenientes. «Creo que el principal es que una persona piense que solamente con practicar los ejercicios de la serie pueden solucionar los problemas de ansiedad que tenga. Es más bien un complemento, una herramienta más que se puede utilizar. A veces la recomiendo a mis pacientes, pero porque he hecho una valoración de lo que le sucede. Además de los ejercicios que hacemos en consulta, en tu casa puedes utilizar esto en concreto. Pero si una persona lo utiliza por su cuenta, tiene que saber que no está hecha para todos los problemas. Hay personas que sabemos que el uso de la meditación tiene un efecto paradójico. Es decir, les puede poner todavía más nerviosos, les puede activar y si no tienes el apoyo de un profesional en ese momento, puede ser complicado». 

Una meditación para cada momento

No seguí un orden establecido. Hubo días en los que no pude darle al play a ningún capítulo. Pero sí que los fui viendo en orden, del primero al último. Quizás por eso tengo que admitir que no todos me resultaron igual de interesantes o útiles. Por ejemplo, el quinto, titulado ‘Cómo manejar el estrés' me tocó verlo un día en el que sí tuve bastante ajetreo. Con él, se pretende que cambies tu relación con la ansiedad para así tolerar mejor el estrés. Y la verdad es que el día que la hice, noté mejoría. Obviamente, el estrés y la ansiedad seguían ahí, pero no estuve dándole vueltas a ese ‘odio sentir esta ansiedad'. No entraba en ese bucle. No sé si lo estoy explicando con las palabras adecuadas, pero en definitiva, dejé de darle vueltas en mi cabeza a esa ansiedad aunque esta no desapareciese por completo. 

No obstante, tengo que decir que otros capítulos y meditaciones no me sirvieron de tanta ayuda. No porque fueran menos útiles, sino porque creo que los vi en un momento en el que no los necesitaba. Fue lo que me sucedió con el séptimo, sobre cómo gestionar la rabia. Ojo, con esto no intento trasladar que no suela sentir esa emoción. De hecho, al igual que vivo intensamente la alegría, cuando me enfado, también me hierve la sangre. Pero en ese momento, cuando practiqué esa 'compasión hábil' que propone Andy para transformar la rabia en algo más positivo, esa emoción no estaba presente en mí y supongo que influyó en el resultado de la meditación. Aunque no descarto que no vuelva a verlo en un futuro, cuando lo necesite. 

Esto último es algo que también me recomendó Bellido: «Creo que lo más útil es ver todos los capítulos porque al final, creo que está bien tener herramientas para todas las situaciones.También por la parte explicativa que viene al principio. Luego, ver si hay alguno que, si en ese momento es el que más me ayuda, utilizarlo como una herramienta más repetitiva. Al final, todas estas técnicas de mindfulness y meditación, cuando nos funcionan, es cuando nos sentimos cómodas con ellas, cuando las interiorizamos. La clave es la práctica. Si esto lo hago una vez en la vida, no me va a servir de nada. Pero si me acostumbro a hacer diez minutos de mindfulness todos los días, es cuando realmente empiezo a ver beneficios».

Como ir a entrenar al gimnasio: no hay resultados sin constancia

Personalmente, después de ver todos los episodios, en este tiempo volví a reproducir tres. El segundo, ese con el que me «reconcilié» con esta práctica, el que está dedicado a gestionar el estrés y el último, ‘cómo dejar fluir tu enorme potencial'. ¿Por qué esos? Básicamente porque consideré que me fueron más útiles esa primera vez que los vi y porque me gustó la sensación que experimenté con ellos. 

«El mindfulness es una técnica que lo que hace es aumentar nuestra propia conciencia sobre nuestros estados corporales, las emociones que experimentamos o las sensaciones corporales que van asociadas a esas emociones. De tal manera que podemos tomar un poco de distancia, aprender a observarlos, tomar conciencia y distancia de esos procesos. No sobreidentificarnos con ello. Ese sería el objetivo», asegura Bellido.  

En las primeras líneas de este texto, comparaba mi cabeza con una carretera: cómo iba yo a poner la mente en blanco, si mi mente era algo así como una vía por la que no paraban de pasar coches. Ahora sé que, uno, es imposible poner mi mente en blanco, y dos, no se trata de intentar que no circule ningún coche (pensamientos) por esa carretera (mente), sino de ser consciente de cuáles están pasando y por qué. Identificar qué siento y cuál es la razón de esa emoción. Y dejar que el coche siga su camino. Es una representación que hace la propia serie explicando la meditación y que utilizó también Panizo a la hora de hablarme de sus beneficios. 

«Estamos acostumbrados a tener mucha sobreestimulación, pensando en lo que ya pasó, o en lo que va a pasar. Pero nos perdemos lo que está pasando ahora. Como estamos habituados a estar en el pasado o en el futuro, pero poco en el presente, nos lleva un tiempo practicar y acostumbrar el cuerpo al ahora», opina Panizo. Y aquí, añade el ejemplo: «Esos coches que se utilizan en el primer capítulo, describiendo los pensamientos que se nos pasan por delante, si estás acostumbrada a, cuando pasa un coche, seguirlo, ya te estás yendo a un pensamiento futuro. Vuelve y recuerda que estás observando todo». 

En este sentido, Bellido considera que se podrían hablar de dos tipos de beneficios sobre la meditación. «Unos que podemos notar de forma inmediata cuando estamos practicando mindfulness porque puede ser una manera de observar cómo estamos. Eso es un beneficio. Pararme un momento en mi vida ajetreada y pensar: ¿Cómo estoy? Triste, enfadada, nerviosa, qué se me está pasando por la cabeza. Solamente el tomar conciencia de eso ya puede hacer que nos relajemos, por así decirlo», menciona. 

Con el tiempo, la psicóloga indica un posible cambio de actitud ante la vida: «No ir, todo el rato, identificándonos con nuestros pensamientos. Ahora mismo estoy pensando que no soy útil porque a lo mejor estoy cansada o he tenido un problema. El hecho de ir teniendo una actitud de más conciencia y observación conmigo mismo, ahí es cuando los beneficios se van notando más a largo plazo». Concretamente sobre estos últimos, confieso que no puedo hablar de ellos en primera persona. Creo que no he practicado ‘lo suficiente' como para hablar en esos términos. Solo lo he hecho con esta serie en concreto y durante un tiempo determinado. «Esto es como ir al gimnasio. El primer día, no notas cambios. Pero si empiezas a ir de forma habitual, te va a costar menos incluirlo en tu rutina», concluye Panizo. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.